The Red Shadow: the new experiment

Capítulo 28

(Las palabras en cursiva están en español, las negritas son recuerdos o mensajes).

(Texto alineado a la derecha con letra normal, son sueños o voces)

Los gritos de sus amigos, la oscuridad a su alrededor, las débiles luces que la dejaban caminar y las manchas de sangre en cada pared. Todo parecía salir de una de sus peores pesadillas, se sentía inútil, desesperada y frustrada; cada paso que daba era dudoso y temblante, cada metro recorrido como un lugar completamente desconocido. El traqueteo del Sonido de la muerte acariciaba su nuca, envolviendola en su mismo pánico.

Tragó grueso, sosteniendo fuertemente el arma en sus manos. Los pedidos de ayuda de los agentes habían desaparecido unos minutos atrás junto a la caída completa de las comunicaciones, lo que la dejaba sola en medio de esa bodega.

Disparos, más gritos de dolor, pero está vez los reconoció; Wanda.

A la mierda tratar de esconderse, a la mierda tratar de emboscar a la Sombra Roja, a la mierda tratar de sobrevivir.

-¡Wanda!- exclamó, empezando a correr hacia los quejidos de dolor de una de sus amigas más cercanas- ¡Wanda!

-¡Natasha, corre!- gritó de vuelta.

Corrió hacia el sonido, esquivando escombros de lo que fuera que se construyera en aquel lugar y tropezando con otros.

Tres disparos, más quejidos. María.

Se detuvo. Se habían escuchado del otro lado. El aroma a óxido no tardó en inundar el lugar, agitando su respiración pensando lo peor del primer herido: Carlos.

Más golpeteos, y otro grupo de disparos. Ésta vez, nadie se quejó. Su cabeza golpeó el suelo y su cuerpo dejó de responder.

-¡Natasha!

Un líquido caliente empezó a brotar de su abdomen y pecho, aumentando el aroma del óxido inundando su nariz, respirar empezó a ser difícil y estaba perdiendo la conciencia más rápido de lo que era normal.

-Necesito una ambulancia ¡ya!- el grito de Tony.

-No cierres los ojos, solo mírame ¿Okey? Mírame, no te atrevas a cerrar los ojos- pidió la voz de Bucky, a lo lejos. Se escuchaba como un eco que disminuía su volumen y apenas podía sentir sus manos presionando una de sus heridas- ¡¿Dónde está la puta ambulancia?!

Y su cuerpo se sumió en la oscuridad.

Poco a poco empezó a sentir su cuerpo nuevamente, primero la punta de sus dedos, luego sus manos y pies, piernas, brazos y al final el torso, recordándole lo ocurrido con un rayo de dolor que recorrió desde su pecho hasta todo su cuerpo. Los sentidos regresaron a ella, dándole la oportunidad de sentir una mano sobre la suya que le entregaba una familiar calidez. Sus ojos lucharon por abrirse y poco a poco lograron su cometido.

El pitido de la máquina que marcaba sus latidos penetró en su mente y le dió la pista que necesitaba para saber dónde se encontraba.

-Creí que tendría que quedarme otra noche- comentó la voz de Yelena a su lado, un poco amortiguada por la poca audición de Natasha.

Los esmeraldas de la mujer viajaron por todo el lugar, notando los aparatos a los que estaba conectada y los barrotes que protegían las ventanas. Frunció el ceño al notar que no se sentía tan cansada como esperaba, en cambio, parecía haber despertado de un largo y acogedor sueño.