Invitados no deseados

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Oliver había convencido a Lena de entrar por el extremo opuesto de la isla, este animal seguramente tendría un área que consideraba suya, su terreno, e invadir de esa manera simplemente haría que llamasen la atención.

—Aquí mismo dejaremos el barco, en caso de que alguien venga probablemente lo hará por el extremo más fácil de la isla, aquí podremos estar a salvo.

—Me parece bien —los ojos de Lena casi buscaban a la criatura, como anhelando un encuentro.

—Lena te noto ansiosa— dijo Alex desde detrás suyo mientras los hombres y mujeres en el barco preparaban sus armas.

—Bueno entraremos en terreno desconocido.— murmuró tomando su mochila. —Tomen el resto de mis cosas— dijo a todos quienes vestían de uniforme estilo militar. —Si encontramos donde asentarnos será difícil volver al barco y regresar con todo, y podríamos formar un alboroto.

—Bien dicho!— Sonrió Oliver. —Aye capitana! Ya oyeron muchachos a trabajar! y Lena...quítate ese traje ejecutivo y ponte algo más cómodo antes de salir por favor, si tuviésemos que correr estarías muerta antes de dar un paso.

—Ugh está bien, espérenme— corrió hacia su camarote y se comenzó a cambiar, Lena podía sentir su corazón sonando en sus oídos, su sangre corriendo a millas por hora de la mera excitación de la posibilidad del descubrimiento.

Salió vistiendo lo más casual que pudo sin traicionar a su sentido de la moda y elegancia.

Salió vistiendo lo más casual que pudo sin traicionar a su sentido de la moda y elegancia

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Esto debería valer.


Afuera todos se le quedaron mirando menos Alex y Maggie que parecían ir a lo suyo.

—Hey, a trabajar!— dijo a todos sonrojándose y la gente comenzó a moverse, bajando del navío.

Oliver caminaba junto a Lena extendiéndole un arma. —Sabes usarla?— dijo y le extendió también un cuchillo.

Para su sorpresa Lena guardó ambos y cargó el arma para luego colocarle el gatillo de seguridad. —Sí.

Siguieron caminando adentrándose más y más en la isla, cuya vegetación era convenientemente muy espesa. Podían oírse los sonidos de los distintos animales advirtiendo a sus compañeros. Ojalá dios no permitiera que esa criatura salvaje los encontrara pronto, o iba a ser un baño de sangre antes de una investigación.

Horas pasaron y pasaron, Lena miró su reloj, eran pasadas las dos de la tarde, habían llegado allí a las diez de la mañana, mantenía un detallado progreso de ello en su celular y en una pequeña bitácora por si sucedía algún contratiempo. El sudor perlaba la frente de la pelinegra, estaba cansada, aunque sorpresivamente no tanto como hubiese imaginado.

—Un claro, aquí podemos asentarnos.— Dijo Oliver señalando a las cuarenta personas que iban con ellos. Había sido un movimiento astuto dejar diez personas en el barco sólo por si algo sucedía, si eran necesitados podrían ver la bengala en la isla e irían corriendo al llamado, así de sencillo.

Corazón indomableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora