10

66 29 181
                                        


Un sueño reparador arregla todos los males, eso tenedlo claro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un sueño reparador arregla todos los males, eso tenedlo claro. Me he levantado con una perspectiva mucho más clara de mis problemas y he decidido que voy a pasar de todo. Sí, exacto, no voy a hacer caso a ninguno de los dramas que se presenten en mi vida. Me resbalarán como si estuviese recubierta de mantequilla. 

Tras una mañana tranquila en el lago, donde pasé la mayor parte del rato tomando el sol en silencio mientras las chicas discutían el plan de acercamiento de Coral con Martín y les respondía con monosílabos, me hinché a albóndigas en el comedor y decidí dar un paseo alrededor del campamento. 

En este momento estoy recorriendo un sendero que transita cerca de los árboles, teniendo cuidado porque justo en uno de los lados hay un pequeño precipicio en el que un mal paso provocaría una caída ladera abajo en la que no saldría muy bien parada; pero tengo bastante visibilidad gracias a la luz del sol y espero encontrar un claro donde recuerdo que nos escapábamos los últimos a pasar el rato lejos de los más pequeños del campamento y de los monitores.

Paro al darme cuenta de que no estoy sola, pues escucho murmullos provenientes desde la maleza que me separa de mi destino. Unas risas suaves se mezclan con el sonido de los pájaros que disfrutan de las horas de luz que les brinda la naturaleza. Me acerco en silencio, mi alma cotilla no puede dejar escapar la oportunidad de mirar a escondidas.

Maldito momento en el que decido hacerlo.

Miradme, soy Julieta. Soy una pava, insufrible y virgen que no ha disfrutado en su vida. —Escucho que intentan imitarme.

¡Ruth! ¡Deja de divertirte! ¡No está permitido! —Otro estallido de risas, esta vez más fuerte.

Asomándome entre los arbustos veo que son mis acampadas. María y Ruth están de pie y las demás sentadas haciendo un círculo alrededor de ellas. Me alivia un poco comprobar que no están todas, solo seis, pero aun así no puedo evitar sentirme mal al descubrir que tienen esa opinión de mí.

La culpa es mía, si quieres cotillear tienes que estar preparada para aceptar que puede que lo que descubras no sea algo bueno.

¡Vamos, chicas! Puede que tenga el culo más gordo de todos, pero conseguiremos subir esa montaña para quedar últimas en la prueba, así nos darán un diploma por haberlo intentado.

Continúan con las imitaciones y no me apetece aguantar más. Me giro intentando ser, de nuevo, lo más silenciosa posible para que no se den cuenta de que he estado allí, cuando escucho unas palabras procedentes de María que me hacen estallar.

¡Mirad a mi novio! No sé por qué está conmigo, él es un pibón y yo soy una gorda, amargada y con menos gracia que un sonajero. 

Vuelvo hacia el claro, entrando en él como una exhalación y haciendo que todas se callen de repente. Algunas me miran con temor, otras apagan los cigarros y Ruth se aparta de mi camino con cara de susto cuando ve que me dirijo hacia ellas, pero mi intención no es hablar con ella.

Como el primer veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora