Edric
17 de marzo del 2018
Está aquí, sabía que era algo que podía pasar pero no me puedo creer que así sea. Parece contenta, que se lo esté pasando bien y esté disfrutando, joder, que envidia le tengo a la persona que está bailando con ella pero supongo que así está mejor todo.
La última vez que hablamos las cosas quedaron claras, ella no me guarda rencor y yo superaré haberme dado cuenta tarde de todo lo que quería haber vivido con Vicky.
No voy a acercarme, me voy a quedar en mi antiguo grupo de amigos mientras la observo de lejos. No he avisado a Irene que volvía para las fiestas, no quería meterle en un compromiso.
—¿Edric? —escucho una voz femenina detrás de mí, creo que sé quién es pero me he quedado congelado al pensarlo —¿eres tú? —es ella.
—¿Sandra? —pregunto como si no la hubiera reconocido y un escalofrío no me hubiera recorrido toda la columna vertebral.
—Cuanto tiempo —dice ella.
La última vez que la vi fue para despedirnos, le dije que me iba al pueblo unos días y la semana siguiente le llamaba desde Madrid para contarle lo hijo de puta que fui con ella.
—¿Cómo estás? —pregunto, aunque entendería que ella no me quisiera responder.
—Muy bien, aprovechando las fiestas para disfrutarlas y hacer una visita, supongo que como tú.
—Sí, así es.
Me planteé varias veces que pasaría si me cruzara con Vicky pero nunca que pasaría si me cruzaba con Sandra, tenía entendido que estaba estudiando en Sevilla, asi que ni si quiera se me había pasado por la cabeza.
La verdad es que vivimos momentos preciosos juntos, fue mi primera vez con ella y viceversa, conocí a sus padres y se comportaron como familia para mí, nos escapamos de casa cuando a alguno de los dos nos castigaban pero no nos pillaron ni una vez. Tuvimos momentos muy buenos, pero la cagué tantísimo que quedan opacados por ello.
—Oye —comienzo a decir pero me corta.
—Hemos venido a pasarlo bien, Edric —dice ella, es verdad que no es momento de hablar sobre ello —, han pasado tres años desde que te fuiste, ya está todo olvidado ¿vale?
Se acerca a mí y me da un abrazo, eso sí que no me lo esperaba. Pensé que en cuanto me viera se giraría o, peor aún, que me daría el puñetazo que me merezco desde hace años. Pero no, se ha acercado y me ha dado un abrazo.
Resulta que soy el único que no lo olvida, joder.
—No todo fue malo, ¿vale? —me dice ella —Me debes sesiones de psicólogo pero no todo fue malo, me diste cosas buenas y es en lo único que quiero pensar esta noche ¿de acuerdo?
Y, aunque la música ha sonado durante todo este tiempo, parece que su volumen ha aumentado porque es lo único que escucho ahora mismo mientras Sandra comienza a bailar conmigo. Y, joder, no se le ha olvidado como provocarme. No sé cómo reaccionar pero dejo que los dos cubatas y lo que acaba de despertar en mi cuerpo me lleve.
Un cubata y cinco canciones después nos besamos, se lanza a mi boca y yo no quiero pararla. Me acuerdo de cómo besaba, de cómo sabían sus labios y cómo le gustaba que le tocara. Me acuerdo de todo, me acuerdo de las noches que pasé con ella, me acuerdo de cómo la quise al principio y de cómo consiguió que me volviera loco por ella. Me acuerdo de tantas cosas que quiero dejar de pensar y me dejarme llevar.
Y eso hago, me dejo llevar y, al llegar a su portal no llegamos ni al ascensor. Nos escondemos en ese rincón donde nuestra única regla era no gritar, gemir al oído del otro o mordernos mutuamente para que no nos escucharan. De repente volvemos a tener 17 años y tenemos miedo de que alguien nos pille.
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HILO ROJO
Teen FictionTodos tenemos un hilo rojo. O eso es lo que cuenta la leyenda. Vicky comienza a pensar que el destino es demasiado caprichoso... siempre la cruza con la misma persona, pero duda que él sea su hilo rojo. Ella no cree en esas cosas. Edric, por su part...