Las clases habían llegado a su fin para los chavales de segundo de bachillerato del I.E.S. El Cerro, pero eso no quería decir que se hubiesen acabado todos sus problemas. En un par de semanas la mayoría de los alumnos se iban a enfrentar a una de las pruebas más importantes de su vida; la selectividad, aunque no todos iban a hacer aquel examen. Algunos, como Sara, habían pasado a la siguiente página de su vida y habían empezado a buscar empleo, y Sofía y Dave se estaban preparando las oposiciones a la Guardia Civil. Aquella noche, sin embargo, lo único que querían era divertirse celebrando el final de un largo curso, un curso lleno de eventualidades, de sorpresas y de cambios. Un curso que Sofía no olvidaría en su vida ya que fue la primera vez que se sintió realmente feliz.
El Cerro era un pueblo pequeño y no había mucho que hacer, así que los adolescentes habían colonizado uno de los pocos bares de copas del pueblo para celebrar su fiesta de fin de curso. Aquello no eran los Estados Unidos de América, no había un gran gimnasio lleno de guirnaldas de colores, globos y máquinas de hacer humo. Aquello era un pueblecito pequeño en España y allí las cosas se hacían de manera menos teatrera y espectacular. El local, un pub de los de toda la vida, tenía un foco de luces de colores y una bola de espejos, además de una diana y una barra de madera. Los asistentes eran compañeros, amigos, gente con la que habían compartido las vivencias de todo un curso. En los altavoces sonaban las canciones de moda, y algunas chicas bailaban, algunos chicos intentaban ligar y otros charlaban entre ellos.
Sara, Sofía y Dave estaban junto a la barra, alejados de la pista central y de aquellos lugares donde el sonido de los altavoces era más atronador. Daba igual, seguía siendo desagradable para sus sensibles oídos de cinántropo, y un vistazo a su amigo le dijo a Sofía todo lo que necesitaba saber. No le sorprendió apreciar su ceño fruncido y una expresión contrariada mientras se bebía distraído un vaso de Coca-Cola. Su mirada se iba con frecuencia hacia la puerta del local, quizás preguntándose si no habría sido mejor idea no venir. No podía culparle. Para un humano el ruido ya tenía que
ser molesto, pero su sentido del oído no era humano y aquello era una cacofonía insoportable.
—¿Qué tal lo estáis pasando, colegas? —preguntó Sara a la vez que le daba una palmadita en la espalda al chico.
—Lo pasaríamos mejor si la música no estuviese tan alta —gritó Dave en un intento de hacerse oír por encima del estruendo musical.
—No seas soso, tío. Baila un poco. —Sara movió su enorme cuerpo en una cómica imitación de baile que estaba totalmente desacompasada con el ritmo de la música.
—Preferiría no hacerlo. No sé bailar... —dijo el chico, ruborizándose avergonzado.
—Si ese es el problema no te preocupes. Aquí nadie sabe bailar, simplemente se mueven fingiendo que saben —dijo Sofía a la vez que le daba un golpecito en el brazo.
Dave torció los labios en una pequeña sonrisa.
—No te falta razón, pero no voy a bailar.
—¡Sois un rollo! Vosotros iros a triscar por el bosque como os mola hacer. Yo me voy con Lola. —Sara apuró la jarra de cerveza de un trago y abandonó a sus dos amigos para irse con la otra chica.
Sofía sacudió la cabeza y se apoyó en la barra junto a su amigo. Sus brazos desnudos se rozaron sin querer, y cuando ella le miró con intención de disculparse, Dave le dedicó una sonrisa tan bonita que se quedó sin aliento. Con cierta timidez y con las mejillas tan encendidas que su rubor no podía pasar desapercibido, Sofía se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y volvió a fijarse en la sala llena de compañeros. Sin embargo, era muy consciente de la suavidad de su vello corporal y del olor que emanaba de él.
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El Lobo en la Niebla (Friends 2 Lovers - Slowburn) (COMPLETADA)
عاطفيةSofía es una adolescente de diecisiete años que lo único que quiere es poder tener una vida normal, algo difícil ya que su padre es un hombre lobo y su madre una cazadora de seres sobrenaturales. Cuando Ángel, su amigo de la infancia y novio en la a...