Capítulo 17; Humo de Madera y Pétalos de Hielo

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 Diciembre había llegado al fin, y el pueblo se había vestido con las luces festivas y el olor del humo de las chimeneas que anticipaba la Navidad. Sin embargo, los estudiantes del Instituto de Educación Secundaria El Cerro no podían disfrutar todavía de ella. El primer trimestre estaba llegando a su fin y les tocaba el sprint por la recta final, la semana de exámenes.

La clase estaba en un absoluto silencio, roto tan sólo por el rasgar de los bolígrafos contra el papel y por algún que otro resoplido de frustración, cansancio o hastío. No era para menos, los exámenes del Estirado siempre eran duros, y aquella vez no iba a ser una excepción sólo porque la Navidad estuviese a la vuelta de la esquina.

Incluso a Sofía, a la que se le daba bien la asignatura, le estaba costando más que de costumbre resolver los ejercicios. Ya tenía cerca de un ochenta por ciento del examen terminado, y había calculado que si al menos el planteamiento era correcto, conseguiría llegar al 6 sin demasiado problema. Si además había acertado con el resultado no le debería costar llegar al notable, pero si fallaba en dos ejercicios, suspendería. Repetir no era una opción así que tenía que ser capaz de resolver los últimos problemas como fuese, pero los condenados no querían colaborar.

Tras leer nuevamente el enunciado la joven miró hacia la ventana en busca de inspiración. Las nubes se habían vuelto del color gris pálido y uniforme que amenazaban nieve, y unos gruesos copos caían del cielo. En realidad, llevaba nevando toda la mañana, pero los adolescentes, presos de las obligaciones académicas, ni siquiera sabían si había cuajado.

—¡Lo tengo! —soltó Sofía.

El Estirado miró en su dirección y torció el gesto, incluido aquel tupido bigote de húsar ruso que siempre lucía. Sofía puso una mano sobre su boca a modo de disculpa y regresó a sus ejercicios. Apenas tardó unos minutos en resolver los dos problemas, que seguían siendo complejos, pero una parte de su dificultad estaba justamente en dar con la solución correcta. Una vez aplicada la lógica, el resto fluyó solo.

En cuanto terminó el examen, dejó el bolígrafo sobre el papel y se echó hacia atrás contra el respaldo de su silla. El Estirado nunca recogía los exámenes antes de que se agotase el tiempo, así que a los que terminaban antes les tocaba esperar en estricto silencio. Como todavía tenían la hoja delante, no podían sacar nada para entretenerse, así que ese rato podía hacerse muy largo y aburrido. Por suerte para ella nunca sobraban más de cinco o diez minutos.

A falta de nada mejor que hacer, Sofía buscó a sus amigos para ver qué tal les iba. Sara estaba luchando con sus problemas. La vio escribir con trazos apresurados en una hoja en sucio, tachar, volver a escribir y volver a tachar antes de decidirse por una solución. Su amiga era competente en matemáticas, asignatura en la que sacaba buenas notas, pero física era otra cuestión. En realidad, física era otra cuestión para prácticamente toda la clase. Hasta Lola, que era una empollona encubierta, tenía problemas con ella. Sofía conseguía resolver los ejercicios porque le gustaban los juegos de lógica. Eso le permitía buscar patrones que a otros les costaba más.

Cuando se giró hacia Dave, vio que a él también le estaba costando el examen, aunque estaba bastante más nervioso que Sara. Se notaba por la mueca de ceño fruncido que enturbiaba la expresión de concentración en su rostro, y también por la frecuencia con la que se relamía los labios. Además, no dejaba de mover la pierna con rápidas sacudidas, algo que nunca le había visto hacer antes. Sofía se mordió el labio. Estaba un poco preocupada por él. Dave, al igual que ella, se jugaba mucho en el curso y no se podía permitir repetir. Tenía que aprobarlo todo para poder ir directo a las oposiciones a la Guardia Civil en cuando acabase el curso y se abriese la convocatoria.

Durante las dos últimas semanas apenas se habían visto salvo en el instituto. Dave se había encerrado en casa para estudiar, hasta tal punto que había ido perdiendo el olor a bosque que tanto le llamó la atención cuando le conoció. El problema era que le estaba empezando a afectar más de lo que era razonable. Estaba inquieto y jadeaba cuando creía que nadie le veía. Sofía lo habría achacado a la luna, pero era pasada la luna nueva y su influjo era demasiado débil. Él había empeorado cada vez más a medida que esta había ido menguando, cosa que no tenía ningún sentido.

El Lobo en la Niebla (Friends 2 Lovers - Slowburn) (COMPLETADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora