Capítulo XXXIII

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Pov Caleb

Philip está sobre la cama sentando con la mirada baja. Me ha contado entre susurros que echa de menos Gran Bretaña, que le encantaría tener más recuerdos de papá y mamá y que al venir aquí se ha dado cuenta de que tampoco añora nuestro antiguo pueblo porque no era un hogar. Lo cierto es que no era como esperaba su salida con Evelyn y ahora mismo no me siento con la suficiente fuerza para hablar del tema, pero tengo que hacerlo por él.

—Entonces, ¿no te está gustando vivir aquí? —le pregunto. Él se encoge de hombros.

—Da igual a donde vayamos, Caleb, siento que no pertenezco a ningún lugar —responde Philip mirando hacia otro lado abrazando sus rodillas. Me muerdo el labio. Pensaba que él también se sentía bien aquí. Siento que mi ilusión me ha hecho olvidarme de él.

—¿Quieres volver al pueblo?

Philip levanta un poco la vista a su mesilla de noche. La observo también. Tiene su diario, pluma y alforja. Vuelvo a mirarlo a él. Tarda unos segundos en darme una respuesta.

—Es que no lo sé. —Se cubre la cara con las manos—. ¿Por qué nunca encajo en ningún sitio?

—No somos tan diferentes como creemos, ¿sabes? —contesto—. Estoy seguro de que puedes hacer amigos. Yo te ayudaré.

—No. —Philip me da un poco la espalda—. No quiero que me busques amigos. Quiero que todo sea como antes. —Trago saliva—. Antes de ser cazadores de brujas, antes de las Islas Hirvientes, antes de Evelyn. —Siento como se me cae el alma a los pies.

—Pensé que te parecía bien —balbuceo. Philip solo se encoge de hombros.

¿Qué significa eso? ¿Quiere volver al pueblo? ¿Está en las Islas Hirvientes solo por mí? ¿Estoy siendo egoísta?

—Dime que te gustaría. Podremos buscar una solución.

—No sé.

—¿Quieres quedarte aquí?

—Es que no lo sé.

—¿No sabes por qué estás triste?

Philip niega con la cabeza. Me quedo en silencio unos segundos. Tampoco quiero agobiarle con tantas preguntas. Le froto la espalda con cariño y le sonrío. Philip me mira con tristeza.

—Creo que deberías descansar un poco. —Él asiente con dificultad—. Te traeré leche caliente. —Me levanto para salir—. Te juro que haré todo lo posible para que seas feliz —le prometo antes de salir, Philip asiente con la cabeza.

Bajo las escaleras sin dejar de pensar en la situación. Quiero que Philip sea feliz, como es lógico, pero no quiero dejar las Islas Hirvientes bajo ningún concepto. Aquí puedo sentirme yo mismo y, lo más importante, tengo a Evelyn. No estoy seguro de si seré capaz de sacrificar eso si Philip decide que prefiere volver. Toda la situación se está complicando. Antes hacíamos las cosas para sobrevivir sin importar qué, pero lo que está claro es que sobrevivir también ha hecho que nos perdamos vivir y no puedo evitar sentirme culpable de todos sus traumas.

Pongo la leche en el fuego mientras meriendo algo de fruta. Ya no sé cómo ayudar a Philip. Solo quiero que sea feliz, pero quiero que sea feliz aquí conmigo. No sé si eso me hace egoísta. No quiero volver al pueblo y tampoco quiero que Philip vuelva solo. Todo esto me supera.

Cuando la leche está lo suficiente caliente, la vierto en vaso con cuidado. Me conduzco a la habitación de Philip y otra vez me meto en mi papel de hermano mayor seguro de sí mismo, aunque también esté perdido y asustado.

—¿Estás mejor? —le pregunto con una sonrisa. Philip está tumbado en la cama, se incorpora y me mira con una sonrisa.

—Sí. —Extiende los brazos para recibir la leche. Me siento junto a él mientras bebe. Acabo de darme cuenta de lo pálido que está.

—¿Quieres hablar de algo más? —pregunto. Philip niega con la cabeza. Me levanto al momento, pero él hace una mueca.

—Quédate conmigo.

Asiento con dificultad y vuelvo a sentarme en la cama. Philip se acomoda de lado y permanece quieto mirando un punto fijo. Odio verle así de infeliz.

—¿Qué hay que hacer cuando no se puede seguir adelante? —cuestiona. No puedo evitar sentir mi corazón romperse tras oírlo.

—Siempre se puede —prometo acariciando su frente. Philip parece relajarse más. Destensa los músculos y cierra los ojos de vez en cuando como si estuviera a punto de quedarse dormido.

—Ahora no lo parece. —Doy un suspiro tras oírlo. 

—Las cosas mejorarán.

—Estoy harto de oír eso. Para mí nunca mejoran.

—Sea como sea nunca tendrás que pasar nada solo —le prometo—. Siempre vas a tenerme a mí, ¿vale?

—Me da miedo perderte algún día.

Mis ojos se cristalizan.

—Voy a estar siempre contigo. —respondo. Philip cierra los ojos y derrama unas lágrimas.

Y ojalá ser capaz de cumplir esta promesa, pero supongo que siempre llega el momento en el que te cansas de estar triste y olvidas a los que lo están. 

Nota de la autora: ¡Buenas! Ante todo agradezco mucho el apoyo del capítulo anterior, bueno de todo en general.  Ya he terminado con mi historia en borradores y la verdad es... ¡que no sé qué hacer con mi vida ahora! :((((

Lo cierto es que le he agarrado mucho cariño a esta gente, así que no sé si escribir algo de ellos otra vez o escribir de otros personajes de la serie. No sé, quería escribir también de los principales, pero es que estos son >>>>>>>>>>>>>>>>>>>

Bueno me marcho y ya sabéis, nos vemos de nuevo en el diario de esta noche. <3


Dime quién cometió traición (La historia de Caleb y Philip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora