Ojitos pajaritos me hipnotizan a mí

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Los ruidos de las canchas de al lado hacían parecer que estaban rodeados de mucha gente.

O que Marcos estaba rodeado de mucha gente, según el punto de vista de Agustín, aunque realmente estaba rodeado.

Televidentes aparte.

Él mismo lo miraba fijamente, apoyando la cabeza en sus manos, mirando como levantaba las mancuernas. 

Antes, la suya era una mirada de admiración hacia su capacidad física. 

Ahora, ya apreciaba el material. Como hacían las chicas.

Y Thiago, aparentemente, que se había sentado al lado suyo hace diez minutos, sin intención alguna de moverse.

De haber tenido confianza, le hubiera soltado un "después el trolo soy yo" pero no había confianza ni amistad entre ellos, además de que estaba de buen humor y no quería pelearse con nadie.

Sintió movimiento a su lado y le llegó el fuerte olor del perfume de Daniela. Por suerte, estaba acostumbrado y pudo contener la mueca por el olor invasivo.

- Te huelo hasta acá, Dani - se quejó Lucila, que caminaba de costado en la caminadora, su mirada fija en la espalda de Marcos.

Daniela respondió con una risita, que a Agustín le pareció irritante.

- Primo, después le toca a usted - le indico Marcos, sonriendole. 

Agustín no supo como hizo para no ponerse colorado. Daniela soltó otra risita tonta y Thiago se levantó, pidiendo ayudarlo con las mancuernas.

- Lo vamo' a hacer bien esta vez - le prometió Thiago al salteño - No se no' van a caer la' mancuerna' -

- Yo no prometo nada - comentó Agustín, suspirando con resignación cuando su amigo soltó las mancuernas y le tendió una mano para levantarlo.

Se sintió satisfecho cuando lo vio hacer una mueca cuando Daniela se movió hacia su lugar, queriendo ser la siguiente, siendo completamente ignorada cuando el primo se acomodó en el piso y los dos chicos se arrodillaron a sus costados, sosteniendo las mancuernas con esfuerzo.

- Despacito - les indicó, específicamente a Agustín.

Esta vez, ninguno se mando macana alguna y pudieron ayudar a Marcos con su entrenamiento, sirviendole de paso a ellos mismos a ejercitar sus brazos.

- Así, así, despacito... no vayan muy rápido, así, muy bien... -

Agustin Guardis, Agus o Frodo para los amigos, era un jeropa confieso, un pervertido sin vergüenza, casi un simp; así que se felicitó a sí mismo porque no se le paro la pija por las palabras de Marcos.

Estaba seguro de que lo estaba haciendo a propósito, para tentarlo.

O tal vez no. Ese sueño que tuvo anoche todavía daba vueltas en su cabeza: porque no estaba convencido de que fuera un sueño, los labios de Marcos se sintieron muy reales, cálidos, un poco agrietados pero menos que los suyos.

- Bueno, ya esta, ta - indico Marcos, así que los dos chicos soltaron las mancuernas, soltando un suspiro de alivio - Vamos primo, le toca a usted -

- ¡Yo quiero ahora! - exigió Thiago, antes de que Agustín pudiera decir algo.

- Sí, yo miro y aprendo - le dijo Agustín a Marcos, que frunció el ceño ante el tono exigente del otro.

- Dale, ahora también ayudo yo - saltó Nacho, literalmente de la nada. O al menos ninguno de los tres lo vio venir.

Agustín volvió a sentarse al lado de Daniela y observó el entrenamiento con atención. 

O más bien a Marcos, que estaba agachado de su lado, así que tenía una buena vista de su culo. Como la cámara que los venía apuntando desde hacía bastante rato.

Estaba tan entretenido que se le hizo fácil ignorar la charla sin sentido de Daniela, que no paraba de hacerles preguntas a los tres chicos, que le respondían como podían, con la voz entrecortada por el esfuerzo del ejercicio.

- Te estas inflando - le dijo Daniela a Thiago - Todos suelen salir más gordos de acá pero vos vas a salir más inflado -

- ¿Enserio? - le preguntó Thiago, ilusionado. Dejó caer las dos mancuernas con los brazos temblando mucho, apesar de que Nacho y Thiago lo estuvieron ayudando.

- ¡Siiii! -

- Voy a traer agua... - les dijo Agustín, sin importarle si lo escuchaban o no, feliz por poder ver de cerca a Marcos y que este parecía haberse olvidado de que era su turno de entrenar.

- No, primo - lo paró Marcos. A pesar de hablar en un tono más bajo que el de los demás, siempre se lo escuchaba claro - Ahora le toca a usted, venga -

No sabía porque pensó que Marcos se había olvidado de él, era demasiado bueno, demasiado atento.

Lo tomó por los brazos y lo ayudó a acostarse, acomodando su cuerpo en el piso.

Rogó mentalmente que no se le parara la verga, esta vez si que se le iba a parar.

Marcos se acomodó a su derecha y Nacho a su izquierda, ayudándolo a levantar las mancuernas. El dolor lo hizo olvidarse de sus pensamientos anteriores pero las palabras de 'apoyo' de su primo, lo hacían ponerse colorado.

Más tarde, iba a tener que escaparse de los demás de nuevo para darse otra larga ducha.



Porque él es mi amigo [Marcos/Agustín] GH 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora