Intimidad

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En la casa de Gran Hermano siempre se llegaba a un punto en el que no había nada para hacer, porque en algún momento no quedaba nada para limpiar, ropa para lavar y había que guardar comida debido a la perdida de la prueba semanal.

Incluso los más atléticos se quedaban sin ejercicios por hacer. 

Tomar el sol quemaba demasiado la piel e incluso complotar cansaba.

Por eso las parejas estaban desesperadas por tener intimidad... pero era difícil. Muy difícil.

Agustín se aburrió de ajusticiarse a sí mismo. No lo hacia tan seguido como lo acusaba Alfa, pero ya no quedaba inspiración.

Bueno, había, pero no debía.

Una cosa eran los besos, abrazos, mimos. Pensar en algo más era como propasarse.

Y a Marcos no le gustaba que él se propasara.

Menos ahora que siempre estaban acompañados.

Si no era Julieta, era Coti. Si no era Alfa, era Thiago. Y Daniela siempre estaba dando vueltas cerca de Marcos, como una mosca.

Incluso Nacho se acercó a hablarles pero Marcos se mostró hostil, según las observaciones de Agustín, así que había evitado volver a acercarse sino estaba con alguien.

Hubo un trato silencioso entre ellos, Lucila, María Laura y Romina: no se acercaban, miraban o hablaban. Juliana y Maxi actuaban como mediadores improvisados.

A él le chupaba un huevo, quería llevarse bien con todos pero bueno... él les advirtió que se iba Mora y lo trataron como basura.

La única que vio a Mora como la insoportable lleva y trae que era fue Coti y ahora ella sería la siguiente en caer si no ganaba la prueba del líder de la semana.

Acarició su frente; estaba pensado demasiado, pero era más que nada por aburrimiento.

Y para sacarse de la cabeza la compra de mierda que hizo con Coti. Ya esperaba quedar en placa de nuevo, así que la compra solo confirmó su destino. Al menos iba a comer rico, otra vez.

Por eso no quería ir a tomar sol con los demás, tampoco quería hacer ejercicio o esconderse en la habitación como Juan.

El único lugar que le quedaba para hacer huevo tranquilo era el confesionario.

Pero, ¿cómo iba a ir al confesionario sin levantar sospechas?

- Ay, que dolor de cabeza - se quejó cuando Coti y Julieta se tiraron al lado suyo en el sillón.

- Estas como el cone, ¿querés una pastilla? - le ofreció Coti y le acarició el pelo.

- Creo que ya no quedan más - le recordó Julieta. Ahí vio su oportunidad.

- Voy a ir a pedir más al confesionario - se ofreció, levantándose.

Eso fue como hacer un llamado a la solidaridad, porque de golpe todos le empezaron a pedir cosas.

- Paren che - Marcos se paró al lado de él y puso una mano en su hombro - Díganme a mí y yo lo acompaño a pedir, no sean tan hinchas que le duele la cabeza -

Al final Marcos lo terminó acompañando al confesionario, guiándolo con una mano en la parte baja de su espalda. Suspiró de alivio cuando el sonido de las voces de los demás se silencio cuando Marcos cerró la puerta del confesionario.

Después se sintio levemente avergonzado cuando el salteño se sentó y lo acomodó sobre sus piernas.

- Che... - empezó a decir, callándose cuando Marcos abrazó su cadera y apoyó la cabeza en su hombro.

- ¿Qué? - se rió - Perdón primo, quería que estuviéramos un ratito solos -

Las grandes mentes piensan igual.

- ¿Te duele mucho la cabeza? -

- No. Me dolian los huevos de escucharlos a todos y quería que me dejaran un rato tranquilo - confesó y se apoyo contra el pecho de Marcos.

Este asintió y los dos se quedaron en silencio. Agustín empezó a jugar con la cadenita de Marcos, sintiéndose levemente cohibido al ver la medalla de la virgen. 

Le gustaba ocultarles a los demás estos momentos entre ellos: no solo porque era gracioso verles la cara de tontos, sino porque sabía que los iban a juzgar.

Pero aparentemente Marcos ya los estaba juzgando. ¿Cómo pudo olvidarse de su lado religioso? Si hasta lo había visto persignarse antes de levantar pesas.

Agustín no decía nada porque quería tener un secreto en la casa, un secreto para los demás que solo compartían con el público. Nunca se le ocurrió pensar que Marcos se ocultaba por vergüenza.

Aunque ahora estaba muy mimoso. Frotaba su espalda y brazos, alzaba la cabeza para darle besos en la cara y en el cuello.

- Hola, Big. ¿Estas? - preguntó Marcos de golpe. Agustín saltó un poco ante la pregunta sorpresa del otro, que rió en voz alta.

- Sí, Marcos, Agustín. ¿Qué necesitan? - preguntó Gran Hermano y Agustín admiró su profesionalidad. Lo hizo sentir cómodo que actuara de manera natural, como si ellos no hubieran estado cinco minutos en silencio, con Marcos mimándolo.

- Queríamos decirte que nos quedamos sin... - Marcos le repitió todo lo que le dijeron los demás, mientras acariciaba la rodilla de Agustín.

- Veré que se proporcionen los remedios y las cremas para las chicas - contesto Gran Hermano cuando Marcos terminó de hablar - Recuérdenle a Daniela que ya se le había denegado el equipo para hacer uñas esculpidas. También díganselo a Romina -

- Muy bien, gracias Big - agradeció el salteño pero no hizo amago de levantarse ni tampoco hizo que Agustín lo hiciera - ¿No hay problema si nos quedamos acá otro ratito? -

- A menos que alguien pida usar el confesionario, pueden quedarse acá -

- Gracias -

Marcos acaricio el pelo de Agustín y le sonrió.

- ¿Nos quedamos otro ratito primou? -

- Sí -

Ni siquiera lo dudo y aprovechó para comerle la boca como quería hacerlo desde hace tiempo.

Después rezaría con Marcos si era necesario para quitarle la culpa, el asco o lo que sea que sintiera.

Le estaba devolviendo el beso con la misma intensidad que él, así que lo que sea que sentía, era algo muy bueno.

Cuando salieron, Marcos los excusó con que quiso convencer a Gran Hermano que le mande cosas para que las chicas pudieran hacerse las uñas pero que no lo logró. Nadie contradijo sus palabras ni quiso detalles de lo que le dijo Gran Hermano.

Agustín estaba distraído hablando con Daniela y Coti, así que no notó como Julieta alternaba su mirada entre él y Marcos.

Porque él es mi amigo [Marcos/Agustín] GH 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora