Capítulo XX

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POV Philip

¿Qué si creo a Caleb? Obviamente, es mi hermano, nunca me ha dado una razón para no hacerlo y nuestra relación se basa en la comunicación. ¿Que por qué entonces estoy espiándolo? ¡No es asunto tuyo, maldita conciencia!

Respiro hondo. Lo que estoy haciendo no está mal. Es decir, en otro contexto podría verse mal, incluso raro, pero no ahora. Solo quiero asegurarme de que Caleb esté bien y de que puede contarme la verdad. Si esa Daisy existe, me aseguraré de que sea apta y sino, pues descubriré lo que de verdad esconde. Todas son ventajas y en todas soy buen hermano.

¿O no?

No te he pedido opinión, conciencia.

Seguir a Caleb no es tarea sencilla. Camina por la ciudad sin dejar de girarse como si notara que le estoy siguiendo. Mis pasos son cortos, rápidos y silenciosos. Él camina a grandes zancadas con prisa. Para sus pies en el final de la ciudad, vuelve a voltearse y se introduce en el bosque. Siento una punzada en el estómago. No puedo creer que me haya mentido. Bueno, se ha desviado del camino. Quizás allí es donde queda con Daisy. 

Continúo mi ruta por el bosque tratando de no pisar ninguna rama u hoja seca que me descubra. Una vez allí Caleb parece sentirse más seguro porque ralentiza su paso y deja de mirar hacia atrás. Yo también comienzo a caminar más lento con suavidad y sintiendo pulsaciones por todo mi cuerpo.

Caleb para frente a una chica de espaldas. Mis hombros se relajan. ¿Entonces era cierto? ¿Daisy existe? Me agachó tras un matorral y observo con atención. Caleb se reajusta la camisa, el pelo y tose para llamar su atención.

—¿Quién anda ahí?

La chica se gira e invoca un bastón de pájaro de la nada. Apunta a Caleb con él muy seria. Él se pone muy tenso y levanta sus manos. Espera, ¿esa es Evelyn? ¿Caleb se está viendo con una bruja?

—Ah, eres tú —Evelyn ríe y el bastón desaparece, menos el pájaro de su punta que cobra vida y se posa en su hombro. Magia. Trago saliva—. Lo siento. Aún no me siento muy segura en el mundo humano.

—Tranquila, es comprensible. —Caleb relaja sus músculos. Después se abraza a sí mismo con vergüenza. No dejo de observar.

—Bueno. —Evelyn también parece tímida. Mira el cielo y se apoya en un solo pie—. ¿Nos vamos? —pregunta poniéndose recta de nuevo.

Espera, ¿qué? ¿Irse a dónde? ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿En ese momento? ¿Va a aceptar? No, ¿no? ¿O sí? A ver...

—Claro.

Pardiez.

Evelyn sonríe. Parece inocente, pero es más que obvio que esa es una sonrisa de psicópata. Miro a mi alrededor. Respiro hondo. Tengo que decirle a Caleb que no lo haga sin que sepa que les estaba espiando.

Me incorporo con cuidado y me deslizo tras un árbol con delicadeza. Doy un suspiro y salgo de detrás de él con decisión.

—¿Caleb? —preguntó fingiendo sorpresa—. ¿Qué haces aquí? Espera, ¿esa es Evelyn?

—Hola —saluda ella. Intento ignorarla y me fijo en Caleb. Él se queda paralizado con todos los músculos tensos. Mira hacia otro lado como si buscara ayuda. Yo me cruzo de brazos. Traga saliva.

—Yo quería pensar —responde. Evelyn también se cruza de brazos—. Me he encontrado a Evelyn por casualidad.

—Ah, claro. —Intento parecer intimidante, pero en realidad dentro de mí estoy destrozado. Caleb de verdad me ha mentido y eso era lo último que quería que pasara—. Pensé que Evelyn no saldría nunca más de su mundo de brujas.

Caleb echa una mirada a Evelyn, a mí y después se para en el suelo. Se pisa los pies con nerviosismo. Evelyn y yo cruzamos una mirada. Espero que no vuelva a pasar.

—Caleb... ¿hay algo que tengas que decirle a tu hermano? —pregunta Evelyn con las manos en las caderas. Él fija su mirada preocupada en mí. Frunzo el ceño.

—Lo siento —dice. Niego con la cabeza—. No hay ninguna Daisy. Estos días he quedado con Evelyn. Sé que no te gustaba la idea, me daba miedo decírtelo. Por favor, no te enfades, yo...

—No digas una sola palabra más —le interrumpo dándole la espalda. Caleb se silencia al momento.

No lo entiendo. Teníamos un trato: Regresar a las brujas a casa y no volver a hablar de ellas nunca. Aprieto los puños. No era tan fácil de comprender. ¿Por qué lo ha roto? ¿Por qué me ha mentido? ¿Cómo hemos podido llegar hasta aquí?

—Es normal que estés enfadado, Philip, pero dale una oportunidad. Déjale que hable —suplica Evelyn—. Al menos intenta entender porque lo ha hecho.

Frunzo los ceños. Ahí está la respuesta. Caleb no lo haría, o al menos eso creo, pero Evelyn sí. Me vuelvo a ella y le acuso con un dedo.

—Esto es culpa tuya —protesto. Evelyn niega con la cabeza—. Le has hechizado, ¿verdad? El padre me lo dijo. Las brujas seducen a los hombres para aprovecharse de ellos. Tú —me acerco a ella— has seducido a mi hermano, ¿cierto?

—¿Qué estás diciendo? —pregunta Evelyn—. Yo no tengo ningunas intenciones con tu hermano. Solo somos amigos. No quiero seducirle. ¿De dónde sacas esas bobadas? ¿Es que acaso te molesta que tenga más amigos que tú?

—¡No eres cualquier amiga! ¡Eres una bruja!

—Philip, Philip. —Caleb apoya la mano en mi pecho para alejarme de Evelyn—. Ella no tiene nada que ver. —Le da la espalda para hablarme a mí—. Esto es culpa mía. De hecho, ella quería que te lo dijera. De verdad.

Miro a Caleb a los ojos.

—¿Cómo puedo estar seguro? —pregunto.

—Solo confía en mí.

—Eso hice y me mentiste.

Caleb suspira.

—Al menos escucha por qué lo hice —suplica. Me cruzo de brazos y con un gesto de cabeza le apremio a empezar—. Vale. —Caleb se prepara—. No te gustaban las Islas Hirvientes. Sé que te parecen peligrosas, lo desconocido lo es, pero yo quería verlas. No quería decírtelo para que no te sintieras obligado a venir o por si mi decisión nos distanciaba. Quizás debería haberme quedado aquí e ignorar mi curiosidad. —Veo como detrás de él Evelyn hace un gesto de contrariedad. Qué sospechoso—. No lo sé. Hacía tiempo que no me sentía bien y tenía la sensación de que este mundo podía ayudarme.

—Yo también puedo ayudarte —murmuro.

—Lo sé. —Caleb apoya una mano en mi hombro—. Pero no quería molestarte. Estás progresando mucho con tu trabajo. —Veo como Evelyn también hace un gesto en contra de eso detrás de él. Trato de ignorarla—. Bueno —Caleb aparta la mano de mi hombro para extendérmela— ¿hermanos?

Miro su mano y después sus ojos. Doy un suspiro. No lo sé. Quiero que Caleb sea feliz, pero no entiendo por qué no puede serlo aquí. Me duele pensar que no tenemos el mismo sueño. También parece casi imposible, pero no lo es. Caleb no quiere ser cazador de brujas y en realidad sé que no tiene por qué ser un hechizo. Quizás su carga moral sea mayor. Él quiere un hogar y yo pensaba que solo teniéndome a mí se sentía así. Ya veo que no. Tengo que hacer algo si no quiero perderlo.

—Hermanos. —Acepto su mano. Miro a Evelyn—. Además, iré a las Islas Hirvientes contigo. Como visita.

Caleb sonríe como un niño y me da un abrazo. Lo acepto al momento. Veo a Evelyn muy seria. Creo que no confía en mí y en realidad yo tampoco en ella.

Nota de la autora: No me ha cundido mucho, pero me apetecía subir segundo capítulo así que aquí lo tenéis. ¡Nos vemos mañana!

Dime quién cometió traición (La historia de Caleb y Philip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora