🌸🏕️🌟KALOPSIA🌟🏕️🌸
Julieta tiene todo lo que una chica de su edad podría desear: un novio guapo y simpático, unos amigos fieles y va a entrar en la universidad que siempre había querido. Además, ha conseguido su primer trabajo y es con el que si...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cualquiera que me viese en este momento creería que la caída me ha afectado más de lo que pensaba. Ayer, después de hablar con Mariela, pasé el día pensando en cómo confesar mi pequeño desliz a Coral y a Román. La primera, tras muchas vueltas, llegué a la conclusión de que me iba a odiar durante un tiempo, pero era muy probable que se le acabase pasando en cuanto conociese a otro chico misterioso que le llenase el estómago de mariposas.
En cuanto a Román, es mucho más complicado, porque tuve la oportunidad de contárselo hace dos días, cuando me pidió perdón por todo lo que había pasado y yo, como una cobarde, no había sido capaz de hacerlo. Ahora lo voy a tener mucho más difícil para sacar la conversación. Además, está el tema del extraño empujón.
Esta noche he tenido una pesadilla. En ella, rememoraba la noche de la caída con bastante nitidez y, aunque algunos detalles me hacían pensar que estaba en un sueño, me da la sensación de que mi cerebro quiere avisarme de que, por mucho que intente ignorarlo y los demás no tengan mucha intención de escucharme, estoy en peligro.
Con todo eso en mente, y tras darme una ducha para quitarme todo el sudor que me ha producido mi batalla con las sábanas, he salido de la cabaña en dirección a la que llamaré, aunque suene un poco tétrico, la escena del crimen.
Y aquí me encuentro, en chándal, con el pelo mojado y sin peinar, y los brazos en jarra, mirando a la ladera por donde mi cuerpo fue dando tumbos hace unas noches. Tengo que ofrecer una estampa extraña a una hora tan temprana de la mañana, más aún porque llevo diez minutos en esta posición mientras miro a mi alrededor buscando alguna pista.
Intento no sacar el tema con mis compañeros, más después de ver sus reacciones. Martín, con el que me he cruzado en pocas ocasiones tras salir de la enfermería principalmente porque le he estado evitando, sigue mirándome con preocupación. Pero ¿tengo que preocuparme? Esta mañana, estoy segura de que sí. Alguien intentó hacerme daño, no sé si con intención o sin ella, pero mis recuerdos no me están engañando.
Sigo en silencio, mirando al suelo, intentando buscar alguna pista que estoy segura de que el tiempo o la persona implicada han borrado con anterioridad, cuando, de repente, escucho un ruido a mi derecha. Sé que debo continuar mi camino o quedarme en el sitio esperando para saludar a quien quiera que se esté acercando, pero, al igual que una intrépida detective de esas novelas que tanto me gustan, me escondo tras uno de los árboles cercanos.
—Ahora es el momento, tío. Tienes que aprovechar la oportunidad y culminar de una vez por todas.
Un sudor frío recorre mi espalda. La voz que estoy escuchando es la de Daniel y parece que está aconsejando a alguien que haga algo inminente. ¿Estarán hablando de deshacerse de mí? Sacudo la cabeza, desechando pensamientos tan drásticos de mi mente, y me dispongo a escuchar con atención antes de sacar ninguna conclusión.
—¿Tú crees? —Adrián, que parece ser el acompañante, hace esta pregunta con un toque de esperanza.
—¡Por supuesto! ¿No te has dado cuenta de lo triste que está con lo del maldito pijo del jefe? Le ha dado calabazas y créeme cuando te digo que no hay mejor oportunidad para conquistar a una mujer que cuando está despechada.