CAPÍTULO 37: La llamada más cara del mundo

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ABRY:

Hace dos días que me fui, y los abandoné. A mis padres. A mis amigas. A Marcos y a David. De David me despedí, puesto que no pienso volver. No van a volver a encerrarme. Si no me encuentran, no podrán conmigo. No puedo volver.

Ni siquiera sé porque se preocupó tanto mi padre. Solo lo he hecho un par de veces. No es para tanto. No es como si hubiera recaído. Si hubiera recaído les dejaría, muy a mi pesar, que me llevaran al hospital. La buena noticia, es que no he recaído. Con un par de veces no pasará nada.

He decidido que hoy hablaré con alguien. No sé con quién. Apagué mi teléfono móvil en cuanto salí de mi casa.

Lo enciendo. Me enfrento a veinte llamadas perdidas de Marcos. Varios mensajes preguntando por mi paradero, y un mensaje de voz. Lo escucho.

-Eh...Hola Abry, soy yo. Quería preguntarte por última vez, dónde estás. Me he pasado el día llamando a todos tus amigos, para saber si alguno tenía idea de donde estabas. Por cierto, tu padre está fatal. Se echa la culpa de que nos hayas dejado. Me he enterado de algo interesante cuando estaba llamando a todo el mundo. Resulta que de uno de nosotros, sí que te despediste. Y no es nada más y nada menos que tu ex. Y resulta que aparte de advertirle de que te ibas, y pedirle que no dijera nada, lo besaste... Te mando este mensaje, para que sepas, que he dejado de buscarte. Estarás bien. No quiero volver a verte. Suerte, donde quiera que estés.

Comienzo a llorar a borbotones. ¿Por qué tuve que despedirme de David y no de Marcos? No importa. Ahora ya da igual. Ellos seguirán su camino y yo el mío, lejos de ellos. David estará tranquilo, ya que fue el único al que le di la posibilidad de despedirse de mí. Marcos, me olvidará y punto. Saldrá con otra persona, con Molly por ejemplo. Decido ponerme en contacto con varias personas hoy.

Marco el teléfono de mi casa. Coge mi madre.

-¿Si?

-Mamá.

-¡Abry! Dios santo estás bien... dime que estás de camino a casa.

-No mamá. No voy a volver.-ella comienza a sollozar y a rogarme que lo haga.

-Por favor... ¿Qué te hemos hecho tu padre y yo para que nos hagas sufrir así...?

-No habéis hecho nada. Esto no es culpa vuestra.

-Pues dime porque te vas. Tu padre vive encerrado en su despacho. Ayer no comió nada. Ni siquiera ha salido para ir al baño, ni a ducharse.

-Lo siento... de veras.

-Si lo sintieras estarías en tu cuarto ahora mismo.

-No puedo volver.

-No me digas que es algo de chicos, porque no te creo. El pobre Marcos lleva viniendo todos los días a casa. Ha llamado a todos tus amigos, pero me ha dicho que ninguno sabe nada. Estuvimos en tu cuarto. Dejaste las llaves... no piensas volver. Creo que tu padre y él ya se han rendido contigo.

-Lo siento tanto... Mamá no puedo volver. Papá me quiere ingresar en St. Peter's.

-¿Has recaído?

-¡No!

-¿Y por qué va a querer tu padre ingresarte?

-Yo... tengo que colgar mamá. Diles a todos que estoy bien. Que nadie se preocupe, ¿vale?

DAVID:

Hoy he quedado con los chicos. Marcos no me habla, cosa que entiendo. Su chica se despidió de mí, con un beso... y luego desapareció. Vamos a ir a la playa. Los cuatro juntos, en el coche de Marcos.

UNA DE ELLOS en ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora