Cap. 10 | Preguntas

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Edric

05 de marzo del 2018

—¿Recuerdas a la chica que vi en diciembre? A Vicky —digo al ver entrar a Jorge al comedor y asiente ante mi pregunta —. Pues pensaba que ya estaba superado y que estaba claro pero Irene ha subido una foto con ella por su cumpleaños y me acabo de quedar blanco —suspiro —. Es que no sé qué me pasa con ella tío.

—Supongo que te enamoraste tarde —responde mientras se siente a mi lado en el sofá, dejando sobre la mesa del centro dos cervezas —, quiero decir, sabías de sobra que ella te daba todo aunque no le correspondías y te daba igual, simplemente lo aprovechabas y ya está, pero ahora que ya no está te duele y lo echas de menos. Te enamoraste y preferiste mirar a otro lado para evitar que fuera cierto —le da un trago a su botellín —, el problema es que ahora tienes que hacerte cargo del pasado y del presente y se te acaba de juntar todo. Oye, pensaba que este tema estaba más que cerrado, no habíamos vuelto a hablar de ella.

Suspiro y le doy un sorbo a mi cerveza. No respondo porque en parte tiene razón. Jugué con Vicky como me dio la gana, hubo un par de veces que fue ella quien intentó poner las normas pero siempre acababa cediendo, sabía que comía de la palma de mi mano y que con dos frases podía conseguir que el muro que construía se derrumbara. Yo tenía la llave de ella pero Vicky, aunque podría haberlo conseguido, nunca le dejé que tuviera la mía y acabé jodiéndole. No sé qué pudo ver en mí pero desde luego fueron cosas que arruiné, una tras otra.

—En verdad —comienzo a decir con algo de miedo —, sabía de sobra que sí sentía cosas por ella porque ver que estaba tonteando con otro chaval cuando nos distanciábamos me ponía nervioso, sabía que eso no es lo que sientes con un juego y no eran celos, no eran ganas de ir a reventarle la boca al chaval ni nada por el estilo —suspiro —. No se lo he dicho a nadie pero eran ganas de poder ser ese chaval, de esperar a que ella se diera la vuelta y se viniera conmigo. Quería que me eligiera a mí y, joder, sabía que ella quería elegirme pero yo no la elegía a ella —le doy otro trago porque siento la boca seca —. No la elegía a ella pero cuando me enrollé con una chica en un portal me imaginaba a Vicky —suspiro nuevamente —. Fui una mierda de persona.

—Pero has madurado, tío, eres capaz de ver tus cagadas y aceptar que no hiciste lo correcto.

—¿Es lo que sientes con Miriam? —pregunto, me dan envidia cada vez que les veo medio dormidos en el sofá o comiéndose a besos en mitad de una fiesta.

—La diferencia es que yo no me lo niego y se lo demuestro como puedo cada día.

Y tiene razón. Me muero de envidia cada vez que les veo, para mí son esa clase de relación que quiero en el futuro aunque todavía no han confirmado el noviazgo pero sé que los dos se mueren el uno por el otro. Y no hablo por las fotos que suben y que el resto ve, al final soy amigo tanto de Miriam como de Jorge, de hecho, les presenté yo. No es por llevarme méritos, pero se me ha dado bien hacer de cupido. Tan bien que creo que gasté todos los cartuchos en ellos porque soy incapaz de conocer a alguien que me remueva el corazón.

—No sé qué hacer si la vuelvo a ver este viaje —confieso.

—Pues como hiciste la última vez, tío, comportarte como alguien maduro y ser su amigo, o conocido, según como reaccione ella.

—Es que no sé si quiero ser sólo eso, Jorge.

—Pero sabes que ella sí, y debes respetar que tú llegaste tarde y Vicky ya no quiere nada contigo.

Eso ha dolido, pero no es ninguna mentira.

La última vez que hablamos me dijo que nuestra historia ya no le dolía, que me había perdona hace mucho y que ya no guardaba ningún tipo de rencor hacia mí. Ojalá pudiera decir que eso consiguió que dejara de pensar en ella pero no es cierto, la verdad es que consiguió que le diera más vueltas a todo, no sólo a las cosas relacionadas con ella...

¿Sandra me habrá perdonado? ¿Mis padres seguirán tan enfadados como hace unos meses por haber distanciado? ¿Mis colegas de allí seguirán acordándose de mí? ¿Alguna vez conseguiré hacer las cosas bien? ¿Seguiré siendo un cobarde toda mi vida? ¿Podré querer a alguien sin hacerle tanto daño?

—¿Por qué no te vienes conmigo a Valencia? Son fallas, ven a pasarlas conmigo —le pregunto a Jorge, esta conversación ya la hemos tenido pero un último intento nunca está de más en estas situaciones.

—No, aparte de que odio tantísima gente concentrada en una misma ciudad, paso de perderme clases y de una semana sin tener que aguantar tus lloriqueos.

—Seguro que me echarás de menos.

—Ten claro que será así.




*Empieza el salseo*

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