🌸🏕️🌟KALOPSIA🌟🏕️🌸
Julieta tiene todo lo que una chica de su edad podría desear: un novio guapo y simpático, unos amigos fieles y va a entrar en la universidad que siempre había querido. Además, ha conseguido su primer trabajo y es con el que si...
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—¡Fiesta!
El grito de Mariela en mi oído me hace pegar un respingo. Hemos tenido un día muy tranquilo, ya que casi todos los acampados se han ido con sus padres a visitar los espacios naturales de los alrededores. Hay un pueblo a unos cuantos kilómetros del campamento bastante turístico que tiene varias opciones para dormir y la mayoría de ellos pasarán la noche allí, pues sabiendo que venían han preparado actividades para divertir a toda la familia.
Sentada en una de las mesas de la zona de reuniones miro a mi alrededor con cansancio. Han preparado el lugar con luces de neón, que no sé de dónde han salido, guirnaldas y globos de colores. Hay mucha bebida, vasos y varias zonas con comida de picoteo variada. Estamos todos los monitores del campamento, pues tanto Fran como la enfermera se están encargando de la vigilancia de los pocos acampados que quedan pasando la noche en el lugar.
En definitiva: la gente quiere desfasar.
Algunos ya están un poco pasados de rosca, como Mariela, que baila a mi lado con un ritmo extraño las canciones de Taylor Swift que van sonando en el altavoz enorme que han puesto al lado de una pista de baile improvisada. Pedro, uno de los monitores del grupo de los más pequeños, pone la música en su móvil mientras lleva unos cascos ridículos con los que pretende parecer un gran dj, aunque parece que se ha quedado en el intento.
Sigo pensando en la noche anterior. No en mi beso con Martín, que también ronda mi cabeza y es el principal culpable de que esta noche esté desanimada, sino en el paseo de Mariela por mitad del campamento a altas horas de la noche. Le he preguntado esta mañana, pero me ha contestado con evasivas y bastante nerviosa. Según su explicación tuvo que ir a los baños de los campistas porque el servicio de nuestra habitación estaba ocupado, pero su forma de contarlo y trastabillar con las palabras me pareció sospechosa. No quería presionarla, sé que en cualquier momento me lo va a contar, pero no puedo evitar tener curiosidad.
La noche está enfocada al disfrute juvenil y, no sé por qué, pero no tengo muchos ánimos. Mientras tomo un vaso de cerveza que ya se está calentando veo cómo Martín me sonríe desde una de las mesas, alzando a la vez su copa. Correspondo a ese gesto y desvío la mirada, esperando que Coral no se haya dado cuenta, pues está pendiente de nuestro jefe desde que empezó la noche.
—Es el momento —dice Mariela tomándome de la mano.
Nos acercamos a Martín con seguridad y mi amiga comienza a contarle una historia planeada en la que Coral necesita hablar con alguien de un tema relacionado con el campamento, pero que no quería molestarlo y por eso estamos nosotras dos diciéndoselo, para ver si no le importa dar un paseo con ella y que le pueda explicar la situación.
Mariela sigue divagando con cara de circunstancia mientras Martín le mira, divertido. De repente, el chico toma sus manos para que pare de hablar y le dice que irá a hablar con Coral. Lo miro alejarse, sin haber abierto la boca en toda esta locura de conversación, y espero que no sea muy brusco con ella. Aunque, quién sabe, puede que el paseo por el bosque logre, de verdad, cambiar su percepción sobre Coral.