Edric
21 de octubre del 2014
Han pasado varios días desde mi noche con Vicky, no hemos vuelto a hablar ni de ello ni nada y, para colmo, hoy no ha aparecido por el instituto. Así que mi último recuerdo con ella es la despedida en el umbral de su puerta mientras ella estaba en ropa interior y tapada por una manta, y yo colocándome bien los pantalones mientras le susurraba que tenía mucho que perder dándole un beso en su frente.
Joder, qué bien le olía su melena medio rubio a coco. No puedo quitármelo de la cabeza, soy incapaz de olvidar cómo fue acariciarle y que su piel se erizara ante mis dedos. Siendo sincero, guardaba cierta esperanza de poder hablar con ella en algún cambio de asignatura pero no ha venido a clase.
Pero ahora estoy seguro que la chica que está en el otro andén es Vicky, esa que debe haberse subido en el vagón que hay parado al otro lado. Vibra el móvil y sólo hay un "sí" escrito en su mensaje. Le acabo de preguntar que si es ella la que está en el metro, ni si quiera se molesta en saber cuál es el motivo, a pesar de definirse a ella misma como una persona curiosa.
No me gusta nada contestar rápido, ni si quiera respondo al momento a Sandra cuando me habla, sólo cuando me llama por teléfono porque intenta hacerme creer que cualquier cosa que diga es importante. No se da cuenta que con esas cosas me agobia, que me gusta estar a mi aire. Pero ahora quiero agobiarme, quiero que me escriba otro mensaje preguntándome el motivo de que le esté escribiendo, que me diga algo del otro día o lo que sea.
—¿Vamos? —escucho decir a Sandra mientras me agarra del brazo—, está llegando ya el metro —dice cuando aparto la mirada del otro andén donde ya no hay nadie.
—Sí —respondo sin más, aunque dudo que me haya escuchado porque el ruido de las máquinas se apodera de la estación.
Le miro de arriba abajo, tiene el pelo recogido en una coleta alta, siempre está con una sonrisa en la cara y las uñas hechas a juego con la estación del año. Siempre lleva la ropa conjuntada, incluso cuando coge lo primero que pilla aunque, personalmente, dudo que sea cierto y en realidad medita lo que se quiere poner con cada prenda.
—¿Todo bien? Parece que has visto a un fantasma —pregunta mientras me agarra la cara por los mofletes y se pone de puntillas para besarme en la mejilla.
—Sí, todo va bien, estaba pensando en todo lo que tengo que hacer al llegar a casa —contesto cuando se separa de mí. Su pintalabios casi transparente seguro que me ha dejado un poco de rastro y me lo retiro con la palma de la mano cuando aparta la mirada.
Nos acercamos hasta la puerta más cercana del vagón, dejamos salir a tres personas y entramos buscando un par de asientos. Localizamos dos juntos y vamos directos tras asegurarnos que nadie los necesita. Al sentarnos, escribo un nuevo mensaje a Vicky: Estábamos justo en el otro andén, ¿no te has dado cuenta?
No es nada fácil actuar como si nada hubiera pasado, pero tampoco me hace especial ilusión contárselo a Sandra y que me monte uno de sus numeritos, aunque no le faltaría razón. Estamos camino de su casa porque sus padres no van a estar en toda la semana y, no voy a mentir, me apetece muchísimo pasarme todo este tiempo metido en su cama.
Cuando ya casi estamos llegando vuelvo a mirar el móvil pero no tengo ninguna respuesta, ni si quiera un doble check azul pero sé que a veces simplemente los deja ahí sin leer. Decido escribir otro mensaje nuevo mientras recuerdo cómo fue el primer beso que le di ¿Se te ha comido la lengua el gato? O, más bien, ¿los dedos?
Estoy seguro de que no voy a obtener ninguna respuesta, que va a volver a ignorarme pero tengo que intentarlo. Me niego a que las cosas se queden así, quiero saber algo más de lo que piensa ella.
***
Vicky
21 de octubre del 2014
¿Lo peor? Es que duda y cree que no me he dado cuenta que era él pero todos sabemos que sí lo he visto. Es imposible no darse cuenta de su presencia. Joder, si es que me tiembla el cuerpo cada vez que recuerdo cómo me miraba después de capa puto beso, aunque luego recuerdo su mirada al ver el mensaje de Sandra y se me pasa todo.
Sé de sobra que estaba en el andén de enfrente y, no voy a mentir, doy gracias que estemos yendo en dirección contraria porque no sé cómo habría actuado delante de él y, mucho menos, qué habría hecho delante de Sandra. Estoy segura de que era ella y que no tiene ni idea de que hace unas noches su novio estaba jugando a esconderse en mis sábanas.
Ni si quiera he sido capaz de ir a clase hoy, no he pegado ojo en toda la noche por estar pensando en qué hacer cuando me lo cruzara en clase, pero mi cara ha sido tal cuadro esta mañana que ha sido mi madre quien ha dicho que me quedara en casa. Con todo lo que pasa en nuestra familia, no me ha preguntado que me ocurre porque cree que todo va con ello y, la verdad, no sé cómo he tenido tiempo de meterme en historias.
El metro anuncia mi parada y vuelvo a la realidad, esa mierda que me dice que mañana no tendré ninguna excusa y me tocará mirarle a la cara y afrontarlo, aunque más vergüenza debería de tener él y aquí tengo el móvil vibrando por sus whatsapps.
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HILO ROJO
Teen FictionTodos tenemos un hilo rojo. O eso es lo que cuenta la leyenda. Vicky comienza a pensar que el destino es demasiado caprichoso... siempre la cruza con la misma persona, pero duda que él sea su hilo rojo. Ella no cree en esas cosas. Edric, por su part...