Capítulo 9.

2 1 0
                                    

– Déjame ver si entendí
– Okey
– Tu quieres causarle celos a tu novio pagándole la misma moneda
– Así es, tal vez un poco peor
– De acuerdo, ¿Qué quieres que haga?
– Quiero que tú y yo estemos  coqueteando frente a él
– No, eso no
– Dylan, por favor

Dylan había salido de la oficina administrativa, había escuchado poco de la conversación, a Dylan le ofrecieron ir a cada entrenamiento que nosotros dábamos en la escuela para fotografiar evidencia para el periódico estudiantil, así que se me ocurrió una gran idea, usando a Dylan a mi favor, lo malo es que a Dylan hay que persuadirlo demasiado para que acepte. Lo cual no fue problema

– Por favor, ayudame
– Oye, no puedo coquetear con mi mejor amigo
– ¿Y por qué no? Eres un desvergonzado
– Eso no tiene nada que ver
– Dy, ayudame. ¿Puedes?
– ¿En serio quieres que estemos coqueteando frente a unos adolescentes para que tu novio tenga celos y sepa lo que se siente estar en tu lugar?
– No es tan difícil, además son adolescentes, no lo entenderán
– ¿Y para eso te vas a aprovechar de que voy a ir a fotografiarte?
– No me digas que ni una vez, tú me has comido con la mirada – Desvío la mirada, cerrando sus ojos y tragando en seco – Lo sabía, maldito
– No me odies – Volteó a verme incrédulo – Tu eres muy atractivo, y esa vez, estaba un poco mal
– ¿Mal? Querrás decir "caliente"
– Cállate, ¿Quieres?
– No importa, pero eres mi mejor amigo, Dy. Por favor, te pagaré
– ¿Qué tanto estás dispuesto a pagar por que estemos coqueteando por unas horas?
– Lo que quieras
– ¿Pagarías una reparación de mi auto?
– ¿Qué tiene?
– Creo que se descompuso la bujía, tengo que mandarlo al taller, no se muy bien que le pasa, pero es importante que lo lleve, no quiero quedarme en medio del camino
– Cierto, okey. Yo pago la reparación de tu auto
– Muy bien, lo haré
– Será divertido
– No solo vamos a coquetear
– Ah, ¿No?
– No, ¿Quieres causarle celos? Hay que hacerlo de una manera muy ruda, peor de lo que él hace con su amigo
– ¿Muy ruda?
– Ya lo verás, tu solo sígueme la corriente y muestra tu lado Bar Man Calavera
Okey, por algo me dicen así
– Ya verás, tu novio estará muerto de celos y ahí te aprovecharás eso
– ¿Cómo?
– Déjalo que hable, luego te disculpas mientras lo abrazas, después lo besas, primero dulce y luego empezarás a subir de tono poco a poco. Es adicto a ti, ¿No?
– Si, le gustan mis besos
– Ahí está, usa eso a tu favor, unos besos puedes llegar a más, mientras no haya interrupciones de por medio, así que encárgate de poner silenciador a su teléfono, así su amigo no te molestará mientras te lo comes
– No creo que tener sexo ayude mucho
– No digo que ya te lo lleves a la cama, aún es muy pronto, pero al menos, dale un preliminar, así verá que realmente vales la pena
– Eso sonó grosero
– Pero así él lo verá, déjame un fuego permanente, que lo invada día y noche, tanto su mente como su entre pierna
– Jajaja jajajaja, ¿Tanto así?
– No dejaría que nadie más lo toque, solo tú porque lo harás sentir bien, con tan solo una caricia o tu voz o un beso
– Tendré posesión de su cuerpo, tanto a como a mí se me antoja
– Exactamente, si puedes hacerle eso, lo demás será fácil y muy pronto tendrás sexo con él
– Eres un genio maldito
– Por algo soy El demonio romántico
Si esto llega a funcionar, te deberá una
– Claro, para están los amigos
– Te veré el lunes en la práctica
– Hasta entonces

Lunes en la práctica de la escuela. Dylan llegó en su auto BMW, vestido de jeans blancos, camisa negra y una playera delgada roja, con sus lentes oscuros negros cuadrados. Típico de él. Jean y yo lo acompañamos a los salones, en donde damos práctica a firmar. El último salón, es el de Chris, lugar en donde se hará de todo.

Al entrar, su maestro estaba calificando, Chris estaba en la última fila de lado de la ventana, justo detrás de él, esta su amiguito Eduardo. Jean, Dylan y yo estábamos en la puerta, esperando que se desocupara el maestro. La espera no fue problema, no tardó mucho, Dylan paso y después de entregarle una hoja, se recargo en la ventana, viéndome detalladamente, señal de que era hora de jugar.

Hacia calor en el ambiente, empeoró al ver a Dylan lamiéndose los labios, de forma lasciva, su lengua recorriendo cada labio, de arriba a abajo, sonriendo de manera perversa, pero al mismo tiempo coqueta, mostrando sus dientes y su lengua jugando con sus labios, dando indirectas de lo que haría con lo que tengo entre mis piernas. Yo le seguí el juego, lamiendo mis labios, sonriendo con coquetería, riéndonos de lo bien que sale al ver de reojo a Christopher y notar que está a punto de romper su pluma por mitad, con una expresión de enojo, celos y iría incontrolable.

Fue el blanco perfecto para seguir el siguiente paso. El maestro le había llamando la atención a Dylan, por lo que se fue a la puerta con mucha amabilidad y nerviosismo. Al llegar a la puerta, Jean estaba en su celular con una sonrisa de complicidad y diversión, riéndose entre dientes. Mientras que yo solo veía a Dylan con coquetería y al mismo tiempo deseo, él igual me miraba así, tal vez un poco más fuerte al estarme recorriendo con la mirada, hasta que Jean le pregunto
– ¿Qué tanto lo ves?
– Nada, solo tengo curiosidad sobre como son sus labios – Su respuesta con mucha naturalidad
– ¿Mis labios?
– Si, me preguntó como serán – Levantó su mano, tocó mis labios con su pulgar – Son suaves
– ¿Ya acabaste de jugar? – Lo regaño Jean
– No, todavía no – Su pulgar paso a mis dientes, mismo movimiento de la mano en los labios. Sonrió de forma muy burlona – Fuertes, blancos y bonitos – Después metió su pulgar a mi boca, buscando mi lengua, acariciándola, de arriba a abajo, al mismo tiempo que se pasaba la lengua por sus labios – Una lengua muy suavecita – Sonrió muy descarado, yo le sonreí de forma perversa mientras chupaba su pulgar
– Oigan, ya basta, nos están mirando – Nos llamo la atención Jean y Dylan saco su pulgar de mi boca – Gracias, creí que nunca acabarían – Se quejo mientras abría su botella con agua
– No es nuestra culpa – Se rió Dylan, luego paso su lengua por su pulgar, saboreando mi saliva que quedó – Tu saliva es buena, me preguntó a qué sabrá la que tienes en las piernas

En el momento en que terminó esa frase, Jean estaba tomando agua y luego la escupió en mi cara, y Dylan solo se rió. Mientras que me estaba limpiando la cara. Los demás estudiantes solo nos miraban con diversión, pero cierta persona me miraba con mucho celos y enojo. fue el detonante perfecto para pasar al siguiente movimiento.

Al final del día, me vino a buscar al salón de de deportes, yo estaba esperando a Jean en el escritorio, al verme hizo una rabita muy linda de alguien que esta extremadamente celoso

– ¿Por qué hiciste eso?
– ¿Qué cosa?
– Lo que hiciste en el salón con tu amiguito
– Ah,beso, ¿Tienes algún problema con ello?
– Si, tu eres mi novio, no deberías dejar que otros chicos te hicieran ese tipo de cosas
– ¿Y tu si? Porque eso es lo que haces todo el tiempo con Eduardo y no te digo nada, en cambio, yo lo hago de una manera tan fuerte y me haces una rabieta que no te queda hacer, eso es ser muy hipócrita de tu parte
– ¿Fue por eso que lo hiciste?
– ¿Por qué otra razón lo haría?
– ¿Y tenia que ser así?
– De otra forma no ibas a aprender
– Si dejo que Eduardo, ya no me haga nada, ¿Tu harías lo mismo?
– Primero demuestra que ya no dejaras que Eduardo te coquetee y te manosee teniéndome a mi y después veré si yo hago lo mismo
– Esta bien, lo hare
– Más te vale  

Me miro fijamente a los ojos y yo me acerque lentamente a sus labios, un beso calmado, como pedir una disculpa, después fue subiendo de nivel, hasta que nos faltó el aire.
– ¿Puedes ir a mi casa en la noche?
– Estaré ahí a las once
– Bien, adiós
– Adiós

Me salí del salón, bueno, al parecer hoy voy a tener sexo.

  
Continuará...

Un Trato Por Conveniencia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora