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—¡Preparados para la gran prueba!

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—¡Preparados para la gran prueba!

Los gritos de Fran a través del altavoz inundan el centro del campamento. Todos los chicos están muy emocionados y se han preparado para la ocasión. El juego de "Atrapa la bandera" causa sensación todos los años, pues la forma que tenemos de desarrollarlo hace que la vena competitiva de todos salga a la luz. La mayoría de los acampados viste ropa cómoda, sus botas de montaña y les hemos dado maquillaje de guerra, con pintura en tonos marrones, verdes y negro, haciendo que luzcan como soldados de las películas de acción. Cada equipo, siendo un total de tres con gente de todas las edades, lleva un pañuelo de colores distintos según al que pertenezcan. Algunos llevan ramas, fingiendo que son armas, y están avisados de que solo podrán utilizarlas como atrezo o serán descalificados. En esta ocasión no participamos ninguno de los monitores, pues el "campo de batalla" es demasiado grande, lleno de árboles y zonas un poco peligrosas, por lo que tenemos que estar pendientes de que ninguno de los chicos acabe en la enfermería.

Me encuentro sola, detrás de todo el bullicio, y un poco más animada después de mi conversación de ayer con Martín. He preferido mantener las distancias con él hasta que consiga solucionar, o intentarlo, los problemas con mis amigos. Creo que esta noche, después de toda la emoción del día, será la mejor ocasión. El campamento está a punto de terminar y, si no lo hago antes de que acabe, perderé la oportunidad. Cada uno volveremos a nuestra vida y seguro que querrán alejarse lo máximo posible de mí.

—¡De acuerdo! Cada equipo irá a su campamento base con el monitor asignado. Recordad las normas y ganará el equipo que antes consiga su bandera. Además, habrá pequeños juegos entre medias que os harán sumar puntos para la victoria final. Estad atentos a las indicaciones.

Fran termina su discurso y me dispongo a reunir al equipo amarillo. Cuando lo conseguimos, comenzamos el camino hasta la zona delimitada con cintas del mismo color que sus pañuelos. Para comenzar la primera prueba, en ella está la bandera del equipo rosa. Les doy unas pocas explicaciones, a las que solo algunos están pendientes, y me marcho hacia una pequeña elevación, alejada del grupo, que me permite ver la zona del juego con mejor perspectiva.

Empieza a sonar una sirena, lo que indica que el juego ha comenzado. A la locura inicial le sigue un periodo de calma, en el que solo un puñado de chicos se ha quedado en la zona protegiendo la bandera. No tardo en aburrirme de la situación y comienzo a caminar, esperando no tener que enfrentar ninguna situación incómoda. Me cruzo con algunos acampados, que corren por la zona o intentan esconderse para crear una mejor estrategia. Voy en silencio, mirando a mi alrededor y disfrutando del bosque, hasta que unos murmullos de voces conocidas llaman mi atención.

—Te dije que la dejases y no me hiciste caso.

Es la voz de Mariela. Al principio me alegro de que sea ella, es una de las pocas personas que no me odian, pero algo en sus palabras y en su tono de voz hace que mi instinto me diga que es mejor permanecer en silencio y escuchar, cual cotilla, la conversación antes de anunciar mi presencia.

Como el primer veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora