Narra Melody:
Las luces se habían apagado, siendo sustituidas por un intenso brillo rojo que procedía de a saber dónde. Además una estruendosa alarma resonaba por todo el lugar. Sarah estaba a mi lado, mirándome aterrorizada; y lo peor es que yo estaba igual.
Un hombre de unos 40 años apareció de la nada y comenzó a gritarnos, aunque yo no entendía nada. Vimos como todo el mundo comenzaba a correr hacia una dirección y, con una mirada, Sarah y yo decidimos que lo mejor sería seguirlos.
Mientras corríamos traté de divisar a mis amigos. Encontré a Erik y Dan, que al vernos se acercaron, y a Leyon, Derek y Tom que iban corriendo unos metros detrás de nosotros. Pero no veía a Dail.
-¡Derek! ¿Dónde está Dail?
-¡No lo sé! ¡Fue al baño y no ha vuelto!
Ahí me empecé a preocupar un poquito.
Seguimos corriendo hasta llegar a unas de las grandes paredes de la base. Cuando el general la tocó esta comenzó a hundirse, para luego deslizarse hacia un lado y dejar a la vista la escalera más grande que he visto en mis preciados 15 años.
Nos indicaron que subiéramos por ahí, aún sin explicarnos nada. Pero yo no podía. No veía a Dail por ninguna parte, y él era fuerte sí, pero no un adivino. Si para cuando volviese del baño todo estaba vacío no sabría a donde ir.
Me acerqué a uno de los hombres con armas de allí y traté de explicarle mi situación.
-¡Señor por favor tiene que ayudarme! ¡Mi amigo, está aún por la zona de entrenamientos! ¡No va a saber a dónde hemos ido!
-Señorita, es peligroso quedarse aquí, vaya con el grupo.
-¡¿Cómo pretende que vaya con el grupo cuando no sé que narices está pasando o si la persona más importante en mi vida está viva?!
-Señorita, cálmese ahora y...-dijo el hombre mientras me agarraba del brazo.
El mundo había empezado a girar como un carrusel que iba demasiado deprisa, la alarma hacía que me doliesen los oídos y ya no podía pensar. Todo estaba confuso, las palabras del hombre quedaban ahogadas como si estuviésemos bajo agua y mi visión se estaba empezando oscurecer. Me iba a desmayar.
Pero no podía, tenía que ayudar a Dail.
Y entonces algo se conectó.Me solté del hombre con un movimiento brusco y comencé a correr como nunca había corrido en mi vida. Varios militares me perseguían pero no podían alcanzarme. Nunca he sido veloz, pero supongo que la adrenalina y la desesperación pueden hacer milagros.
Cuando estaba a punto de llegar a la pista de entrenamiento vi a Dail, corriendo hacia los dormitorios. Grité, grité su nombre como nunca lo había hecho. La desesperación, el miedo y la alegría se mezclaron y salieron de mi en forma de un grito.
Dail se dio la vuelta y vino hacia mí.
-Mel ¿qué está pasa...
No le dio tiempo ni a terminar la frase, ya le estaba abrazando.
-No lo sé, solo sé que tenemos que salir de aquí malditamente rápido.
Corrimos mientras los guardias, que habían visto que pretendía volver a las escaleras, nos gritaban que nos diéramos prisa.
Cuando llegamos a las escaleras aún había gente subiendo. Le seguimos lo más rápido que podíamos mientras un extraño olor se coló por mis fosas nasales.
Olor a quemado.
Pero no era ese singular olor el que reinaba en el ambiente, también se distinguía como un olor pútrido y desagradable.
La pared se cerró detrás de nosotros y una luz blanca iluminó las escaleras, la gente ya no corría, sino que abrazaba a sus seres queridos, o los buscaba.Me acerqué a una chica que también iba armada y la pregunté el qué estaba pasando.
-Al parecer los infectados entraron en la base, pero no ha sido un accidente, alguien de fuera los ha ayudado a entrar. Por eso hemos decidido el quemar la base, para que no quedase rastro de nuestros progresos e investigaciones.
-¿Y a donde vamos?
La chica me miro algo desconfiada antes de contestarme.
-Vamos otra base, por desgracia menos segura, y esta vez no estará bajo tierra.Asentí y me alejé de ella. Llegué junto a Dail, que subía las escaleras mientras miraba al suelo.
-Dail, he hablado con esa chica de allí y me ha dicho que...
-Gracias.
Le miré confundida.
-¿Qué?
-Gracias por salvarme, por arriesgarte.
-Bueno, no es nada, eres muy importante para mí y sé que tú también habrías hecho lo mismo.
Aunque estaba realmente cansada y apenas podía respirar traté de sonreír.
Dail me sostuvo la mirada unos segundos y luego la volvió hacia el suelo.-Siento haberme puesto así por lo de Tom, entiendo que te guste. Solo me pareció mal que te liases con él, sabiendo que Derek estaba coladito por sus huesos.-murmuró mirando los escalones.
Comencé a reírme y Dail me miró sorprendido. No puedo creer que sea tan idiota.
-Dail, Tom y yo no nos "liamos" en ningún momento. De hecho, cuando entrasteis en la habitación, lo le estaba echando un sermón sobre que tenía que declarase a Derek y esas cosas, porque, para que lo sepas, a él también le mola el rubito.-dije mientras llegamos a una especie de nave, llena de autobuses negros.
Mi amigo me miró sorprendido y abrió la boca para decirme algo, pero se vio interrumpido por una voz grave y potente que resonó por toda la estancia.
-Por favor, que cada grupo suba a un autobús. Y que nadie se separe en ningún momento. Vamos a abandonar la base.
Busqué a los demás y cuando los logre localizar le cogí la mano a Dail y fui hacia ellos. Todos comenzaron a entrar en uno de los autobuses y nosotros fuimos detrás.
Cuando me vieron entrar con Dail de la mano los chicos suspiraron aliviados, mientras yo trataba de no desmayarme. La adrenalina comenzaba a desaparecer y el pitido en mis oídos se acrecentaba. Estaba muy cansada, realmente había superado mis límites.
Me tiré en uno de los asientos vacíos y vi cómo Dail se sentaba a mi lado. Me miró con preocupación.
-¿Estás bien?
Y esas palabras me golpearon como si fueran una pesa de 500 kilos. Comencé a pensar en mis padres, mis amigos, mi familia, mi vida, en como había perdido casi todo en una noche, en como casi pierdo todo en una tarde, y las lágrimas comenzaron a aparecer.
Lloraba como nunca había llorado antes, las lágrimas brotaban de una forma inhumana. Y, aunque era un llanto silencioso, obviamente Dail que estaba mirándome se dio cuenta.
Sin preguntarme nada más me abrazó, y eso me recordó a aquella noche en la enfermería, cuando le conté que me habían mordido, cuando me di cuenta de lo importante que era para mí.
Todas las noches desde que llegué a la base pensaba en cómo ya no tenía un hogar, no tenía a donde volver ni nada por lo que luchar. Pero cuando Dail me abrazó me di cuenta de algo. Tenía por lo que luchar, tenía donde volver, tenía un hogar. Porque Dail era mi razón, él y los chicos eran mis motivos, mi hogar. Y con esos pensamientos, me quedé dormida.
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De la noche a la mañana
PertualanganUn día Melody, una chica de pelo castaño y corta estatura, se ve involucrada en una pelea un tanto extraña mientras iba de camino a su colegio. Dos hombres harapientos de mediana edad peleaban brutalmente y se atestaban ¿mordiscos? el uno al otro ...