La Fiesta

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Caminamos en silencio hacia la gasolinera. No sé qué será exactamente lo que ha hecho que el humano se quede pensativo, pero supongo que estará intentando gestionar toda esta información. Sería bueno que supiera todo lo relacionado a instintos o procesos por lo que Haruka pasará cuando llegue a su edad adulta. Dioses, estoy seguro de que ni siquiera tiene idea de que la vida de su hijo no será para nada como la vida de un humano, aunque vivira entre ellos. ¿Hasta donde es prudente contarle?

Entramos en la tienda de la gasolinera y sonrío viendo como Rangiku cierra la revista que estaba leyendo.

-Vaya, Renji. Dichosos los ojos.- En cuanto dice eso, me lanza una medio sonrisa que sé identificar al momento.

-No tengo tiempo para peleas, Ran.- Veo como Byakuya se detiene sutilmente valorando la situación.

-Oh, venga ya. Sabes que eres el único de los ejecutores que acepta mis duelos.

-No los acepto.- Digo riéndome por lo bajo.- Tu me atacas y yo respondo. Eso no tiene nada que ver en aceptar duelos o pelear por diversión mutua.

De nuevo esa mirada interrogante y cauta de Byakuya me hace mirar a la pelirroja que sonríe analizándome.

-¿Vienes a por tus pedidos?

-Así es.- Digo viéndola salir de detrás de su mostrador, pero cuando creo que va a ir a la trastienda a por mis últimos pedidos online, veo como se acerca a Byakuya con tanta inercia que este retrocede un par de pasos antes de plantarle cara.- Oe Ran...

-Tranquilo, Renji. No voy a hacerle nada a tu humano.

-No soy su humano.

-No es mi humano.

Ambos nos miramos cuando respondemos al unísono y Ranguiku comienza a reírse hasta que ve mi seriedad. Es cierto que Rangiku es una loba bastante joven y le encanta buscar juegos con lobos fuertes para probarse a si misma. Es divertida, fresca y, aunque a veces es un poco tocapelotas, por lo general es una loba seria y respetuosa, pero muy curiosa.

-Uau... solo queria verlo de cerca.- Dice alzando las manos.- Es muy guapo. Y huele a limpio, a diferencia de muchos de la reserva.- Dice mirándome con una medio sonrisa.- Me han dicho que te golpeó la primera vez que os encontrasteis.- Puedo notar la fascinación en sus ojos.

-Fue un malentendido.- Dice rápidamente Byakuya. Estoy seguro de que no quiere remover aguas turbulentas del pasado.

-Y solo me golpeó porque jamás pensé que lo haría.- Digo viendo como arruga su entrecejo y alza un poco su barbilla. Tiene orgullo. Me gusta.

-¿Tampoco pensaste que podría tirarte al suelo e inmovilizarte?- Aprieto levemente la mandíbula aspirando mientras Rangiku parece tremendamente entretenida. Yo le hago una advertencia con la mirada a Byakuya que parece pillar, aunque no la acepta de buena gana.

-Mejor espero fuera.- Dice saliendo y parándose junto a la puerta de cristal.

-Ran. Los paquetes.

-Ajá.- Dice alejándose y entrando en la trastienda.


***Byakuya***


Odio que me subestimen. Cuando luchaba en los campeonatos de la universidad, también solían hacerlo por mi estatura y mi constitución delgada. Es un error de principiante que me encanta demostrar, aunque fuera cierto que mi éxito contra Renji en ese primer encuentro, solo fue posible gracias al terror que me dominó en ese momento.

-Tu.- Escucho a mi costado. Cuando me giro puedo reconocer a la mujer que el primer día. La que había perdido a su hijo. En cuanto veo su mirada, me tenso, y más cuando se viene hacia mí directamente.- Tu no tienes derecho.

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