XVII. Rosie.

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31/12/21

Querida Jangmi.

Lo entiendo.

Con amor, Suzie.

Siete semanas más tarde después de esa nota, es su cumpleaños número veinticinco, veintiséis si usa su edad coreana. Pero le ha gustado fingir que tiene veinticinco desde el año anterior; tal vez porque se niega a envejecer o porque le gusta el número, porque es un tercio del número cien.

Y lo mejor de su cumpleaños es que está con todas las personas en verdad le importan, su familia: Lisa, Jennie y Jisoo.

Estaba bastante conmocionada cuando las vio llamar a su puerta a las 3 AM. Lisa la saludó con un par de botellas de soju empuñadas en ambas manos y Jennie llevaba un pastel pequeño con veinticinco velas que Jisoo luchaba para encender. Dijeron que querían estar con ella cuando el sol bañara los edificios con su luz; tal vez recordar la primera vez en que supieron que eran las cuatro. Tocando canciones con la guitarra y cantando incluso sin preocuparles sin afinar.

Le pareció un gesto tierno que incluso con su apretada agenda se habían dado el tiempo para pasar el día con ella. Las cuatro juntas. Es improbable de cierta manera que salgan a cenar todas; así que Rosie agradece ser arrastrada fuera de casa y que Jennie haga una reservación en un restaurante aparatoso de comida gourmet, por tiempos sólo para vivir una experiencia entre chistes malísimos por parte de Lisa y bromas tontas por parte de Jisoo.

En honor a ella pidieron una botella de vino rosado, << el más costoso, por favor >>, Jennie dijo al camarero con una sonrisa animada, provocando una ola de bulla por parte del resto de las integrantes. Como si Rosé fuera una temática, Jisoo pide que uno de los platos sea Rosé Pasta y la mesa estalló en carcajadas cuando ven la forma en que es puesto frente a ellas; completamente deconstruido y muy alejado a lo que parece una pasta normal. << Es tan disruptivo como debes de ser tú >>, Lisa le dice apretando su manos encima de la mesa.

Luego de que la cena finalice con un postre súper raro el cual hace que se le trabe la lengua al intentar pronunciarlo. Jennie pide un segundo de silencio. La plática ligera sobre sus proyectos personales de este año se detiene. Jennie parece verdaderamente una bomba de tiempo a punto de estallar en sentimentalismo provocado por las luces, cálidas, del silencio y de esos tres parejos de ojos que la miran, como lo hicieron desde ya hace muchos años. Rosie observa como la copa alzada tiembla y las comisuras de sus labios se mueven de manera oscilatoria.

— Estoy feliz, de que estemos las cuatro juntas hoy.

Es en ese momento cuando chocan copas que Rosie se da cuenta que no importa lo que pase el día de mañana, sólo quiere que ellas estén ahí.

Después de esa cena, deciden que quieren seguir celebrando. Tal vez impulsado por acabarse esa botella y después pedir un Merlot. Van entonces a un club de Jazz que pertenece a un conocido de Jennie, cuyo nombre es borroso ante el alcohol que las hace gravitar. Terminan bebiendo daikiris en una sección VIP privada. Un balcón sellado con vidrios polarizados. Bailando torpemente las canciones. Lisa termina enseñándole a una borracha Jisoo a hacer un twerk. Rosie está tan perdida, moviéndose al ritmo de la música, abrazando a Jennie por la espalda, animando a su unnie. ¡Jisoo!, ¡Jisoo!, ¡Jisoo!, ¡Jisoo!, las tres corean. Luego cada una hace un paso extraño y potencialmente mortal en sus condiciones. A Rosie le gusta hacer ese pasito ruso del baile de Rasputín que aprendió jugando Just Dance cuando era aprendiz. Entonces la animan diciendo: ¡Rosie!, ¡Rosie!, ¡Rosie!, ¡Yeah, yeah, yeah!

Piensa que tal vez es su cumpleaños favorito. No se había reído, bailado y bebido tanto en mucho tiempo. Tal vez porque no tiene que pretender ser Rosé, sino que está fuera de las máscaras de concreto.

Cuando las noches son de té y los días de lluvía| Suzé o SuséDonde viven las historias. Descúbrelo ahora