XIV. Suzy.

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— Siento mucho que tengas que cambiar tus planes a último minuto.

Kim Dabin no parece darle mucha importancia al asunto.

<< ¿Quizá fue por el tono con el que me disculpe? >>, a veces cuando se dirigía a Dabin, su voz solía tener una modulación que la hacía parecer distante. Y Dabin para sumarle a la incertidumbre, tiende a ser distante también. Esto a pesar de que la llamara 'unnie' la mayor parte del tiempo — aunque la forma en que lo dice es más uniforme la mayoría de las veces —. Sea como haya sido, intenta no darle mucha importancia a la respuesta indiferente de su gerente. No obstante, la culpa sigue filtrándose entre sus dedos mientras aprieta su pasaporte junto al formato de declaración de bienes que tuvo que rellenar hace unos instantes.

Piensa entonces que es mejor restringir la emoción en su rostro.

Es bastante buena para eso.

Su-ji odia ser emocional, así que intenta serlo sólo cuando cree conveniente.

Para mantenerse ocupada, al menos tratar de aliviar su aburrimiento, como olvidarse de la incomodidad que le dejó su intento fracasado de disculpa, se pone a deshilachar un hilillo que sobresalía de la manga de la chaqueta de mezclilla que lleva puesta.

Dabin camina tras de ella, como siempre lo hace.

Siempre le ha causado gracia su forma de caminar. Piensa que es como un patito marchando con una expresión neutral regida por los músculos de su rostro. Sus brazos permanecen cruzados cerniendo el formato y su pasaporte contra la axila. Se ve bastante graciosa con su ropa veraniega, esa camiseta con estampado de naranjas, desentonó con el resto de los coreanos cuando llegaron a Incheon, sin embargo, ahí en Australia ya no lo hacía. Dabin mide un metro y sesenta, pero, que sea pequeña no significa que no sea alguien funcional o incompetente para sus tareas como gerente.

Dabin es formidable, eso lo tiene que reconocer. Es capaz de cargar grandes cantidades de peso sin rechistar los dientes. Además, de que sus manos pueden sostener un sin fin de productos sin la necesidad de pedir ayuda.

Se dan una breve mirada y el semblante lleno de impavidez se atenúa en una especie de comprensión que antes parecía no notar.

Puede ser que Dabin conocía bien a Su-ji y se diera cuenta de su torpe intento de disculpa enmascarado en abulia al momento de decir las cosas.

Aunque rara vez sus conversaciones rayaban en el sentimentalismo. Dabin podía al menos hacer el esfuerzo indómito de dar cierto consuelo. Sin embargo, Su-ji pensaba que era bastante torpe en ese aspecto. Era un ser pragmático y todo lo que ambas hacían se basaba en eso, en hacer las cosas de manera funcional.

Pareció incluso luchar en decir: — No te preocupes Bossie.

El término cariñoso y el palmeo seco y breve que sintió en su hombro no dejó de ser un acto bastante paradójico. La voz de Dabin era lineal y apática, el << Bossie >>, parecía una especie de exasperación. Su-ji no la reconoce como alguien cariñosa. Es ecuánime y con el tiempo han podido superar algunos rastros de incomodidad casi robóticos que se siente al trabajar por primera vez con un nuevo gerente. << Bossie >> y << Unnie >> son sólo un atributo de la longevidad que sostienen al trabajar juntas.

Eso es todo.

Así han funcionado de maravilla todo este tiempo.

Y quizás en algunas instancias es raro. Lee Jieun, por ejemplo, es bastante cercana al personal y casi trata a todo su equipo como si fueran una especie de familia. Incluso si de manera irónica le advirtió una vez que tuviera siempre un ojo abierto, pues << Nunca se sabe con quién se puede encontrar uno al momento de trabajar >>. Esa sospecha en su voz mientras sorbía su té de limón la hizo mirarla con incredulidad aquella vez. Era un contraste evidente con la cara con la que veía a su equipo y con la que veía sus colegas idols, sobre todo sus hoobae, como era el caso de Su-ji.

Cuando las noches son de té y los días de lluvía| Suzé o SuséDonde viven las historias. Descúbrelo ahora