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Hemos tenido un día maravilloso y relajado tras volver temprano de la excursión

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Hemos tenido un día maravilloso y relajado tras volver temprano de la excursión. Hoy los acampados han realizado varios talleres, pues mañana será el día de las olimpiadas en el que los grupos competirán entre sí en varios deportes, reales e inventados, y tienen que crear un cántico, una mascota, pintar unas camisetas que serán su equipación y un baile de la victoria. Mis chicas ya han decidido que el gatito será el que les acompañe en el logo y tienen un baile muy divertido preparado, en caso de que ganemos algo. No sé cuáles serán las pruebas ni contra quién, pero no tengo muy claro que vayan a hacerlo.

Sin embargo, están muy emocionadas y eso me alegra. A pesar de que aún no me hacen muy partícipes de sus dinámicas, he conseguido que no estén constantemente quejándose y eso ya es una victoria. Me ha costado mucho que se queden calladas en su cabaña, pero ahora que hemos terminado la reunión puedo ver que las luces están apagadas y no parece haber movimiento, por lo que me quedo más tranquila.

—¡Eh! Solo puedes usar una mano. 

Estamos jugando las cuatro a la jenga y Mariela, como en todos los juegos, parece tomárselo muy en serio. Esto provoca la risa de Virginia, que aún no está acostumbrada a su actitud y hace que nuestra amiga le lance una mirada reprobadora. Continuamos con la partida en silencio, escuchando el murmullo de los distintos grupos que están jugando o charlando entre ellos. 

—Bueno, ¿hablaste con Martín? ¿Qué te dijo? —pregunta Coral, emocionada.

—Qué va, no tuve tiempo con todo lo de la excursión. —miento.

—Pero si me ha dicho Mariela que os vio charlando por la noche.

Coral me mira con escepticismo mientras noto que la aludida se encoge de hombros y mueve sus labios en un suave "lo siento". No puedo culparla, no sabía que yo iba a mentir e imaginaría que había hablado con Martín del tema que nos concernía, por lo que solo contó lo que había visto, sin saber que no tengo ningunas ganas de cortar las ilusiones de Coral tan pronto.

—Sí que estuvimos hablando —contesto intentando parecer despreocupada—, pero solo de cosas del campamento. Preparando las actividades, ya que no podíamos dormir—. De repente, se me ha ocurrido una excusa—. No quise decirle nada porque he visto que Adrián andaba cerca y, ya sabes...

Bufa al oír su nombre y me quedo mirándola, pensativa. Me doy cuenta de que mi trola parece haber calado, pues las dos se giran hacia los chicos, donde Adrián y Román juegan dándole toques al balón con otros compañeros. El ver a mi novio me provoca una pequeña punzada en el pecho. Hoy hemos hablado un par de veces, mucho más tranquilos y como si nada hubiese pasado, pero me sigo sintiendo mal por tener pensamientos con otro chico y por la forma en la que me ha tratado. 

—Maldito Adrián. Espero que no me fastidie esto. ¿Os acordáis de Nochevieja, que casi acaba a golpes con el chico que se acercó a pedirme fuego?

Como el primer veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora