En el Sofa

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Cuando me abrieron la puerta, deje de sonreír. Era el marido de mi amiga, de siempre le he encontrado demasiado guapo y quizás un tanto estirado, por lo que sin una razón convincente, me cae antipático y no se como decirlo, creo que es mutuo.

*-Pasa En el salón estaba ella de pie, terminando de tomarse el café solo sin azúcar de después de comer.

 *- Lo siento voy con mucho retraso, tuve que quedarme un poco mas en el trabajo. La sonreí. 

*-No pasa nada, las tiendas no se van a mover del sitio. 

*-Ya pero soy yo la que va a comprar y voy a arrastrarte por todos lados y aun tengo que ducharme, secarme el pelo y maquillarme, quiero hacerlo de forma parecida a como lo hare ese día y así ver el efecto que tendrá el vestido sobre mi cuerpo. 

*-Bueno pues deja de parlotear y entra a hacerlo si te apuras solo saldremos con una hora de retraso. Su esposo estaba haciendo que no nos oía sentado en el sofá. 

*-Se amable con ella mientras no estoy ¿Me oyes? 

*-Claro querida, como siempre. 

Ella entro y salió varias veces del aseo y de su cuarto hasta que estuvo preparada. 

*-Hasta la transformación –se despidió. 

Yo me senté en el sofá, al lado de el, que se esforzaba por ignorarme, así que hice lo mismo, mirar la película. Era una película de acción, pero no se como degenero a una escena de sexo tórrido. Y los siguiente que recuerdo es que tanto el como yo, nos colocamos un cojín sobre nuestras piernas. Ese hecho hizo que me llamara la atención y yo la suya, le vi mirarme la entrepierna, de reojo al igual que yo miraba la suya. 

Sonreí maléficamente, le daría un susto que después de eso jamás se quedaría en la misma habitación conmigo a solas. Despacio deslice mi mano por debajo del cojín, para agarrarle ligeramente el pene, pero lo que encontré me dejo sin pensamientos. Me dejo la mente en blanco. El capullo le sobresalía por encima de la cintura del pantalón. No pude retirar la mano y el no salto asustado como yo pensé, al contrario, puso su mano encima de la mía y la acuno despacio invitándome a masturbarle. Y lo hice, así sin más, mi mano comenzó a moverse sola, haciendo que aquel magnifico ejemplar se pusiera aun más grande y duro. La que se sobresalto fui yo, al sentir sus dedos por debajo de mi falda en dirección a mi coño, pero igualmente no le dije nada, solo entreabrí las piernas. El con maestría, sorteo mi tanga y comenzó a tocarme de una forma que me hacia mantener los ojos cerrados, para poder concentrarme en lo que le estaba haciendo. Me pareció que me daba un mareo, pero no es que el me había bajado la cabeza, hasta su entrepierna y al abrir los ojos, encontré un pene delante de mi, así que me lo puse en la boca y comencé a lamerlo y chuparla al ritmo de sus dedos, que se metían en mi coño, como si se tratasen de una perforadora. Estaba, demasiado caliente y lo cierto es que no pensaba, pero de pronto el silencio nos hizo parar sobresaltados. El ruido del agua había parado. 

*- ¿Cómo vais chicos? La voz de su mujer sonó desde el baño. 

*- Bien cielo, vamos a mi guarida a fumar. 

*-Bien cierra bien la puerta que no entre el olor en casa. 

Con el beneplácito de mi amiga y la ropa descolocada, casi corrimos hasta el cuarto llamado la guarida. El tenía algunas cosas allí, así como el equipo de musculación y lo usaba para fumar, mi amiga pocas o ninguna vez entraba allí. Me medio tiro encima del banco de abdominales y me termino de quitar el tanga para lanzarse sobre mi coño. Dos lengüetazos intensos que me pusieron muy caliente y le tuve dentro. Me estaba penetrando como loco, con esa enorme polla y cada vez que me entraba, sus huevos me golpeaban el culo. Mientras que yo me sujetaba a lo que podía, me mordía los labios, no quería que un mal sonido, nos delatara. Dentro fuera, dentro fuera hasta que con un gruñido se vino en mí mientras que yo lo estrangulaba con mis piernas y le agarraba por el trasero, por que era incapaz de aguantar tanto placer sin correrme. Cuando todo había terminado aun podía sentir su capullo palpitar dentro de mi. Cuando mi amiga salió por la puerta, nos encontró sentados a más de un metro de distancia y con una barrera de cojines. Sonrió.

*-No seréis capaz de llevaros bien nunca?

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