En la boca del lobo

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Veo como Starrk comienza a caminar dándome la espalda, lo que me indica que o confía en mi, o sabe que no soy ninguna amenaza. Giro la vista hacia donde el pelirrojo ha salido corriendo y siento algo más de calma. Sin duda Renji, como lo ha llamado Starrk, parece tenerme un odio personal. Su forma de mirarme me hace sentir escalofríos, aunque no puedo dejar de reconocer que su aspecto, es un tanto peculiar. Es la primera vez que veo a alguien con ese color de pelo. Es... bonito...

Una leve caricia en mi rostro me hace mirar a mi hijo y ver su preocupación.

-¿Estas bien papi?- Susurra haciendo que el corazón se me hinche de amor por él.

Sus ojos son idénticos a los míos y tan expresivos que a veces temo que eso le perjudique en su vida.

Cuando supe que estaba en estado, lloré. No es que odiase mi naturaleza doncel. En mi familia es algo habitual y nos criamos consciente de sus pros y sus contras. Nunca me había planteado si realmente querría tener hijos, esa opción me fue arrebatada aquella noche, por aquel "animal". Tan solo saber que su crueldad me había dejado una parte de él en mi interior me hacia querer arrancarlo de mi, pero mi estado físico era tan delicado que era mas arriesgado interrumpir el embarazo que llevarlo a termino.

Aun recuerdo las miradas de lastima de mis hermanos, sobre todo de Sen. Sé que siempre me había admirado y supongo que verme tumbado tantos meses en una cama de hospital hizo que su imagen de mi cambiara radicalmente. Eso también me hizo odiarlo. A pesar de las operaciones y medicamentos que tomaba para el dolor, el embarazo continuó sorprendiendo a algunos de mis médicos. Ellos pensaban que la criatura que gestaba no llegaría a termino debido a mi debilidad, mis traumas y la medicación que tomaba.

Realmente a mi me daba igual si no llegaba a tenerlo. Su simple presencia era el recordatorio más palpable de lo que había sucedido. Ni las marcas en mi piel, ni los desgarros internos o las fracturas soldadas. Todo aquello no era nada en comparación con ver como mi vientre crecía mes a mes, sintiendo sus movimientos y sus patadas.

Aún así, yo solo rogaba a los dioses por que aquello terminara lo antes posible. Y a los cinco meses de mi agresion, cuando tan solo llevaba dos semanas fuera del hospital, me puse de parto. Fue tan sorprendente que no tuve tiempo de nada más que de acudir a urgencias con la esperanza de que todo aquello, por fin terminaría. Un bebe nacido a los cinco meses no sobreviviría y yo sería libre al fin para dejar todo aquello atras, pero na vez más, para mi sorpresa y la del resto, el bebe nació perfecto, casi como si hubiera estado gestándose nueve meses en mi interior.

Que poco podía yo imaginar lo especial que sería mi pequeño.

-Sabes luchar.- La voz de Starrk me saca de mis pensamientos al llevar junto a la grua. Veo como engancha mi vehículo con el gancho y me mira con cierta curiosidad.

-No me gusta ser una victima.- Digo viendo como eso parece sorprenderle.

-¿Qué edad tiene el cachorro?

-Cinco años y se llama Haruka, no cachorro.- Digo molesto. No me gusta que lo llamen así. Es mi hijo, no un animal.

-Asi llamamos a nuestros pequeños. No es un insulto. Para nosotros es lo natural.- Dice con un ligero encogimiento de entrecejo.- Sube.

En cuanto dice eso, siento cierto pánico. No quiero ir a su poblado, reserva o como lo llamen. Ellos podrán estar allí. Él podría estar allí. No sé si me reconocería. No sé si incluso recordará algo de aquella noche, pero he vivido intentando evitar por todos los medios que nuestros caminos volvieran a cruzarse y no quiero arriesgarme.

-Preferiría no ir... a tu poblado...

-Mira, estoy siendo educado. Podría obligarte a ir. Podría maniatarte, meterte en la parte trasera dentro de un saco, y llevarte igualmente.- Dice haciendo que tenga que tragar. Ahora parece molesto por como chasquea la lengua.- No lo haré ¿vale? No somos salvajes. Solo exponía el punto de que si quisiera obligarte podría. Eres humano. Nunca permitiríamos a uno acercarse a nuestras viviendas, así que tómalo como un privilegio.

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