Llevo más de un día entero pensando en la conversación que escuché. Por mucho que intente convencerme de que Adrián no sería capaz de hacer eso y mucho menos de hablar así después de empujarme, una parte de mí siente que es posible que el tarugo tenga tan pocas neuronas como para delatarse. He evitado a mis compañeros durante todo el día, cosa que no ha sido difícil, pues me he ofrecido voluntaria para organizar los premios de la actividad nocturna y llevo todo el día sola haciendo pequeños paquetes de gominolas en una de las cabañas. Todos saben que estoy aquí, así que el único que ha aparecido ha sido Román para traerme la comida y decirme que mis chicas están bien, dentro de lo que cabe. Cada vez están más quejicas y a mí se me hace cuesta arriba.
Sumida como estoy en mis pensamientos, no me he dado cuenta de que ya es casi de noche, por lo que me levanto con rapidez maldiciendo mientras guardo las últimas bolsas en las cajas para llevarlas al final del recorrido. Cuando estoy haciendo malabares para salir con todo lo que llevo, noto cómo alguien gira el pomo de la puerta a la vez que yo, lo que causa que me trastabille y acabe de culo en el suelo.
La puerta se abre y lo primero que veo son unas piernas enfundadas en unos pantalones negros. La luz del exterior dibuja su silueta, pero lo que más me llama la atención es la máscara blanca y que en sus manos sostiene un machete de forma amenazante. Un grito escapa de mis labios mientras me quedo paralizada y pasan por mi cabeza todos los errores que he cometido y que nunca cometeré.
—Julieta, ¿qué haces? ¿Por qué aún no estás vestida?
La voz de Martín me hace volver a la realidad después de mis tres segundos de pánico. La vergüenza acude a mis mejillas mientras me levanto y sacudo mi ropa, colocándola. Su disfraz de Jason está bastante conseguido y se quita la máscara, dejando ver una sonrisa que me hace sonrojarme aún más.
—Iba ahora mismo, tengo el disfraz en la cabaña.
—¿Te has asustado? —pregunta con sorna mientras paso por su lado.
—No, me he caído —respondo y noto cómo camina tras de mí.
—¿Estás segura?
—Soy una patosa, ¿recuerdas? —digo señalándome la cabeza, donde aún tengo un pequeño círculo morado de uno de los golpes que me di.
—Julieta.
Su voz se ha tornado más seria, lo que hace que me detenga y me dé la vuelta. Deja las dos cajas en el suelo y acerca una de sus manos a mi frente, apartando un mechón de pelo y rozando con dulzura la marca. Le miro a los ojos, perdiéndome en el verde oscurecido por la penumbra de la noche. Tardo unos segundos en darme cuenta de que estamos donde cualquiera puede vernos y la culpa vuelve a apoderarse de mí. Aún no he hablado con Román ni con Coral de ello.
—Estoy bien, ¿de acuerdo? Dame las cajas, puedo llevarlas.
—No, voy contigo.
—Pero iba a quedarme yo al final del recorrido para entregar los premios —digo, contrariada.
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Como el primer verano
Ficção Adolescente🌸🏕️🌟KALOPSIA🌟🏕️🌸 Julieta tiene todo lo que una chica de su edad podría desear: un novio guapo y simpático, unos amigos fieles y va a entrar en la universidad que siempre había querido. Además, ha conseguido su primer trabajo y es con el que si...