CAPÍTULO 34: Regreso a St. Peter's

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5 horas antes de St. Peter's:

MARCOS:

Toco el timbre de la puerta de su casa, y gracias a dios que me abre su madre.

-Hola señora Brown.

-Carol, por favor, Marcos...

-Por supuesto.

-¡Casi se me olvida! ¡Pasa, por dios!

Sonrío y entro en la casa. Llevo un polo, como ella me dijo que tenía que vestirme para cenar con su familia. Para no parecer demasiado elegante, llevo unos vaqueros y unas zapatillas.

-Está arriba. Ve a decirle que has llegado.-me susurra su madre, con un brillo oscuro en sus ojos.

-Claro.

Subo las escaleras para ir a su habitación. Me la encuentro mirándose al espejo, con un vestido corto blanco, que le queda perfecto. Hacía mucho tiempo que no la veía tan arreglada. Lleva unos pendientes. Si. ABRY BROWN LLEVA PENDIENTES. Desde que nos conocemos, nunca había llevado pendientes. Son unas perlitas blancas a juego con el collar discreto que lleva.

Por una vez en su vida, ha cambiado sus convers por unas bailarinas también blancas. Hace que parezca un ángel. Lleva el pelo rojo recogido en un moño con una especie de trencitas delante.

Debo de parecer un psicópata apoyado en el marco de la puerta de la habitación de una chica bonita, mientras ella se mira en el espejo. Debe de darse cuenta de mi presencia, porque se gira hacia la puerta, y cuando sus ojos se encuentran con los míos, se ruboriza.

-No te había oído entrar.

-Estás preciosa, Abry.

-Cállate. Echo de menos mis convers y mis pantalones vaqueros.

-Sinceramente... yo no.

-Eres idiota.- se acerca a mí y estira sus pequeñas manos para cogerme con ambas manos el cuello de el polo y ponérmelo bien con una sonrisa.

Me la quedo mirando mientras lo hace. Es preciosa. Y es mía. Soy un maldito tipo con suerte.

2 horas antes de St. Peter's:

Tras una cena bastante incómoda con su familia, acompaño a chica a su casa y nos quedamos un rato fuera, mientras sus padres entran en la casa.

-Has estado bien.-dice medio riéndose.

-Creo que tu padre me odia.

-Te diría que es mentira, o que te querrá con el tiempo... pero te mentiría.

-Gracias por tu apoyo, nena...

Ella se muerde el labio inferior para no estallar a carcajadas, así que la cojo de la cintura y tiro de su labio inferior con los dientes. Ambos tenemos el corazón acelerado. Comenzamos a besarnos, pero ella me separa de un empujón. Se queda mirando detrás de mí así que me giro para ver qué es lo que la ha hecho apartarse de mí.

No puede ser. El cabrón de David Wate está detrás con la mandíbula apretada y las manos cerradas en puños.

-Abry, entra en casa.-le digo sin siquiera mirarla.

-No pienso entrar con vosotros aquí.

-Por una vez, estoy de acuerdo con Gray.

-Sois dos críos.-suspira ella caminando a su casa, y cerrando la puerta de un portazo.

-¿A qué has venido, Wate?

-Venía a disculparme con ella y os he visto.

-No debería importante.

UNA DE ELLOS en ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora