CAPÍTULO 31: Reflexión deprimente

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ABRY:

Estoy echa un auténtico lio. No puedo dejar de pensar en qué pasará si me equivoco. Una vez más, me encuentro entre la espada y la pared. La pared, es Marcos, y claro está, la espada es David. ¿Por qué tuve que conocerlos a todos? Yo era feliz. ¿Por qué ese día, que acababa el instituto, tuve que conocerlo? ¿Por qué tuve que enamorarme del peor macarra de el cual me podría haber enamorado? Qué demonios. Le sigo amando. Sé que le sigo amando. Fue una tontería por la que nos separamos, y ese hecho me atormenta cada día. Ni siquiera se molestó en llamarme. Y eso es posiblemente, lo que más me duele de toda esta historia. Marcos me gusta. Nunca dejará de gustarme. Es guapísimo, y no puedo negarlo pero yo amo a otra persona. Por mucho daño que me haga, sé que siempre estaré enamorada de él hasta las trancas.

La diferencia entre uno y otro, es que Marcos me demuestra su amor, cuando David nunca lo ha hecho. Marcos y yo compartimos un pasado. Mí mayor momento de intimidad, lo viví con él, y es algo que nunca podré olvidar. Recuerdo lo tierno que fue. Recuerdo que me dolió, pero que fue agradable. Recuerdo hasta el más mínimo detalle de aquella noche, y por muchos recuerdos que llegue a tener con David, ninguno superará ese recuerdo, nunca. Decido mandarle un mensaje a David. Tengo que asegurarme de que no pasará nada entre nosotros. Tiene que ser así. Le amo, pero también amo a Marcos, y ahora mismo lo único que necesito es estabilidad, me quedo con la pared, y sé que es porque la espada es demasiado peligrosa como para salir con ella.

-Tnems q hablar.

Me responde al instante:

¿Ahora t dignas a hablarm?

-¿S puede saber q t pasa?

-Llevas sin hablarm 1 semana.

-Puedo decir lo msmo d ti.

-¿Has estado demasiado ocupada cn él?

-Me stas tomando el pelo, ¿n?

-¿Le has besdo?

-Eso no t imprta.

-Vale, le has besdo.

-No kiero hablar esto por mnsjes.

-No hay nda q hablar, Abry.

-¿Me sigus keriendo?

No tengo ni idea de porque le pregunto eso, pero en cierta manera, necesito saberlo, sé que es la pregunta que llevo haciéndome toda la semana. Pero me da miedo la respuesta.

-¿Tú a mí?

Le ha dado la vuelta a las tornas. Tenía la esperanza de que no lo hiciera. Y entonces me doy cuenta. La única manera de la que puedo hacer que se separe de mí, es mintiéndole.

-Ya, no.

-Ps, yo tampoco. T dejo. M voy cn Molly.

-¿Molly?

-¿T imprta?

-No. Pasadlo bn.

-Siempr lo hacms.

DAVID:

-¿Me sigus keriendo?

Mierda. He aquí el quid de la cuestión. Joder Abry. Claro que te quiero. Pero despertaste todas mis putas inseguridades quedando con ese capullo. Como le toque un solo pelo de la cara, le parto la suya. Decido cambiar las tornas, mi respuesta dependerá de la suya.

-¿Tú a mí?

-Ya, no.

No le creo. Sé, quiero pensar, que me sigue amando tanto como yo le amo a ella. Que me necesita tanto como yo la necesito a ella.

UNA DE ELLOS en ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora