14

55 22 134
                                    


—Joder, ¿qué habrá pasado?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Joder, ¿qué habrá pasado?

—No sé cómo ha podido llegar a esto... Julieta siempre ha sido muy cuidadosa y conoce el bosque como la palma de su mano.

—Sí, pero ayer bebió demasiado. Todos lo vimos. Y en esas condiciones es probable tener un accidente.

—Pero...

Con un esfuerzo sobrehumano, comienzo a abrir los ojos. Estoy desorientada y las voces que llegan a mi cabeza no hacen sino incrementar la sensación de malestar que inunda mi cuerpo. Al principio, las figuras que se inclinan sobre mí al darse cuenta de que me estoy despertando parecen borrosas, pero comienzo a enfocar la mirada y veo a Martín y Mariela con cara de preocupación. Intento incorporarme, pero un pinchazo en la cabeza hace que vuelva a mi posición inicial mientras mi amiga coloca su mano en mi estómago con dulzura.

—¡Eh! ¿Cómo estás? —pregunta Mariela con voz suave—. Deberías descansar un poco más, te has dado un buen golpe.

Sus palabras me hacen ser consciente de que no solo me duele la cabeza. Miró, con precaución, mis brazos. Están llenos de arañazos y golpes, al igual que mis piernas. O eso imagino, pues puedo sentir el escozor. Mi cuerpo me pide quedarme ahí, tumbada, una eternidad, pero mi mente no puede evitar sentirse nerviosa por saber dónde estoy y qué es lo que me ha pasado para acabar en ese estado.

—¿Dónde estoy? ¿Por qué...? —comienzo a decir, pero noto la boca pastosa y se cortan mis palabras.

—Estás en la enfermería. Toma.

Como si estuviese leyéndome la mente, Martín me acerca un vaso de agua. Me incorporo con cuidado y esfuerzo, logrando dar unos pequeños tragos. Una sensación placentera se instaura en mi cuerpo cuando empiezo a notar cómo se va hidratando. No estoy recuperada, pero empiezo a encontrarme mejor.

—Anoche, le pregunté a Román por ti —comienza a explicar Mariela—y, por su respuesta, deducí que os habíais enfadado. Se lo dije a Martín y fui a buscarte a la cabaña, pero no estabas. Él fue a la zona del bosque y te encontró, de casualidad, tirada en una ladera e inconsciente.

—No fue casualidad —repone Martín—. Una de tus deportivas estaba tirada en el camino. Debió de caerse de tu pie al trastabillar.

Comienzo a acordarme poco a poco de los sucesos de la noche anterior. Discusiones, enfrentamientos... Un nudo se instaura en mi estómago al recordar las palabras de Román, que creo que fueron las que más me dolieron. No solo eso, sé perfectamente que no me caí por la ladera yo sola.

—Alguien me empujó.

—¿Qué? —pregunta Mariela con cara de sorpresa.

—No me caí yo sola. Noté cómo una mano me echó fuera del camino.

—¿Estás segura? —pregunta mi amiga mientras Martín permanece en silencio, serio—. Bebiste demasiado, ¿no crees que tus recuerdos pueden estar jugándote una mala pasada? A lo mejor chocaste con algo...

Como el primer veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora