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Me estoy mirando al espejo de cuerpo entero completamente vestido con un nudo en el estómago. Me he secado el pelo con secador, está perfecto y brillante. Luego de debatir conmigo mismo me he aplicado un poco de base en el rostro y bálsamo en los labios, levanto la vista nuevamente y veo lo que llevare puesto para el aniversario de la Mansión. Sin duda tiene un tacto increíble pero estoy que me subo por las paredes. No sé si es por el lugar al que voy o por si estoy teniendo un pequeño ataque de ansiedad de pensar que puede que a Minho no le guste como me vestí.

Me vuelvo para observar como la camisa muestra mi torso y mis clavículas en el espejo, ahora que me doy cuenta la blancura de la camisa hacen que mis pezones rosados sean levemente visibles en ellas. No es casi nada pero conociendo a Minho lo vera inmediatamente. Estuvo a punto de tener un infarto cuando me vio con la camisa que mostraba solo un poco mis clavículas.

Llaman a la puerta y el corazón se me sale del pecho. Tengo un nudo en el estómago.

—Sung, bebé, tenemos que irnos —dice en voz baja desde el otro lado. No intenta entrar, y ese gesto, junto con la dulzura de su voz, me indica que puede que él también esté nervioso. 

—¡Dos minutos! —grito. Mi voz es aguda y temblorosa.

Me rocío con mi loción favorita de Sauvage de Dior. No hay gruñidos ni gritos impacientes. Respiro profundamente, me echo aire al rostro con las manos y acomodo el cuello de mi camisa antes de salir del dormitorio en dirección a la escalera.

Veo la sala de estar y oigo las fascinantes notas de Nights in White Satin de Moody Blues que caen sobre mí desde los altavoces integrados. Sonrío para mis adentros y entonces lo veo.

Freno en seco en lo alto de la escalera y procuro recobrar el aliento. Es como volver a verlo por primera vez. Está impresionante con el traje negro, la camisa blanca almidonada y la corbata negra.

Aún no me ha visto. Camina despacio de un lado a otro, con las manos en los bolsillos y mirando al suelo. ¿Mi donjuán orgulloso y pagado de sí mismo está nervioso?.

En silencio, observo cómo se sienta, junta las manos y traza círculos con los pulgares en el aire. Vuelve a levantarse y a pasear de un lado a otro. Sonrío y, como si notara mi presencia, se vuelve y recibo de pleno el impacto de ver a mi hombre de frente, en todo su esplendor. Me quedo sin aliento y tengo que sujetarme a la barandilla para no caerme.

—Madre mía —dice, y tiemblo un poco bajo su intensa mirada.

Minho se acerca a la escalera sin apartar la mirada de mí. Bajaría para reunirme con él, pero mis estúpidas piernas están paralizadas y no logro convencerlas de que se muevan. Es posible que tenga que bajarme en brazos.

Sube la escalera sin que nuestros ojos se separen y, cuando llega hasta mí, me tiende la mano con una sonrisa. Respiro hondo, y pongo la mano en la suya. Lo dejo que me guíe por la escalera. Mis piernas parecen un poco más fuertes ahora que él me lleva de la mano.

Llegamos abajo y se vuelve. Recorre con la mirada mi cuerpo centrándose especialmente en mi torso y mis clavículas con una expresión que no logro descifrar. Da una vuelta a mí alrededor y me imagino su rostro viendo como el sastre marca mi trasero, cierro los ojos, rezando para no haber cometido un error monumental al haber elegido este conjunto. Coge aire y siento su dedo cálido en lo alto de la nuca. Lo desliza despacio por mi cuello y un millar de escalofríos viajan por mis terminaciones nerviosas. Traza un camino que termina cerca a mis pezones y siento el inconfundible calor de su boca sobre mi piel cuando me besa cerca de uno de ellos. Sus labios tibios me relajan. Si fuera a explotar ya lo habría hecho.

Lentamente, levanta la mirada y conecta sus ojos a los míos.

—No puedo respirar —susurra cogiéndome de la cintura y atrayéndome hacia su boca.

ManiacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora