Capítulo XXV

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Pov Caleb

No puedo dejar de pensar en la amabilidad de Evelyn. Nos ha acompañado a un albergue, nos ha orientado y nos ha pagado la habitación. Además no puedo ignorar el hecho de que desobedezca a sus madres para venir el reino humano y verme.

—Esto no está muy limpio —se queja Philip pasando la mano sobre un mueble—. Espero que podamos encontrar algo mejor pronto.

—A mí me gusta. —Me tiro de espaldas en la cama y permanezco tumbado con los brazos abiertos—. Las Islas Hirvientes son increíbles. ¿Cómo hemos podido pasar tanto tiempo sin saber nada de ellas?

—¿No te parecen un poco... diferentes?

—¿Diferentes? —repito.

—Sí, bueno, en el sentido de que permiten muchas cosas.

—Ha resultado un poco chocante la norma uno. —Caleb se encoge de hombros—. Pero me gusta la idea de que todos se traten igual sin importar nada.

—Pero hay cosas que sí que importan.

—Bueno —respondo—. Es cierto que dos mujeres y dos hombres estando juntos es algo raro. Pero si alguien está con alguien de su mismo género no hace daño a nadie, ¿no?

—A ver no, pero es raro. —Philip se tumba también en su cama y se queda mirando al techo—. Es que esa gente no puede tener ni relaciones, ¿no?

Me da un escalofrío. Lo cierto es que sí le encuentro sentido a que dos personas del mismo género se amen. No entiendo por qué tendría que ser diferente a los de distinto. A pesar de esto, no puedo negar que no me agrada la idea de dos chicas o dos chicos besándose o manteniendo relaciones. No creo que esté mal, pero no puedo evitar verlo incómodo.

—Prefiero no pensarlo —respondo evitando cualquier imagen desagradable—. Son cosas de la que nos acabaremos acostumbrando.

No sé cuánto tiempo llevará, pero estoy dispuesto a hacerlo. De verdad quiero vivir aquí adaptándome a cualquier norma. Sé que con voluntad podré normalizar la homosexualidad y los mismos derechos en hombres blancos respecto mujeres y/o personas negras. Lo de los genitales diferentes es lo que más me ha chocado y por mucho que me avergüence también me he preguntado qué tiene entre las piernas Evelyn. Por una extraña razón me ha importado mucho. Claro que no se me hubiera ocurrido preguntarlo en voz alta y por mucha curiosidad que me diera creo que Philip se ha llevado ese bofetón bien merecido.

—Entonces, ¿qué te parecen las islas Hirvientes? —le pregunto incorporándome, él hace lo mismo antes de encogerse de hombros.

—Solo es una nueva oportunidad —dice sacando un diario. Lo observo con atención. Creo que es la primera vez que lo veo.

—¿Qué es?

—¿Esto? —Philip ríe un poco sacudiéndolo—. Verás es que —se interrumpe unos segundos, frunce el ceño, carraspea y empieza de nuevo—: ¿Recuerdas que cuando llegamos de niños al pueblo me regalaste uno? —Asiento con la cabeza—. Pues... solo quería hacer lo mismo en las Islas Hirvientes. Creo que me ayuda a adaptarme.

Sonrío. Me levanto y me siento a su lado.

—¿Has escrito algo ya? —le pregunto. Philip aprieta el diario contra su pecho.

—No, en realidad —responde.

—¿Puedo? —Señalo el diario. Philip asiente y me extiende el diario—. Podrías empezar diciendo qué has sentido al llegar —comento mientras dibujo nuestra llegada—. No sé. Es un lugar extraño, pero fascinante.

Philip asiente con la cabeza mirando como dibujo.

—¿Crees que estaremos bien aquí? —pregunta en voz baja. Me dirijo a él—. Me refiero, ¿crees que será mejor que el pueblo?

Dejo de dibujar y apoyo mi mano en su hombro.

—A partir de mañana, lo averiguaremos —respondo con una sonrisa. Philip asiente y apoya su cabeza sobre mi hombro. Yo le rodeo con el brazo. Estoy seguro de que si puedo protegerle de todo lo que pueda pasarnos en algún lugar, este es el ideal. 

Nota de la autora: Buenas, hoy no hay mucho que decir. Solo quería saludar y, como siempre, agradecer todos vuestros votos y comentarios. No quería publicar tan temprano, pero soy muy impaciente. ¡Nos vemos en la segunda publicación de hoy!

Byes <3

Dime quién cometió traición (La historia de Caleb y Philip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora