Capítulo 31

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(Las palabras en cursiva están en español, las negritas son recuerdos o mensajes).

(Texto alineado a la derecha con letra normal, son sueños o voces)


Unas manos pasaron detrás de su espalda y debajo de sus rodillas. El viento revolvió su cabello y sus brazos rápidamente se sostuvieron de él para evitar una caída. Apenas podía escuchar su propia respiración, el penetrante estruendo del aire no la dejaba captar absolutamente nada a su alrededor y se obligó a cerrar los ojos para evitar que se resecaran. Pietro realmente corría con gran rapidez a pesar de llevarla en brazos.

En cuestión de segundos Pietro se detuvo y la depositó delicadamente en pasto, aún casi en un completo shock. Su cabello ahora más revuelto cubría un poco aquellos penetrantes ojos azules turquesa casi llegando a un delicado verde como los de Wanda. Las similitudes entre sus facciones y las de su amiga pelirroja eran increíbles; la misma nariz, finos labios, oliva piel y forma de ojos. Vaya que eran mellizos.

-No puedo creerlo- murmuró Pietro y repentinamente la abrazó, levantándola del suelo de un tirón. Le dió un par de vueltas en el aire mientras carcajeaba- eres tú ¡Realmente eres tú! Un poco más grande y maltratada, pero sigues siendo tu.

-Eh ¿Gracias?- dijo Amaia, correspondiendo a su abrazo aún un poco extrañada con la repentina acción de Pietro, un joven que solo conocía por las historias que Wanda le contaba.

Recibió un beso en la mejilla y finalmente Pietro la bajó de sus brazos. Sus pies que aún temblaban por el pánico apenas pudieron sostenerla y se mantuvo aferrada a las manos del joven para mantener el equilibrio.

Aún no podía identificar nada a pesar de agudizar sus sentidos, ni siquiera lo que alguna vez fue su casa o su propio aroma.

-Oh dios, aún no puedo creerlo- habló Pietro, analizandola, sosteniendo sus hombros, su rostro y de vuelta a sus manos con suma delicadeza- estás viva.

-Y tú también- dijo Amaia, alzando las cejas

Pietro conectó su mirada con la suya, claramente confundido con su comentario.

-En mi universo estás muerto.

No era su culpa decirlo tan de golpe, Ruth salía cada vez que se sentía en peligro o cuando se encontraba en un lugar completamente desconocido. El pánico la hubiera invadido de no ser por el control de Ruth, estaba aterrorizada, era una chica en un lugar completamente nuevo. Cómo odiaba aquel sentimiento, era como caer de un pozo sin fin, las mariposas en su estómago tan insistentes causaron que la bilis subiera por su garganta y su respiración se atascara. La soledad se sentía igual que una caída libre, por ello que las odiaba tanto.

-Tu... oh, ya entiendo- dijo Pietro, relajando sus facciones una vez más, posiblemente algo decepcionado al descubrir que aquella no era la Amaia que esperaba- No era como que creyera que hubieras revivido o algo así, no, por supuesto que no.

El joven se rió de su propia ocurrencia y Amaia sólo pudo responder con una extraña risita que mezclaba sus interminables nervios, miedo y ligera incomodidad.

-Ver personas con poderes ya es bastante- comentó Amaia- te hace creer que cualquier cosa es posible.

Solo rezaba que los Vengadores existieran en ese lugar o al menos como ella los conocía.

Pietro rió, asintiendo.

-Cierto.

Amaia bajó la mirada, para luego observar alrededor, notando que la ciudad no estaba ni cerca de ellos y Pietro posiblemente los había llevado a un lugar lejano para poder aclarar un poco su cabeza y lo que ocurría. Respiró profundo, dejando en el fondo de su mente el temblor que quería presentarse.

The Red Shadow: the new experimentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora