Epílogo.

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Solo tú, no necesito más.

1 año y 7 meses después.

Habían planeado su boda a lo largo del tiempo después de su compromiso, y aunque para ellos lo más importante era que estarían juntos para la eternidad querían que la boda fuese algo inolvidable, algo que pudieran recordar cuando sean ancianitos y beban café juntos mientras observan el atardecer.

Todo había sido perfecto y meticulosamente planeado por Quackity y Luzu con la ayuda de sus amigos, sí, perfectamente planeado pero aún así todos corrían alterados, alternando entre las decoraciones de la boda y la preparación de los novios.

Optaron por una boda simbólica, es decir, sin la necesidad de meterse en temas religiosos por el respeto a lo que cada uno consideraba.
Sería tal cual una boda como en las películas, pero en este caso no habría un padre de por medio oficiando la boda; habían contactado a un hombre mayor que se dedicaba a realizar ese tipo de bodas y sería el encargado de unirlos en matrimonio.

-Aún no puedo creer que vayas a casarte pequeño.- Yato peinaba su cabello con delicadeza, lo había dejado un poco más largo de lo habitual para la boda.

-Ni yo, sigue siendo algo irreal.- rió suavemente viendose al espejo.- Pero estoy felíz de que vaya a suceder.

-Estoy orgulloso de lo que has logrado.- el de mechón rosa besó su cabeza con cariño y se alejó para tomar en sus manos lo que parecía ser una pequeña corona con un velo.- Mereces ser felíz con el amor de tu vida.

-Te quiero hermano.- dijo sonriendo por el espejo.- Pero dejémonos de cursilerías o terminaremos llorando, no quiero que se me corra el maquillaje.- fingió limpiarse el ojo y el contrario rodó los ojos.

-Que diva.- colocó la pequeña corona en su cabeza acomodando el velo detrás.- Bien llamaré a tu madre, debe estar muriéndose por verte así.

Quackity asintió y lo vio salir de la habitación a paso veloz, se miró unos segundos tratando de asimilar que estaba a nada de casarse con Luzu.
Los pasos de su madre resonaron en el lugar y cuando la vio entrar por la puerta se levantó de su asiento; vio sus ojos cristalizarse y rápidamente fue a abrazarla, besando su cabeza con una media sonrisa.

-Hola mamá.- se alejó un poco limpiando las mejillas de su madre, tratando de arreglar el maquillaje que comenzaba a correr.- Mírate, luces espléndida. Digna de la realeza.

Rió entre sollozos y levantó la vista hacia su pequeño, mirándolo con ternura.- Mírate a ti, te ves precioso cariño. Pareces un príncipe sacado de un libro.- acarició la mejilla del menor y este se recargó en la palma de su mano.- Espero que seas muy felíz Alexis, estoy orgullosa de ti.

-Gracias mamá.- su corazón se encogió ante las palabras de su madre y la abrazó, dejando salir unas cuantas lágrimas.

-Pero no llores, debes verte perfecto para el gran momento.

Se alejó asintiendo mientras limpiaba sus lágrimas con una sonrisa, normalmente no lloraba pero aquel momento lo había hecho sentirse más vulnerable que de costumbre.
Dejó salir el aire sujetando las manos de su mamá, para segundos después ver entrar a Yato y Tako en traje elegante.- Es hora, Quackity.

- Es hora, Quackity

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"Querido profesor" - LuckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora