Inicio de la convivencia

311 46 256
                                    

-¿Todas las casas están así de lejos?- Pregunto a Starrk cuando detiene el todoterreno en el que me ha traído hasta una cabaña casi perdida en el bosque. Esto tiene que ser una broma.

-Tenemos mucho terreno en la reserva y a los lobos nos gusta sentir que tenemos nuestro propio territorio, por eso, cada uno construye su vivienda a una distancia prudencial de sus vecinos, pero lo suficientemente cerca como para saber si hay problemas.

-Espero que al menos no vayáis marcando los arboles.- Digo entre dientes antes de darme cuenta de que lo he dicho en alto.

Starrk me mira sorprendido y luego estalla en carcajadas. Incluso juraría que he oido otras risas en la lejanía, lo que me hace mirar a nuestro alrededor.

-Odio reconocer que algunos lo hacen.- Dice encogiéndose de hombros mientras sube los tres escalones que dan al gran porche de madera de la cabaña.

Me detengo por un segundo en admirar todo lo que me rodea. El bosque es frondoso pero sin llegar a ser oscuro, dejando pasar la luz sin problemas. El aire está algo humedo, pero no como la humedad de Tokyo. Allí el aroma a sal te recordaba que era por la proximidad del mar. Aquí, es un aroma diferente, a tierra mojada, a naturaleza, a montaña.

Desde aqui se puede ver a bastante distancia un par de viviendas, y aunque no aprecie los detalles, puedo intuir que no su construcción no tiene nada que ver con esta. Haruka absorbe de nuevo y puedo ver un brillo en sus ojos que me encanta. Sé que es feliz. Él podría ser feliz en un lugar como este. Su naturaleza no se puede negar y eso, me hace doler un poco el corazón por la vida que le he obligado a llevar. Huyendo. Escondido. Sin socializar demasiado. Sin familia ni amigos, más allá de mi...

-Esas son las viviendas de otros ejecutores.- Vuelvo a la realidad cuando Starrk me habla y lo miro sintiendo que intenta analizarme de nuevo. Odio que hagan eso.

He de reconocer que la vivienda es increíble incluso vista desde fuera. Una cabaña de una sola planta, toda de madera oscura, con un porche que ocupa toda la parte frontal con un par de grandes ventanales que no ocultan el interior. Casi pareciera que estoy en una de esas películas americanas donde un grupo de amigos alquilan una cabaña en el bosque... y al final todos mueren... Mierda. Ese no es un pensamiento que necesite en este momento.

Starrk entra en la casa sin usar ninguna llave lo que me deja totalmente paralizado. Conforme entramos, Haruka va olisqueando todo a su alrededor, aunque lo hace de forma sutil, tal como le enseñé hace tiempo. No podía permitir que mi hijo fuera olfateando todo y a todos los que se cruzaran con nosotros como si fuera un perro.

-Renji estará al llegar.

-¿No... teneis cerraduras o llaves?

-Algunos las tienen, pero casi nadie las usa a menos que realmente no quieran ser molestados.- En cuanto me mira con esa medio sonrisa, sé por qué no querrían ser molestados.- Ya no estas entre humanos. Aqui no hay delincuencia, no hay robos o cualquier otro delito que pudieras imaginar.

-Solo asesinato ¿no?- Cuando me quiero dar cuenta lo he soltado y puedo ver como me mira algo serio hasta asentir alzando las cejas como si no fuera algo importante.

-Supongo que sí. Aunque nunca entre nosotros.- La naturalidad con la que habla de este tema me hace estremecer. Realmente somos muy diferentes y ellos, tienen una moral absolutamente contraria a la nuestra, o al menos a la mia. Lo vivi en carnes propias aquella noche con toda esa brutalidad y lo estoy comprobando ahora mismo, con esa afirmación del ejecutor jefe del alfa.- A menos que uno de nuestros miembros haga algo realmente terrible como para no poder ser perdonado.

-Si aqui sois todos tan cercanos, ¿que impedirá que cualquiera venga y entre para intentar atacarme?

-Renji.- Dice como si fuera la respuestas más obvia del mundo.- Esa es su casa, por lo que nadie osaría entrar sin su permiso aunque la puerta estuviera abierta. Es un ejecutor y por lo tanto, nadie osaría cometer la estupidez de venir buscando problemas con él.- Cuando dice eso sonríe como recordando algo divertido.- Además, todos en la reserva saben que la cabaña de Renji es su territorio. Aquí, respetamos el territorio como algo sagrado.

MANADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora