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—¿A dónde vamos? —pregunto tras él.

Entonces se detiene, se da la vuelta y se postra sobre una rodilla delante de mí, a tan sólo unos metros de la mesa. Oigo cómo mi madre inhala súbitamente, y yo hago lo propio al instante. Bajo la vista y observo boquiabierto cómo me coge la mano y me mira con sus ojos negros y cristalinos.

—¿Lo hacemos a la manera tradicional? —me pregunta en voz baja. Me echo a temblar.

—Ay, Dios mío —exclamo a través del nudo del tamaño de un melón que se me ha formado en la garganta.

Me vuelvo lentamente en dirección a la mesa y veo que todos nuestros invitados observan atentamente. Mi madre se ha llevado la mano a la boca, y mi padre tiene una pequeña sonrisa en los labios. Jihyun permanece inexpresivo, y Felix y Hyunjin están relajados en sus sillas, ambos sonriendo.

Mi corazón empieza a latir a gran velocidad y me vuelvo otra vez hacia Minho, con los ojos vidriosos. Acaba de conocer a mis padres. No puede estar haciéndome esto, no delante de ellos.

—Los he importunado a todos —dice con ojos brillantes—, con delicadeza —añade—. Incluso le he pedido tu mano a tu padre. —En su boca empieza a formarse una media sonrisa, y un sollozo escapa de mis labios—. Supongo que sabrás lo mucho que me costó hacerlo. —Me suelta la mano y me coge por detrás de las piernas para acercarme a él. Yo apoyo las manos en sus hombros—. Cualquier cosa, Jisung — susurra con una pequeña lágrima cayendo de sus ojos.

Levanto las manos hasta su nuca y hundo los dedos en su oscura mata de pelo negro mientras me mira.

—Cásate conmigo, bebé.

—Estás loco. —Sollozo, y me inclino para besarlo. Mis manos descienden para cogerle la cara—. Estás completamente loco.

—Pero ¿seré un loco casado? —pregunta tiernamente pegado a mi boca—. Por favor, dime que este loco se casará contigo. —Tira de mis manos hasta que yo estoy también de rodillas y me sostiene de los hombros con firmeza mientras estudia mi rostro—. Tú eres lo único que me importa, y siempre será así. Durante el resto de mi vida sólo estarás tú. Te quiero con locura. Cásate conmigo, bebé.

Me dejo caer contra su pecho llorando sin parar y oigo cómo mi madre empieza a gimotear.

—¿Eso es un «sí»? —pregunta, pegado a mi cuello.

—Sí

—No puedo respirar —murmura, y se deja caer arrastrándome consigo hasta que acabamos tirados en el suelo de la terraza. Toma mi boca y me besa con adoración. Una vez más, mi ex mujeriego neurótico e imposible me toma donde y como quiere, sin el menor pudor—. Te quiero tanto. —Me coge la mano y vuelve a colocarme el anillo en el dedo. Después me la besa y me envuelve de nuevo con su cuerpo, abrazándome con fuerza.

—Yo también te quiero —le susurro al oído.

—Estoy tan contento. Eres el mejor regalo de cumpleaños que jamás he tenido.

«¿Qué?»

Levanto la vista y lo miro con ojos vidriosos. Él me sonríe, casi avergonzado.

—¿Es tu cumpleaños?

—Sí. —Empieza a morderse el labio. Está preocupado.

—¿Hoy?

—Sí —asiente con una pequeña sonrisa. Lo miro con recelo.

—¿Cuántos años tienes?

—Treinta y ocho —responde sin vacilar. Estallo de alegría y le beso todo el rostro.

—¡Feliz cumpleaños!

Él me bendice con esa sonrisa reservada sólo para mí y vuelve a estrecharme contra su pecho y a hundir la nariz en mi cuello.

—Juntos por siempre, bebé

Me derrito junto a él... Juntos

Amo a este hombre, en toda su perfección y a pesar de su manera de ser irracional e imposible.

Me atrapó en seguida.

Hizo que me enamorara de él. Hizo que lo necesitara.

Apareció sin que lo esperara, y era tan apasionado y tan irresistible... Y ahora es todo mío, y yo soy indiscutiblemente suyo.

Por fin lo entiendo.

Por fin he llegado al interior de Mi hombre.

ManiacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora