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Cuando entro a la cafetería recorro con la mirada la cara de la gente que disfruta de su desayuno de domingo y veo a Jihyun sentado en un rincón, con el rostro hundido en el periódico. Tiene un aspecto fenomenal, está guapísimo. Cruzo el café a toda velocidad y me echo a sus brazos.

—¡Pero bueno! —Se echa a reír— ¿Es que te alegras de verme?

Me abraza a su vez mientras yo estoy totalmente encima de él. Estoy tan contento de verlo que toda la anticipación, el estrés y la emoción de las últimas semanas vuelven a desbordarme.

—Oye, nada de eso —me regaña.

—Lo siento. —Aparto la cara de su pecho y me siento a su lado. Me coge la mano.

—Sécate las lágrimas, anda —me sonríe— Es lo mejor que te ha podido pasar en la vida. Estás mejor sin él.

Vaya, ¿se cree que estoy llorando por Changbin?. La alternativa sería contarle todo lo demás, y eso no puedo hacerlo, nos tiraríamos aquí un mes entero. Me seco las lágrimas.

—Lo sé. Han sido unas semanas de mierda. Estoy bien, de veras.

—Olvídate de él y sigue con tu vida. Tienes que recuperar el tiempo perdido. —Me pasa la mano por el brazo con afecto— ¿Qué hay de ese tipo que tiene a Changbin lloriqueando?

Mierda, esperaba evitar cualquier pregunta relacionada con Minho. Me hacía ilusiones, claro.

—Se llama Minho. No es nada. Sólo es un amigo.

—¿Sólo un amigo? —Me mira en absoluto convencido, y yo me llevo la mano a mi dedo.

—Sólo un amigo —repito sacudiendo la cabeza— Felix tuvo un momento tenso con Changbin y pensó que lo haría callar si exageraba un poco la verdad.

—Con que hay parte de verdad... —Me observa, inquisitivo.

—No. —Necesito cambiar de tema— ¿Cómo están mamá y papá?—Me dirige una mirada de advertencia.

—Amenazan con venir a visitarte y dejarte como nuevo. Mamá dijo algo de un extraño que respondía a tu móvil la semana pasada. Imagino que él es esa «verdad exagerada», ¿no?—Vale, mis maniobras de distracción han fracasado miserablemente.

—Sí, sí. ¿Podemos cambiar de tema, por favor? —sueno molesto. Jihyun levanta las manos en un gesto defensivo.

—Ok, Ok. Sólo te digo que te andes con cuidado, Jisung.

Me hundo en la silla y pienso qué opinarían mis padres de Minho. No les gustaría, ni siquiera aunque no tuviera ningún problema con la bebida y La Mansión. Es mayor que yo. Puede que le salgan los billetes por las orejas, pero eso no va a impresionar a mis padres, y el hecho de que le guste pasar por encima de quien sea de vez en cuando tampoco ayuda. Me es casi imposible disimular la frustración cuando se comporta como un niño. Aunque quizá lo rápidamente que ha aceptado mi negativa de acompañarlo a La Mansión esta mañana sea el cambio que he estado esperando.

Pedimos café, agua y unas pastas, y charlamos sobre el trabajo de Jihyun, sobre lo que hizo y sus planes para el futuro. Le va bien. Su amigo está ampliando la escuela de surf y quiere que Jihyun sea su socio. Me alegro por él pero, por motivos egoístas, por dentro me siento un poco decepcionado. No parece que vaya a volver a Corea o Malasia.

—¿Qué tal está Felix? —pregunta mientras mordisquea las esquinas de su bollo y finge un desinterés total.

Debería abstenerme de mencionar a Hyunjin. No creo que a Jihyun le guste ese detalle.

—Sigue siendo Felix—digo como si nada, a pesar de que me siento muy incómodo hablando de él con Jihyun. No me parece bien— ¿Y tú? ¿Alguien a la vista? — pregunto arqueando una ceja mientras dejo el café y cojo el agua.

ManiacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora