Capítulo XXII

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Pov Philip

No dejo de comprobar mis notas. Sé que para Caleb es importante este lugar, así que no voy a chivarme de nada, pero quiero estar preparado. No me siento nada seguro aquí.

—¿Qué escribes? —Caleb se asoma detrás de mi hombro. Me vuelvo a él soltando una pequeño gritito. Toso y enrollo el pergamino—. Lo siento, no quería asustarte —se disculpa Caleb—. ¿Qué? ¿Te están gustando las Islas Hirvientes?

Me fijo en él. Da unos pequeños saltos de emoción y sus ojos brillan. Mi estómago se revuelve. Hacía tiempo que no le veía tan ilusionado por algo. Tardo en responder. No me están gustando, pero no pienso decírselo.

—Son... diferentes —respondo.

—¡Sí! —Caleb no deja de sonreír—. Muy diferentes. Hay magia, felicidad, criaturas extrañas. —Da una vuelta sobre sí mismo con los brazos extendidos—. Es un sueño.

Nunca pensé que iba a odiar tanto verle feliz.

—Sí, está bien —contesto. La sonrisa de Caleb disminuye.

—Oye, siento mucho lo que ha pasado con Evelyn antes. —No respondo. No tengo ganas de hablar de ella—. Le ha sentado mal porque ha sentido que atacabas a su hogar.

—Ah. —La verdad es que no sé qué más decir.

—¿Quieres preparar algo especial esta tarde para cenar? —pregunta Caleb—. Con tu sueldo tenemos lo suficiente para lo que más te apetezca.

—Vale. Ya veremos.

Nos envuelve un silencio incómodo.

—Evelyn y yo quedamos cada dos días —explica Caleb—. Si quieres puedes venir tú también.

—¿Piensas volver más veces? —cuestiono. Caleb se rasca la nuca.

—Bueno, me gustaría. —Aparto la mirada—. Pero solo si te parece bien.

—Pero si yo no vengo más, ¿tú seguirás viniendo?

—A mí me gustaría.

Doy un suspiro.

—Ya... es que se me hace raro —confieso. Caleb se muerde el labio—. Es decir, siempre lo hacíamos todo juntos.

—Bueno, estamos creciendo. Es normal tener gustos diferentes, ¿no?

Intento mantener mi sonrisa. ¿De verdad habla en serio?

—Antes no era así —balbuceo en voz baja.

—¿Y no podrías acostumbrarte a mis visitas a las Islas Hirvientes? —pregunta.

Me encojo de hombros.

—No lo sé. Creo que prefiero que seas tú el que te acostumbres a no tenerlas. —Miro a Caleb después de decirlo. Él parece meditarlo.

—Supongo que alguien tendrá que ceder —responde. Trago saliva. Ese "alguien" puede ser tanto él como yo.

—Ya...

—Bueno, pero no pensemos en eso ahora —suplica—. Disfrutemos de las Islas Hirvientes. Esta noche hablaremos del tema.

—Vale.

El resto del viaje se hace incómodo. Caleb no deja de sonreírme cada vez que cruzo la mirada con él, pero yo no me siento seguro. No entiendo por qué este lugar le hace tan feliz. Los huesos del titán sobre salen de cada esquina y las hadas quieren arrancarnos la piel. Yo solo puedo temblar aquí.

Evelyn es otra desventaja. Cuando habla con Caleb siempre sonríe, pero cuando se dirige a mí su mirada cambia al completo. Entiendo que no pueda confiar en mí, pero incomoda el hecho de que lo demuestre con la mirada cada segundo que paso aquí. La hora de la despedida ha sido la única que he disfrutado.

Cuando llega la cena Caleb se preocupa en preparar mi plato favorito mientras yo reviso mis notas. Las Islas Hirvientes no son un lugar cualquiera. Son peligrosas y extrañas. Caleb debe entenderlo.

Me acomodo en la cama antes de notar algo duro bajo mi espalda. Protesto un poco y tanteo buscando de que se trata. Es el diario que el padre Alistair me entregó donde, según él, tengo que escribir la historia de un héroe.

Me fijo en Caleb. Ya está terminando de cocinar. Tatarea una de las pegadizas canciones que tocaban en la plaza de las Islas Hirvientes con su música de bardo. Intento ignorarlo y clavo de nuevo la vista en mi diario. Eso es... la historia de un héroe. ¿Y qué mejor héroe que el que salva a su hermano de los peligrosos de las Islas Hirvientes, el infierno?

Copio las notas que he tomado más importantes en otro pergamino y la introduzco en el interior del diario. Compruebo que Caleb está distraído y desperdigo las notas bajo la cama lo suficiente visibles. Tengo que asegurarme de que la gente conozca nuestra historia si no regresamos.

Me incorporo y me acerco a Caleb. Él me mira con atención mientras coloca la cena sobre la mesa.

—¿Todo bien? —pregunta. Asiento con la cabeza.

—Lo he decidido, Caleb. —Miro las notas bajo la cama antes de volver a mirarlo a él—. Voy a las Islas Hirvientes contigo.

Caleb no puede evitar sonreír. 

Nota de la autora: Buenas, gente. Aquí tenéis el capítulo de hoy. Ya me encuentro mucho mejor así que tal vez haya segundo capítulo hoy, aunque también quiero retocar unas cosas de estos últimos capítulos que he escrito en borradores. Ya iré viendo. ¡Nos vemos! <3

Dime quién cometió traición (La historia de Caleb y Philip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora