Hacía suficiente frío como para que la hierba crujiese bajo sus pies, pero a Sofía no le importó. De hecho, le gustaba el frío tanto como la lluvia, le hacía sentirse viva de nuevo y también era su gran aliado. El clima invernal, especialmente en aquella cara de la montaña, mantenía a la gente encerrada en sus casas durante las horas oscuras. Lejos de las miradas indiscretas de los humanos se sentía libre. La noche siempre había sido su dominio, primero como cazadora, y ahora...
Sofía se detuvo y miró hacia abajo, al pueblo que descansaba en el valle. Las luces de las farolas y las casas palpitaban a través de una fina neblina que apenas era capaz de convertir los edificios en suaves siluetas. Ahora era una apátrida que no tenía tierra, que no era cazadora pero tampoco era cinántropo, y tampoco pertenecía a la estirpe de los humanos.
—Vivo entre los tres mundos y no pertenezco a ninguno de ellos.
Tras soltar un suspiro, le dio la espalda al mundo de los humanos y miró al bosque que tenía delante de ella. Para la mayoría de las personas, aquello era un laberinto de negrura impenetrable. Sin embargo, ella era capaz de ver todo con nitidez, como si se encontrase en un amanecer nublado y no en mitad de la noche. Aquello era algo que todos los cinántropos podían hacer desde cachorros. De hecho, Sofía no sabía cómo era realmente ver la noche a través de la mirada humana, y sólo tenía alguna noción gracias a las películas, los dibujos y las fotografías.
Podía parecer divertido, como tener un superpoder, pero no lo era. Para poder ver con claridad en la oscuridad, Sofía sacrificaba la visión en tres colores a cambio de un tejido reflectante llamado tapetum lucidum, el cual crecía en la parte de atrás de sus pupilas cuando detectaban poca luminosidad. Eso significaba que sus ojos reflejaban la luz, y si se daban las condiciones adecuadas podían llegar a brillar como los de un perro. No era fácil y solía ser un destello breve de color verdoso, pero podía pasar.
Un escalofrío recorrió su espalda y Sofía se abrazó a sí misma.
—Ese son el tipo de cosas en el que se fijan los cazadores.
Al menos allí, acompañada tan sólo por los árboles, no se tenía que preocupar por ocultar ninguno de sus rasgos. En el bosque podía ser ella misma. Sofía respiró hondo y dejó que los olores de la naturaleza llenasen su nariz. La energía que siempre sentía enroscada dentro de su pecho se desperezó y comenzó a fluir por sus venas. Era una sensación que la llenaba de vida y también la asustaba, porque sospechaba que aquello era lo que impulsaba el cambio.
Mientras caminaba olfateó el aire, y percibió tantísimos aromas que por un momento se sintió abrumada. Era el olor a pino, a helecho, a tierra húmeda, a musgo, era el olor de la libertad, de la tranquilidad y del silencio roto por el viento susurrando entre las ramas de los árboles.
Con sus labios curvándose en una sonrisa, Sofía miró hacia arriba y abrió los brazos, dejándose envolver por el frío de aquella noche otoñal. A través de los huecos presentes en la celosía que formaban las copas de los árboles comenzó a caer una lluvia de plata que descendió sobre su rostro. La luna llena la abrazó y comenzó a susurrar en su oído. Llamaba a su hija para que se dejase llevar y se uniese a ella. No podía negarse que era una tentación difícil de resistir.
Tan sólo sería un instante. Tan sólo tenía que dejarse llevar por el arrullo de la luna, por el flujo de energía que sentía recorriendo sus venas, por sus ganas de aullar, y todo cambiaría para siempre. Una vez aceptase su verdadera naturaleza podría sumergirse en el bosque y escapar de su madre, del gremio de cazadores y de una sociedad humana que jamás la aceptaría. Por un instante se visualizó a sí misma corriendo a cuatro patas entre los árboles, libre, completamente libre. Era difícil no anhelar aquella libertad.
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El Lobo en la Niebla (Friends 2 Lovers - Slowburn) (COMPLETADA)
RomanceSofía es una adolescente de diecisiete años que lo único que quiere es poder tener una vida normal, algo difícil ya que su padre es un hombre lobo y su madre una cazadora de seres sobrenaturales. Cuando Ángel, su amigo de la infancia y novio en la a...