CAPÍTULO 10: Viejos amigos (EDITADO)

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ABRY:

Durante unos segundos estuve hablando con él, bueno, yo hablaba y él miraba a todas las direcciones menos a mi cara. Estaba soltando alguna de esas peroratas mías, únicamente para alargar esa situación y desear que no llegase nunca el momento de hablar de esa extraña situación cuyos términos estaban por determinar. Tenía claro que lo que estaba haciendo era solo alargar lo inevitable, solo rellenar un hueco de tiempo hasta que llegase el momento de aclarar la situación.

Me estaba dedicando a halar sin pensar siquiera en las palabras que salían de mi boca cuando de un segundo a otro, Thomas había dado un paso en mi dirección y juntaba sus labios en los míos.

En un principio, ni siquiera supe como reaccionar. Su movimiento fue tan repentino y brusco que no lo había visto ni venir. Por otro lado, pensaba que eso era a lo que había venido, bueno, más bien a hablar de hace lo que estábamos haciendo en ese momento, pero al parecer, él se había saltado todos los demás pasos, pasando directamente al final de la conversación. Mientras mi cabeza se encargaba de analizar la situación a cada milímetro, mis ojos se cerraron de forma inconsciente y mi cuerpo se fue relajando poco a poco contra el suyo, terminando por disolverme en aquel beso que no debería estar sucediendo, en aquel beso que no debería significar nada, que no debería hacer arder mis entrañas como hacían los labios de David.

Cuando por fin fui capaz de disolver mis pensamientos en su abrazo y de disfrutar realmente de aquel contacto, mi sensación me fue arrebatada. Sentí como si las terminaciones nerviosas que él había despertado se desvaneciesen según su cuerpo se alejaba del mío, y tardé varios segundos en analizar la situación, en darme cuenta de lo que estaba pasando, en abrir los ojos y en sentir el suelo bajo mis pies de nuevo.

Cuando fui consciente de lo que estaba pasando, enfoqué a Thomas en el suelo, con la boca llena de hilillos de sangre, mientras que David estaba sobre su cuerpo, cegado de rabia, agarrándole con la mano e intentando golpearle repetidamente, pero Thom no iba a dejarse amedrentar, y estaba claro que pretendía devolver el golpe. Fue entonces cuando ambos se involucraron en una pelea bastante fuerte.

Cuando mis piernas volvieron a servirme de alguna utilidad, me abalancé sobre David, y le intenté apartar de su victima con todas mis fuerzas, fallando estrepitosamente pues David era el doble de grande que yo. Sin embargo, cuando al intentar apartarme me empujó con fuerza y me caí, fue como si saliese de su trance.

Sacudió la cabeza y se levantó en un microsegundo para ayudarme a levantarme. Sin embargo, cuando le aparté de mí con brusquedad, su mirada se tornó de una preocupación a la misma vacía que había visto antes. Una que conocía demasiado bien. Podía ver como construía su propio muro, ladrillo a ladrillo, para que nadie pudiese alcanzarle, para que nadie pudiese herirle, para que nadie pudiese verle realmente.

Así que vi como escupía sangre en dirección a Thomas y tras echarme una única y última mirada, se alejaba a paso ligero, para darle un puñetazo a la pared, por otro lado.

Me levanté por mí misma y fui hacia Thomas, el cual seguía tirado en el suelo, analizando los daños en su propio cuerpo. Me acerqué a él como pude, y se apoyó en mí para levantarse.

-Siento lo que ha pasado.

-No importa. Sabía que lo iba a hacer si me acercaba a ti.

Cuando se dio cuenta de que le miraba con incredulidad, sin entender a lo que se estaba refiriendo, procedió a explicarse:

-Le he visto. Te estaba mirando y le he visto, por eso te he besado.

Durante un segundo la punzada que sentí en mi corazón consiguió que me quedase sin palabras. Tuve que hacer acopio de buena parte de mi auto control para responder sin ver alterada ni mi expresión ni mi voz.

-Eso tiene sentido.

Y lo tenía. Porque era eso lo que yo quería de él, una distracción, una tapadera. Al menos era eso lo que yo era para él, y a pesar de mis sentimientos encontrados ene esos labios, no podía hacer más que olvidar la situación y fingir que seguía tan impasible ante él que como lo estaba antes de haber sentido su tacto.

En ese momento, me di cuenta de que mi objetivo del día aún no se había llevado a cabo, haciendo que tuviese que pasar más tiempo con del que mi cuerpo quería. Así que le propuse ir a mi casa andando, hablar por el camino y curarle los nudillos y la cara cuando llegásemos.

Cuando se lo propuse, frunció el ceño.

-Abry, no hace falta.

-Lo sé. Pero quiero hacerlo.-se me quedó mirando un rato, con confusión.

Suspiré y le dije:

-No voy a abalanzarme sobre ti como un león porque me hayas besado, Thomas.

Se sonrojó, lo que hizo que quedase en claro que era exactamente eso en lo que estaba pensando.

-Yo no...

-Déjalo. Ven y ya. -le interrumpí.

Durante el camino, apenas hablamos. Ambos confundidos e incómodos por la situación en la que nos habíamos envuelto nosotros solitos. Le di las gracias por el beso, por que era exactamente lo que quería, y establecimos las normas de nuestra relación.

Para empezar, las manos iban a estar fuera si no había ninguno de los otros dos implicados en nuestra relación en el punto de mira. Además, acordamos que cuando cualquiera de los dos empezase a sentir algo por el otro, el trato finalizaría. También decidimos que era algo que todo el mundo debía creer, o no tendría sentido, y que yo iba a ser la encargada de poner al día a Allyson.

Cuando llegamos a mi casa, ambos nos paramos en el umbral, repentinamente incómodos. En silencio abrí la puerta e hice un gesto con la mano, invitándole a pasar. Directamente le llevé a mi cuarto, y mientras él se ensimismaba mirando los papeles que llenaban mis paredes, fui a por lo necesario para curarle las heridas y lentamente, mientras le observaba, me acerqué a él y me senté frente a él en mi cama.

Empecé a limpiarle en un silencio incómodo, mientras él evitaba mi mirada y yo la buscaba con demasiada energía. De vez en cuando, él torcía el gesto y yo le pedía disculpas, para proceder con mi tarea posteriormente.

Cuando acabé, fui a levantarme para tirar todo, suspirando por la surrealista situación en la que me había metido. Entonces, me detuve en su mirada. Pero la suya no estaba detenida en la mía, miraba más abajo, en otra parte de mi rostro. Subió la mirada para encontrarse con mis negros ojos y vi en su mirada el mismo deseo que seguramente se había despertado en la mía.

Mi mirada se desvió de la suya, subiendo la tensión de la habitación una vez ambos fuimos conscientes de la dirección de nuestras miradas y de lo que ese hecho estaba dejando en claro.

Fue entonces cuando el imán que atraen a dos personas cuyos labios se ansían mutuamente nos atrajo el uno al otro de manera totalmente irremediable. Durante unos segundos, ambos luchamos contra ello, acercándonos de una manera muy lenta, con sufrimiento y deseo en nuestras miradas al mismo tiempo.

Cuando al fin nuestros labios se encontraron mutuamente, la sensación que previamente había abandonado cada uno de mis sentidos los todo ahora sin piedad alguna. 

UNA DE ELLOS en ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora