Un pequeño hombre con armadura y portador de un estandarte rojo, pidió audiencia con el señor a ultima hora de la tarde.
En medio del salón de armas espero firme y con yelmo bajo en medio de tus intimidadores hombres.
En cuanto apareciste, una de sus rodillas toco el suelo, extendiendo una mano con una pequeña caja de madera. La recogiste y miraste su interior. Solo se trataba de un insignificante mechón de cabello.Rojo.
Hiciste levantarse al individuo y te le acercaste tanto que parecías querer atravesarle. Le observaste mejor.
Con pocas palabras tranquilizaste a tus hombres que volvieron a sus tareas. Ordenaste secamente al emisario que te siguiera. Subisteis y subisteis, antes de entrar en tus aposentos, os cruzasteis con tu esposa
-Voy a estar ocupado- Su mirada no fue muy amable.
En tu cuarto y a puerta cerrada, el emisario se quito el guantelete, chasqueo los dedos y la armadura desapareció, convirtiéndose en una liviana y transparente negligé negra con flores y adornos rosa.
Avanzaste un paso, el mismo que yo retrocedí
-Me hace falta para volver- Baje los tirante y la prenda cayo a mis pies...Avance dos pasos quedando al alcance de tus manos.
Tu mirada fue apreciativa y mi piel se sonrojo.
Despacio te quitaste la ropa para dejarme ver bien tu cuerpo.
Paseaste una mano por mi costado para izarme contra ti, estabas excitado, era la primera vez que me veías con luz diurna.
Me soltaste, coji tu mano y camine hasta la cama.
Procedí con un masaje tántrico que una vez prometí.
Sujete tus muñecas por encima de tu cabeza y murmure un conjuro que las sujetaría así unos instantes.
Monte a horcajadas sobre ti, rozando tu pene con mis nalgas. Lamí tus pezones, mordí y tire. Gemías y te retorcías, levantabas las caderas, me deslice hacia abajo, acariciando tu torso con mi cabello y luego frote tu miembro.
No puedes evitar un gemido cuando te beso el glande. Lo meto en la boca, lo acaricio con la lengua.Exquisita agonía.
Levantas las caderas ofreciéndote. Loca por ti te guió hacia mi interior. Gruñiste un poco tenso, mientras que yo marco el ritmo, me dejo caer, te lamo la boca, la beso y muerdo tu labio con fuerza hasta hacerlo sangrar...
Por fin pudiste mover la manos, rápidamente me devolviste el favor, pellizcando y retorciendo mis pezones, haciéndome gemir, bajas despacio la mano al encuentro de mi lugar secreto y lo rozas haciendo que me paralice por la lujuria.
Me volteas. Quedo aprisionada contra el colchón. Sujetas mis manos con una de tus manazas y usas la otra para martirizarme mientras que permaneces totalmente quieto.
Desesperada intento moverme, incitarte, pero aprietas los dientes sin dejarte tentar, extenuada por la pasión y por tu cuerpo no consigo nada y permanecemos quietos hasta que con lagrimas en los ojos susurro
- Por favor...
Entonces sueltas mis manos y hundes las tuyas en el colchón para sujetarte durante las envestidas, que cada vez son mas fuertes y rápidas hasta que me tenso y te llevo conmigo, convocando un grito que hizo a todo habitante de tu corte mirar en dirección a tu cuarto
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Cuentos y Relatos Eroticos
RomancePequeñas historias que empiezan y acaban en cada pagina