~CAPITULO 21~

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Las palabras no salían. La mente de Dail se encontraba totalmente confusa.

No hacia más que abrir la boca para hablar pero, al no encontrar las palabras la cerraba una y otra vez, lo que le hacía parecer un pez.

-¿C-c-cómo lo sabes?-logró preguntar con voz entrecortada.

-O vamos Dail te creía más listo. ¿Has visto cómo se miran el uno al otro? ¿Has visto sus sonrisas mientras conversan entre ellos? ¿Has visto los sonrojos por parte de ambos cuando se tocan o se miran a los ojos? ¿Has visto el brillo de su mirada cuando están juntos?

Dail se puso a pensar. Todo lo que decía Melody tenía sentido, él mismo lo había comprobado. Cuando estaban con Tom Derek se comportaba como otra persona diferente, más feliz, más positiva, más alegre...

-Oh Dios... tienes razón-culminó Dail tras sacar todas sus conclusiones.

Melody asintió y volvió ha abrazar a su amigo escondiendo la cara en su pecho y aferrándose con fuerza a su espalda.

Ya no lloraba pero Dail sabía que necesitaba consuelo así que la acarició durante un rato hasta que sintió que esta se había quedado dormida.

La separó de él y la acostó en la cama, tapándola con las mantas. Se levantó de esta y caminó silenciosamente hacia la puerta.

La abrió con cuidado y la cerró lentamente tras de sí. Nada más salir de apoyó contra la pared y soltó un largo suspiro mientras escondía el rostro entre sus manos.

-Dail ¿estás bien?-una voz proveniente del pasillo lo sobresaltó.

Dail levantó su cabeza y observó como Derek se acercaba hacia él.

-Derek, ¿puedo hablar contigo un momento?

-Claro... ¿qué ocurre?

-Ven conmigo.

Derek lo siguió intrigado por el comportamiento de su amigo. Primero Melody y ahora él.

Llegaron a la habitación de Dail y este abrió la puerta invitando a Derek a que pasase.

Él dudó unos segundos manteniéndose petrificado en el pasillo.

-Vamos pasa, no tenemos todo el día.-apremió Dail empujando a su amigo hasta que entraron en la habitación.

Le ordenó a Derek que se sentase en la cama y cerró la puerta. Se sentó en una silla de madera que había al lado del armario y observó a Derek detenidamente. Como si estuviese analizándolo.

Esto ponía realmente nervioso al rubio que se revolvía, inquieto e incómodo.

Sentía cómo si la mirada de su amigo penetrase en lo más profundo de su alma, cómo si fuese transparente.

-Tenemos que hablar.

-Obviamente, no me habrías traído aquí por nada.

-Derek, esto es algo serio.

-Okey, pues dime, ¿qué ocurre?

Dail se limitó a observarlo durante unos minutos más. Derek ya estaba comenzando a perder la paciencia.

Esa actitud que tenía su amigo no le gustaba nada. Agitó la mano intentando llamar su atención pero Dail se limitó únicamente a pestañear.

Entonces, tras varios minutos que para Derek fueron eternos, Dail se revolvió en la silla y suspiró. Puso su cabeza entre las manos y volvió a suspirar.

Dail se enderezó en la silla y miró a Derek a los ojos, como si intentase ver en que estaba pensando. Se aclaró la garganta y se dispuso a hablar.

Derek esperó a que su amigo le soltase un sermón sobre cualquier tontería que lo tuviera preocupado. Pero en vez de eso, de la boca de su amigo, salieron tres simples palabras. Tres palabras que no lo dejaban en paz. Que rondaban su mente todo el tiempo.

-Te gusta Tom.

De la noche a la mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora