Sueño

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- ¡Primo! ¿Vamos a comer? -

Eso fue lo primero que escuchó Agustín cuando salió del baño, encontrándose con Marcos. Asintió y lo siguió al comedor, sonriendo levemente cuando Julieta se apresuró a cambiarse de asiento para sentarse del otro lado del salteño.

No había causado ninguna distancia entre ellos, incluso habían bailado juntos. Esa era la única buena noticia que tuvo esa semana.

Agustín solo comió un pedazo de pizza, ya que notó las miradas de Alfa, Juan y Lucila cuando extendió el brazo hacia las bandejas, así que en su lugar se sirvio más gaseosa y se recostó en su silla, apesadumbrado.

Sabía que estaba dando la impresión de que el bullying y la presión a la que todos, menos Marcos, lo estaban sometiendo estaba afectandolo pero era todo lo contrario: cada día odiaba más a sus compañeros.

Los despreciaba a todos, incluso aquellos que lo trataban de manera decente como Coti y Juliana. No confiaba en nadie.

Aunque Marcos le hizo agregar el "casi" a sus pensamientos cuando le tendió la mitad de su pedazo de pizza. 

Le agradeció en voz baja y comió con lentitud, disfrutando del sabor.

- ¿Vamos un toque afuera? - escuchó que Julieta le preguntaba a Marcos.

- Sí - asintió Marcos y se levantó, dándole a Agustín unos golpecitos en el hombro - Vamos primo, así bajamos la comida -

- Dale - 

Agustín solo aceptó porque la cara de sorpresa de Julieta, las de incredulidad de Mora y Lucila, seguida por las risas de los dos cordobeses; lo hizo sentir un placer enorme.

Siguió a la pareja al patio como si fuera un patito siguiendo a sus padres, en su mente haciendo un baile de victoria.

Aunque una voz en el fondo de su mente le dijo que estaba mal, que tenía que dejar a Marcos a solas con Julieta. Ella no estaba jugando, no iba a intentar decirle nada raro sobre él como hacía el resto.

Pero otra voz le decía que hizo bien. Julieta tenía novio afuera e iba a lastimar a su amigo.

Amigo. Así lo había llamado el salteño.

Y él iba a cuidar esa amistad.

Marcos acomodó una sábana en el pasto, dejando que Julieta se sentara en una reposera. Agustín se acomodó contra la espalda de Marcos y cerró los ojos.

Intentó escuchar a Juan y María Laura, que hablaban cerca de ellos, pero concentrarse tanto lo hizo empezar a dormirse. 

En la casa le chupaban todos un huevo, pero era mentalmente agotador que lo molestaran todo el día y él era un humano con sentimientos.

Muy en el fondo, aunque Maxi insistiera en que era un psicópata.

- ¿Ves el conejito en la luna? - le preguntó Marcos a Julieta. Agustín tuvo que contenerse para no reír: los tortolitos iban a tener su primer beso con él acomodado contra su compañero, quien estaba usando la historia que le platicó la noche anterior para llegar hasta ahí.

Después decían que Marcos no hacía nada y era poco inteligente.

- Un poco... veo como la cabeza, una forma rara - respondió Julieta, curiosa - ¿Por? -

- Dicen que si ves al conejito en la luna es porque estás enamorado - le explicó Marcos y se sacudió levemente para mover a Agustín - Me lo contó acá, el primo - 

- Gmm... - le salió del alma hacer el mismo sonido que Marge Simpson. No quería romper el ambiente que se había formado.

- Ahh... ¡entonces estoy super enamorada de mi novio! -

Agustín estaba seguro de que muchos iban a proclamar que Julieta era la milipili más tonta de todas las milipilis de los countries de Buenos Aires, pero él sabía mejor: ella era una viva bárbara. Influenciable y, a la vez, bastante inteligente.

Y sabía que Marcos también lo sabía.

Por eso cuando su reacción fue reír y estirar un brazo hacia atrás para abrazar a Agustín, este se aferró a él con sus manos. Era una forma sutil para consolarlo.

- Nunca me dijiste de quien estas enamorado, primo - le recordó Agustín, hundiendo el rostro contra su espalda.

- Vos tampoco, primo - se limitó a responderle.

Todo quedó en silencio después de eso y Agustín volvió a adormecerse cuando escuchó a Julieta señalar la supuesta forma del conejo en la luna.

- ¿Siguen con lo de la luna? - Agustín abrió los ojos cuando escuchó la voz de Alexis.

- ¿Vos también lo ves al conejo, Cone? - le preguntó Julieta riendo -

- Yo sigo viendo a la mamá de Salta en cuatro - 

- ¡Ay, Cone! -

Julieta le tiró al cordobés un puñado de pasto. Agustín se sentó derecho cuando Marcos movió su brazo, viéndolo levantarse y sacudirse el pasto de las piernas.

- Vamos a dormir, primo - fue todo lo que dijo, ignorando olímpicamente al recién llegado.

- Bueno - Agustín tomó la mano que le ofreció y dejó que su amigo lo levantara como si no pesara nada. Alexis se apresuró a ocupar su lugar en la sábana, llamando a Coti a gritos para que fuera con ellos.

- Buenas noches - saludó Marcos y los otros dos lo saludaron de la misma manera. Agustín los saludó con la mano y los dos le devolvieron el saludo.

Fueron hacia el dormitorio tomados de la mano, cruzandose con Coti, quien también les deseo unas buenas noches. También lo hicieron Nacho, Thiago y Romina, que hablaban en la cocina pero Mora, María Laura y Lucila actuaron como si no existieran y dejaron de hablar cuando ellos pasaron por su lado.

El dormitorio estaba vacío, ni siquiera Alfa se había ido a dormir todavía. Bueno, mejor para ellos, podrían dormir un rato en silencio.

- ¿Vos estas bien? - aunque Agustín quiso asegurarse de que Marcos no se fuera a dormir con una mala sensación después del rechazo de Julieta.

- Si, si, no pasa nada - fue su respuesta. No pudo distinguir si mentía o decía la verdad.

- Si querés podemos hablar - le ofreció - No tengo mucho sueño -

- No pasa nada. Dale, haceme espacio,vamos a dormir -

Intentando no mostrar sorpresa por la última parte de la frase, Agustín se movió para dejarle espacio a Marcos, que se acostó a su lado después de apagar la luz.

Menos mal que solo estaba usando boxers, porque su primo era una estufa viviente durmiendo con pantalones largos y un buzo.

- Hasta mañana - le dijo Marcos, poniéndose su antifaz. Se acercó a su cara y, para su sorpresa, le dio un pico.

Un roce de labios rápido, tan rápido, que ni siquiera lo pudo sentir bien. 

- ¿Eh? - fue todo lo que Agustín pudo decir, sentándose en la cama para mirar al otro, que ya se había acomodado.

- Si querés otro, me lo vas a tener que dar vos - le dijo Marcos, que ya tenía una mano en su estómago y otra adentro de su pantalón, en esa extraña pose provocativa en la que dormía - No te animaste a darme uno en la fiesta, podes hacerlo ahora -

Agustín no supo que hacer o decir. Solo se le pudo ocurrir que estaba medio en pedo y, a lo mejor, eso era un sueño, un delirio de borracho o un brote psicótico con delirio místico.

Si, una de esas opciones debía ser, porque se agachó para darle un beso a Marcos y dejó sus labios apretados contra los suyos por un rato largo.

Se movió cuando le empezó a doler el cuello, dándose la vuelta para darle la espalda al salteño, que presionó su brazo contra su espalda.

Cuando se despertó unas horas más tarde, sólo, Agustín estaba seguro de que lo que pasó en su cama fue un sueño.

Porque él es mi amigo [Marcos/Agustín] GH 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora