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ARCO DEL INOCENTE CULPABLE
El último día

Como lo predecía, mandaron a Gojo y otros hechiceros a por Itadori

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Como lo predecía, mandaron a Gojo y otros hechiceros a por Itadori. No debían ser tan ingenuos para pensar que se los daría así por así con todo el esfuerzo que me he tomado en hacer que creciera más. Aunque Satoru no era tonto, por eso era divertido jugar con él.

—Buenos días caballeros, ¿qué desean?—jugo ella.

—No estamos de guasa Seiko, entréganos a Itadori. Debe permanecer en el calabozo esperando su ejecución, especialmente con el grado de maldición que carga.

—Nanami, relájate porque no os lo daré.Si venís solo por eso, ya os poder ir yendo porque o sino esto acabará muy mal y ese señor lo sabe.

—Tendremos que ir por las malas.

—Si vais vosotros, entonces yo también.

De un momento para otro, las cabezas de los otros tres hechicero de menor rango fueron aplastadas contra el suelo haciéndose de color rojos las escaleras del recinto divino. Tomó lo que quedaba de una cabeza y lo dejó caer cuesta abajo, cerrando después la puerta en sus caras.

—No volváis si no es con una disculpa, porque la próxima vez no serán ellos quienes acaben así. Sino uno de vosotros dos.

Avisó con un tono serio y marchó hacia dentro, en donde Kenzo le esperaba con una toallas para que se limpiara la sangre que cubría sus manos.

—Debemos poner todo en marcha, creo que querrán venganza por sus hechiceros.

—De inmediato.

—¿E Itadori dónde está?

—Entrenando en el campo de atrás, ha cogido fascinación por las artes marciales del clan.

—Iré a ver cómo está.

Sonrió dulcemente y se dio la vuelta, con orgullo es sus ojos lo veía practicar mientras este era tan pero tan feliz. Que nada de lo que hubiera pasado ahora la había enfurecido.Estaba entrenando juntos con otro de los jóvenes del Clan, al verla ambos se reverenciaron.

—Señorita Seiko, buenos días.

—Bueno días a ti también, puedes irte Akei.—se fue.—¿cómo te ha ido todo? He oído que querías aprender sobre mis artes marciales.

—Siento que es lo menos que podía hacer por usted.

—Qué bonito.

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