5. Impulsos naturales

49 16 1
                                    

— ¿Qué es esto?

Pregunta Yeosang en un confuso hilo de voz. Jongho sentado en el piso, su mandíbula en la cama y una enorme pila de abrigos y pieles animales. Diría que es lindo de tener al menos una intensión clara. Jongho lo dejo ahí y espera algo de él que simplemente no sabe que es. El Delta da un refunfuño, molesto y desagradado por la poca reacción de Yeosang a su regalo.

— ¿En tu reino no hacen cortejo?

—Sí, pero... Avisan que es cortejo.

— ¿Por qué necesitarías avisar que es cortejo? —refunfuña Jongho. Le quita la gracia. Los lobos solo dan su ofrenda y la loba debe interpretarlo como tal. Da la impresión de que Yeosang es un lobo atrofiado y tonto.

Es Omega, tampoco espera tanto de él.

— Porque a veces se dan regalos sin que sea con esa intención... Y no sé cuál casta es Delta, así que... Eso. —murmura apenado. Lo han cortejado en otras ocasiones, una dónde se presta para interpretarlo de esa manera. No casi tirándole el regalo a la cara.

Jongho es demasiado cambiante. En un momento puede ser tranquilo y hasta dulce, al otro es tosco, impaciente y agresivo. Yeosang se pone una de las pieles encima. Es más grande que él, ayudaría a estar más arropado en esta habitación. Jongho da una sonrisa satisfecha. No es la reacción esperada, pero si lo toma y lo usa, quiere decir que lo acepta. Yeosang teme que eso implique mucho más que solo querer cubrirse o no enojarlo.

Estar metido en la habitación de Jongho es muy, muy aburrido. Escucha voces de vez en cuando y puede dormir cuánto quiera, es la única ventaja. Debe esperar a que el regrese para poder comer, pues es él quien le trae comida. No ha visto a ninguna otra persona aparte de Hongjoong y Yeosang ni siquiera recuerda su nombre. Demasiado asustado en el momento.

Los días pasan muy lentos y sus subidas hormonales son cada vez peores. Apenas puede controlarlas. Si bien tuvo acercamientos a los príncipes, no llegó a tener relaciones sexuales con ninguno. Con nadie en la vida. Estar con un salvaje es lo que más le asusta para este momento. Tiene miedo de que incluso al aceptara con fin de aliviar los celos espontáneos y pequeños que surgen culpa del olor, Jongho cambie totalmente y lo lastime. La conclusión es que Yeosang quiere tirarse por alguna ventana, caiga mil metros de altura al suelo, al mar, a lava, no le interesa, solo desaparecerse.

Su propio pánico e instinto es lo que le lleva a cuestionamientos: ¿Realmente hay tantas ocasiones de Jongho molesto? ¿Realmente es tan malo cuando es tosco? ¿Realmente no ha sido bueno contigo? ¿No eres un Omega de alta clase? Capaz de aguantar todo lo que tengas al frente y recibir maravillas a cambio de tu sumisión.

Volverse loco, conectar de verdad con su lobo interno por primera vez, todo aquello es la cuestión.

. . .

—Tu habitación apesta.

—Lo sé.

—Eres un maldito loco—refunfuña Wooyoung con un puchero y sentado al borde de una mesa—. Lo has tenido ahí entre tu olor para volverlo loco lentamente. Eso no es bueno. Va a matarse después

—No lo hará. Estará muy enamorado. Como yo de él. —asegura Jongho tarareando de felicidad por ello.

—Que confianza tan tonta tienes—exhala Wooyoung tomándolo de la cara—. Tan pronto salga de ese cuarto se le irá el enamoramiento y se va a querer matar por meterse entre sus cortas piernitas—dice con falso sentimiento de pesar y un puchero—, así que trátalo bonito para que no pase. Te estoy haciendo un favor en avisarte. —Le da un beso sonoro y exagerado en los labios.

Jongho se sacude y le gruñe antes de seguir hacia su habitación. Los Omegas ceden a tener compañeros cuando se sienten solos y hay solo un pretendiente cerca. Por ello no ha permitido que salga de su habitación. Que hoy este haciendo notar su presencia en el barco a través de las hormonas marca que ya no soporta la falta de atención y que carece de acompañante. Debe estar en una edad lo suficientemente madura para urgir de compañero. Entra en la habitación, se quita las botas y parte de la ropa; pone las manos en su cadera, viendo el pequeño bulto en la cama. Es gracioso como los Omegas se ponen a llorar de soledad incluso si no han tenido a nadie jamás.

Son los últimos en la cadena y si se añade a los Delta, es peor para ellos.

— ¿Vas a inundar mi cuarto con tus lágrimas? —La cabeza de Yeosang sale de debajo de las pieles. Su rostro lloroso y enrojecido.

—Me siento muy mal. —solloza tembloroso.

— ¿Mal? ¿En qué sentido? —Le acaricia la cabeza y Jongho nota la cola de Yeosang, sacudiéndose poco a poco—. ¿Estás enfermo...? —Las orejas del Omega se curvan ligeramente hacia atrás—. O ¿Necesitas de algo?

Se agacha y le acaricia el rostro con los pulgares. Yeosang jadea, sus ojos entreabiertos haciéndose azules poco a poco y la colmillos apenas más grandes. Jongho une los labios con Yeosang, en lugar de apartarlo, el Omega se inclina hacia el Delta. Estira los brazos y se abraza por los hombros del contrario, jadeando de beso en beso. Jongho lo acaba dejando acostado en la cama, sus movimientos bruscos para encajar entre sus piernas no interrumpen ni hacen a Yeosang detenerse.

— ¡Hum!

Yeosang da una exclamación por el susto. Jongho embistió entre sus piernas, puede sentir su erección aún debajo del pantalón y a pesar de no tener una diferencia tan grande de estatura, se siente pequeño y delgado debajo suyo. Yeosang respira por la boca, inclina la cabeza a un lado y Jongho lo besa en el cuello, deslizando de vez en cuando los dientes. El Delta rompe la tela de la ropa de Yeosang dejándolo más descubierto de la cintura para abajo.

Yeosang pierde el aire y sus orejas se aplastan contra su cráneo, la voz enmudecida y quejidos agudos de índole confusa empezando a surgir. Dolió. Muchísimo, pero ya no duele y su piel tan solo se eriza a cada embiste del delta que no deja en paz su cuello y clavícula. Jongho apoya las manos a cada lado de la cabeza de Yeosang, la camisa estirada dejando ver parte del pecho y la tela pegada a su espalda sudada. Jadea complacido con una enorme sonrisa en el rostro, moviendo su pelvis contra el Omega, su pene entrando y saliendo de la entrada profanada por primera vez. Yeosang aprieta los dientes y curva la espalda hacia atrás, hundiendo la cabeza en la almohada.

Por primera vez en todo este rato, se da cuenta de que está bañado en sudor y su aroma ya no es suyo, es el mismo de Jongho por completo. Tirita en sitio, alucinado y atónito. Ni siquiera se da cuenta de que Jongho lo pone boca abajo.

— ¿Por qué acabaste antes que yo? No te di permiso para eso.

Yeosang ronronea, queja y gimotea desesperado. Su cuerpo se manga solo y es desesperante. Escucha su piel chocar con la de Jongho y en la garganta se le atoran las palabras. Abre los ojos y trata de agarrarse de algo. Jongho lo hunde del hombro y sujeta la cabeza, abre la boca y clava los colmillos en la nuca de Yeosang. Arrastra un poco, haciéndola más grande h más obvia al mismo tiempo que destruye esa glándula. Nadie más va a morderlo ¿Por qué necesitaría tenerla?

Yeosang no recuerda mucho más de ese día. Solo que su mente se volvió una bruma absurda y que dijo muchísimas estupideces a quien ahora es su compañero. Lo único que tiene claro es que la adrenalina y la sensación del momento fue alucinante.

Mingi y Hongjoong fueron a ver qué pasaba pues el escándalo que hacían era enorme, lo que encontraron fue a Yeosang gimiendo con una sonrisa y lengua fuera, con Jongho encima suya convertido en lobo y metiendo hasta el nudo dentro de él. Mingi tuvo que pagarle a Hongjoong.

Al final apostaron. Mingi dijo que tardaría cuatro meses en abrir las piernas, Hongjoong apostó a dos y en efecto, ganó.

Ocean Skin | YuSanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora