Despierto de mal humor a pesar de haberme ido a la cama con una buena sensación tras pasar la noche hablando de planes románticos con las chicas. Creo que es porque he tenido un sueño extraño en el que era el día de mi boda con Román y, a pesar de que yo no quería y se lo decía explícitamente a todo el mundo, me felicitaban e ignoraban. Más bien, ha sido una pesadilla muy frustrante.
Voy camino al desayuno escuchando a Coral y Mariela fantasear con los planes de conquista y, lejos de sentirme mejor, hace que esté más mosqueada con el mundo. Sé que va a ser complicado que Martín caiga en los brazos de mi amiga, pero decírselo después de los celos que surgieron cuando nos vio hablando juntos solo haría que se enfadasen conmigo y no cambiasen sus preparativos.
Además, ¿quién sabe? Puede que nuestro coordinador cambie de opinión con respecto a ella, pues Coral es una chica estupenda y estoy segura de que cualquier chico sería muy feliz estando a su lado.
Me paso todo el tiempo que dura el desayuno dándole vueltas a esto mientras noto cómo Martín me mira desde el otro lado del lugar. Sus ojos verdes se clavan en mis pupilas y no puedo evitar sentir una sensación de paz. Hemos hablado bastante durante estos días, en momentos a solas y con los demás, y siento que tenemos una especie de conexión. No sé, nunca había tenido tantas cosas en común ni me había sentido tan cómoda con una persona, ni siquiera con Román.
Desvío la mirada intentando concentrarme en la conversación con mis acampadas, que han decidido todas volver a ser simpáticas conmigo. Sé que me están haciendo la pelota para que no las delate y por detrás seguro que están poniéndome verde, pero no me importa. María continúa en silencio, lanzándome miradas envenenadas de vez en cuando. No le va a servir este jueguecito conmigo o, al menos, eso espero.
La mañana transcurre con una tranquilidad demasiado tensa. No me gusta sentir que hay tantas personas que parecen sentir hacia mí algún tipo de rencor. Sobre todo con Román, con el que comparto cientos de momentos tan dulces y pasionales; pensar que ni siquiera me ha dirigido la palabra desde el ultimátum que le di hace que se me revuelva más aún el estómago. No pienso dar mi brazo a torcer, él es el que ha hecho mal.
Tras la comida vamos a realizar la actividad de la tarde, que consiste en unos talleres relajados en los que los campistas harán un álbum de fotos para luego poder guardar las que les daremos cuando acabe el verano. Tenemos un montón de material bonito y divertido para que cada uno decore sus libretas como quiera y los chicos se lo están pasando bien.
Me siento alejada del grupo, pues mis chicas son bastante capaces y no necesitan mi ayuda. Busco la sombra de un árbol y me acomodo en su lecho. La hierba me hace cosquillas en las piernas, pues llevo pantalones cortos, ya que el día está siendo demasiado caluroso. Veo cómo el rubio de ojos verdes que está siendo el causante de más de la mitad de mis dolores de cabeza se acerca poco a poco con una sonrisa.
—¿Te has vuelto a rendir con tus chicas? —pregunta mientras se sienta.
No le contesto y empiezo a jugar con las briznas de hierba que hay a mi alrededor. Mirando al suelo intento que mi expresión parezca lo más suave posible. Creo que está notando que algo malo me pasa, porque no trata de insistir. Su silencio me está poniendo nerviosa.
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Como el primer verano
Teen Fiction🌸🏕️🌟KALOPSIA🌟🏕️🌸 Julieta tiene todo lo que una chica de su edad podría desear: un novio guapo y simpático, unos amigos fieles y va a entrar en la universidad que siempre había querido. Además, ha conseguido su primer trabajo y es con el que si...