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ARCO DEL CULPABLE INOCENTE
El veredicto final

—Ser el mejor hechicero no es lo importante, la verdad y la justicia lo es

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—Ser el mejor hechicero no es lo importante, la verdad y la justicia lo es.—tomó una pausa.—Además que ella ya tiene una historia violenta en su pasado y de cubrir a asesinos como el ex hechicero Kiro. Quién mató a más de treinta hechiceros a sangre fría.

—¿Es eso todo?

—Si, su señoría.

¿En qué momento llegaron a esto?

Antes luchaban a la par del otro, tantas desgracias pasaron que hicieron que se distanciaran de una manera... que explotó cuando él claramente no era un hechicero competente,que no sabe admitir sus errores pero como todo ser humano tiene su orgullo y su ego en él que daría todo por no perder. Lamentaba que anduvieran en estas circunstancias conociéndose desde que nacieron prácticamente, juraron nunca pelearse ni hacerle daño al otro. Una cosa que se es que las promesas no siempre se cumplan o están para cumplirlas.

Pero debía concentrarse en Itadori, no en la pena de una mistad que seguramente se ira a la basura por este tribunal de mierda. Le desagradaba verlo así, como todos tenían esas miradas de asco y repugna como sobre él, no soportaba verlo así. Sobretodo siendo inocente de lo que se le acusaba.

Ironía fue que Gojo fue el primero en decir que Itadori no debía ser ejecutado y el que le cogió el cariño sabes.

—El jurado tomará diez minutos de debate antes de dar el veredicto final.—anunció el Juez supremo.

—Seiko, no te ilusiones. Ellos nunca confiarían en tu palabra, veo cómo él te ha cambiado a ser mucho más irracional y eso no son cualidades de la líder de la hechicería.

—¿Y tú qué sabes? La persona que siempre quedaba detrás de mí, no eres nadie.

Movía los dedos impacientemente esperando el veredicto, esos diez minutos simulaban diez años. Nunca en su vida se sintió así, jamás le importó nada. A lo mejor fue su falta de empatía o que no amaba o se preocupaba por un ser humano en realidad. La falta de amor en toda su vida más todo la tortura que sufrió después, la afectó pero siempre hubo ese pequeño ángel de la guarda en ella.
Poco a poco las jueces salieron de la capilla y se sentaron en su respectivo lugar, el mazo fue golpeado contra la mesa y el lugar se inundó de silencio.

—El veredicto final, el jurado después de diez minutos de debate ha decidido que la ejecución del joven hechicero recipiente del Rey de las maldiciones será realizado en tres días  desde ahora.

Vio como los guardias se llevaron a Itadori, algo en ella sabía que esto no era lo correcto. Se teletransportó a donde se encontraba Itadori y alejo a los guardias, las miradas estaban sobre ella pero no quería aceptar el veredicto. Año tras ver esa sonrisa de satisfacción de Gojo, esa maldita sonrisa que le dio cuando le dijo que la amaba. Eso era una mierda, no permitiría la muerte de su hermano. No bajo su mando.

—¿Juzoku sensei?

—No te preocupes Itadori, yo siempre estaré aquí para protegerte. Mientras yo esté viva, nadie, pero nadie te va a dañar.

|•••|

Las hojas caían de los árboles, no se oía ni una sola voz a esas horas de la noche como si supieran lo que iba a venir muy pronto. Era la perfecta noche tranquila antes de la tormenta, se vistió con un vestido blanco. Llorando en las escaleras que daban a su altar, desconsoladamente porque siendo tan joven tenía tanto peso sobre ella que no se podía contener a veces. Se encontraba tan. pero tan candada que quería dejar todo a un lado y reunirse con todos sus hermanos de una vez, se una más en la historia como la tirana que hizo malas cosas. Tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta de la presencia de la persona a su lado, era Itadori.

—¿Qué haces despierto? Tienes que estar durmiendo, has pasado por mucho estos días

—No he dormido en días, así que esto no es nada. Sola hay una cosa que quiero preguntarte.

—Dime.

—¿Porqué haces esto por mi? Cuando estás en la cima y vas a perder todo por defenderme, moriré en tres días igualmente así que no hace falta esta lucha innecesaria entre todos. Sobretodo entre usted y Gojo sensei.

—Esto va más  allá de tu alcance, tu vida solo fue la gota que colmó nuestra relación.—dijo ella.— Él y yo desde hace tiempo éramos así, es una de las mucha peleas. Gojo no es ni la mitad de fuerte que mis padre y lo derroque, será tarea sencilla. Solo te pediré una sola cosa.

Tomó su mano, lo miró una última vez a los ojos. Era igual a ella de joven, dios cómo no le gustaba llorar frente a las personas. Más a las que quería tanto, quería ser su persona a seguir, la que los guiaría en sus noche más oscuras y su luz.

—Prométeme que te mantendrás a salvo con Kenzo, tú en especial no debes salir en ningún momento del Templo. Una vez que salgas será imposible para mí protegerte como dios manda, aquí está mi familia y ellos te protegerán porque yo he entregado mi vida a cambio.

—¿Por qué ha hecho eso? Juzoku sensei...

—Seiko solo por favor, no me gusta que me llames así Itadori.—dijo ella ya levantándose.—Deberías irte a descansar, te espera un largo día mañana.

—¿Y tú?

—Yo me quedaré un rato, hablaré con ellos.

Asintió de todos modos, nunca nadie había sido así con él y por supuesto que cuando se conocieron no esperaba nada de este tratamiento. Todo comenzó cuando ella le habló, una conversación corta pero tan profunda. La recordaría como una hermana mayor, porque se suponen que deberían de darles el mundo y protegerlos de todo mal pero los suyos nunca estuvieron aquí. Estaba agradecido de tener a alguien como Seiko, aunque le causaba tristeza pensar que todos los amigos que hizo fueron en vano también.

Itadori era las estrellas y Seiko la luna.

Itadori era las estrellas y Seiko la luna

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𝐈𝐍𝐒𝐀𝐍𝐄 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora