Capítulo 16

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(Las palabras en cursiva están en español, las negritas son recuerdos o mensajes).

(Texto alineado a la derecha con letra normal, son sueños o voces)



Todo a su alrededor era oscuro, el viento corría suavemente mientras aquella mano se aferraba a la suya con fuerza. Sus pequeñas piernas se movían con rapidez, absorbiendo ágilmente el golpe de los grandes brincos y la increíble velocidad que llevaban. Era como si ya lo hubiera hecho antes, sin embargo, se sentía cansado, su corazón palpitaba con rapidez y su respiración era profunda para resistir el paso de la niña que lo llevaba. Se sentía acostumbrado a ello por más extraño que le pareciera.

Una pequeña construcción se hizo presente a unos metros. El alivió lo recorrió ¿Por qué?

Sus piernas empezaban a entumecerse debido a un posible contacto con agua helada. Su cuerpo entero empezaba a temblar. Ya no podía más.

Sus piernas fallaron y cayó. La mano que lo sostenía lo soltó, pero los pasos apresurados se acercaron a él.

-Vamos 9. Arriba, estamos cerca- dijo la aguda voz de la niña.

A pesar de observarla frente a frente, su rostro era completamente borroso, prácticamente indescriptible, no podía notar el color de sus ojos, su piel o su cabellera, solo captó la desesperación brillando en su mirada- no tengo mucho tiempo, levántate, por favor- rogó. Su voz sonaba ahogada, como si las lágrimas amenazaran con salir- puedes hacerlo. Sabes adaptarte, esa es tu habilidad. Solo hazlo, 9.

Sus palabras eran muy claras sobre su pronunciación, y no entendió absolutamente nada de ellas, por lo que consideró que se trataba de otro idioma completamente desconocido para él. Su acento estaba muy bien marcado, algo que no concordaba con su tipo de voz.

Las pequeñas manos de su acompañante se colocaron a sus costados, tratando de levantarlo. Ahí fue cuando notó que el temblor se presentaba igualmente en aquel delicado cuerpo, incluso notó uno más fuerte, pero ella parecía no inmutarse de ello.

Tomó las pocas fuerzas que tenía, su cuerpo se calentó repentinamente y empezó a trotar nuevamente, sacudiendo sus manos.

¿9?¿Por qué lo había llamado así?¿Acaso ese fue su nombre en su niñez?¿Qué clase de padre le ponía a su hijo un número como nombre?

-Eso es, tu puedes, ya casi llegamos, no te rindas, por favor- murmuraba la niña que lo ayudaba a mantenerse en pie- el dolor no puede vencerte, mucho menos el frío, eres fuerte. Tu sabes adaptarte.

Y entre palabras de aliento de parte de esa pequeña, llegaron a unos metros de la construcción.

-¿Pude hacerlo?- cuestionó su propia voz en aquel idioma que aún no podía comprender, sólo que mucho más jóven- ¿Lo hice 37?

-Lo lograste. Estoy orgullosa de ti- respondió la niña con una gran sonrisa.

A pesar de la corta edad que aparentaba debido a su tamaño, sus movimientos eran mucho más controlados que los propios, cosa que se le hizo extraño. Ella lucía de 3 años.

-Ahora, tengo que irme- dijo la niña y sintió su corazón presionarse en su pecho ¿Quién era ella? ¿Y por qué era tan importante para él?

-¿Vendrás por mí después?- preguntó su voz

-No habrá un después- negó la niña.

The Red Shadow: the new experimentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora