🌸🏕️🌟KALOPSIA🌟🏕️🌸
Julieta tiene todo lo que una chica de su edad podría desear: un novio guapo y simpático, unos amigos fieles y va a entrar en la universidad que siempre había querido. Además, ha conseguido su primer trabajo y es con el que si...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¡Como vuelvas a hacer eso, te juro por lo más sagrado, Jaime, que te mando directo para casa!
Los gritos de Mariela solo hacen que el susodicho y sus amigos rían con más fuerza y continúen tirándole globos de agua mientras ella intenta atraparlos, fingiendo un enfado que, aunque nosotras sabemos que no es real, los niños disfrutan pensando que están consiguiendo molestarle.
—Esta noche le va a doler la garganta. Y ya veremos si mañana no está constipada —digo dándole un pequeño codazo a Coral, que está sentada a mi lado, pero no me responde.
Llevamos toda la mañana sentadas en la orilla del lago, contemplando cómo los acampados se divierten en el día de los juegos acuáticos. Les hemos dado globos, pistolas de agua y juguetes diversos. Mientras alguno de los monitores tienen preparadas algunas pruebas para mantener la competitividad que parece que siempre les hace falta para disfrutar de las actividades, otros estamos vigilando que no haya que lamentar ninguna baja, ya sea por escurrizones en los plásticos que hemos colocado en el suelo para que se deslicen o por disputas mientras se están bañando que pueden acabar en llantos y ahogadillas.
Coral ha estado muy callada. No hemos hablado desde la noche del accidente, poco antes de verla irse llorando después de su conversación con Martín. Ayer, por la planificación del día, no pudimos vernos y nuestra única interacción fue cuando me preguntó qué tal estaba y, aunque sé que lo hizo con sincera preocupación, la noté ausente. Su respuesta a mi gesto de hacía un momento confirmaba mis sospechas de que, fuese lo que fuese lo que había hablado con Martín, le ha dejado desilusionada.
—¡Juanjo! ¡No molestes a Valeria o te quedas sin postre esta noche! —grito al darme cuenta de que en mis cavilaciones estoy despistando mi labor y el chico está asustando a su compañera amagando con tirarla al lago desde el embarcadero.
—No deberías estar aquí y menos pegando voces como una sirena. Tienes que descansar.
Pego un respingo mientras me llevo una mano al pecho. Coral también se ha asustado, pues la cabeza de Martín, que se encuentra agachado, ha aparecido entre nosotras de forma tan sigilosa que no nos hemos dado ni cuenta. Dándose cuenta de que nos ha pillado desprevenidas comienza a reírse, haciendo que una rabia infantil se apodere de mí y comience a darle pequeños golpes hasta que consigo tirarle al suelo y me contagio de su risa mientras le tiro briznas de hierba que arranco del suelo.
De repente, sin mediar palabra alguna, Coral se levanta y se aleja de nosotros. Mariela se da cuenta de esto y la sigue, lanzando a Martín lo que parece una mirada de reproche. Este suspira, mientras se sienta a mi lado, colocando los brazos sobre sus rodillas.
—He sido un idiota —dice quitándose trozos de hierba que hay en su camiseta.
—No seré yo quien te lleve la contraria —respondo intentando quitarle hierro al asunto, aunque mi mirada sigue la dirección que han tomado las chicas y no puedo evitar sentirme ansiosa.