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Son casi las seis cuando empiezo a ordenar mi mesa. Los demás ya se han ido, así que me toca cerrar la oficina y conectar la alarma. Felix se acerca con Margo Junior y me subo a la furgoneta.

—No puedo creer que dijeras lo de la noche de copas delante de Minho —disparo en cuanto me he abrochado el cinturón de seguridad. A pesar de lo enfurruñado que estoy, me maravillo de lo cómoda que es su nueva furgoneta.

—Yo también me alegro de verte —responde adentrándose en el mar de coches— Ha dicho que podías ir. ¿Qué problema hay?

—El problema es que no me va a dejar beber porque le ha dado por pensar que voy a acabar muerto o algo así si él no está ahí para protegerme.— Felix se echa a reír.

—Qué tierno.

—No, no es tierno. Es ridículo.

—Bah, no tiene por qué enterarse. ¡Podemos rebelarnos!

—¿Estás de coña? —Me río, aunque ahora mismo quiero ser un rebelde. Me apetece emborracharme pero eso sería muy desconsiderado— Acaba de tener una pataleta por un cliente, un hombre. De hecho, me ha fastidiado la reunión con Kang Yeosang y ha marcado su territorio. Ha sido horrible. 

—¡Puaj!

—Lo bueno es que ya sé cuántos años tiene.

Los ojos de Felix brillan de la emoción.

—¿De verdad?. — Asiento.

—De verdad.

—Oigámoslo. Revela el misterio de la edad.

—Treinta y siete.

—¡No! —exclama en plan teatral— ¿En serio? No los aparenta. ¿Cómo lo has descubierto?

—Ayer por la mañana le enseñé a Minho el recordatorio de la verdad.

No sé por qué se lo he dicho, ya que ahora querrá que le dé detalles.

—Lo sabías desde ayer, ¿y no me lo habías contado?

—Perdona. —Me encojo de hombros. Es que la edad es sólo una parte. Hay mucho más, pero necesito vino para hablar de esa mierda. Tengo que salir una noche para poder contárselo todo a Felix.

—¿Qué es un recordatorio de la verdad? —Frunce el ceño. 

—Pues consiste en esposar a Minho a la cama, un vibrador y servidor. —Lo miro—  Al parecer no le gusta compartirme, ni siquiera con una máquina.

Se echa a reír a mandíbula batiente y da un volantazo. Me agarro a la puerta.

—¡Felix!

—Lo siento —dice entre risas— ¡Cómo me gusta!

Tengo tanto que contarle... Aunque su situación me preocupa.

—¿Qué pasa contigo y con Hyunjin?

Deja de reírse en el acto.

—Nada.

Pongo los ojos en blanco y suspiro.

—Claro. Nada.

—Oye, ¿Qué te vas a poner para a la super fiesta? —Está claro que quiere cambiar de tema. 

—No lo sé. Se supone que Minho va a llevarme de compras.

—¿En serio? —dice— Pues exprime al máximo a ese ricachón.

—Aunque no tengo ganas de ir. No he vuelto desde aquel domingo, y Minhyuk estará allí —murmuro.

ManiacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora