Capítulo XXXVII

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Pov Caleb

—Lo has vuelto a hacer mal.

—Gracias, Evelyn, no me lo dices y no me doy cuenta.

Ella ríe. Vuelvo a ponerme en posición. Tener un taliamigo no es lo mismo que saber usarlo. Es más complicado de lo que parece. A veces agradezco fallar tanto. Entrenar me despeja la mente. Aún me preocupa Philip, pero me he propuesto centrarme en mí mismo y en el bebé que lleva Evelyn en su vientre.

—Ni siquiera lo estás sujetando bien —dice ella. Intercambio una mirada con Flapjack, mi taliamigo—. Te he dicho veinte veces que no es esa posición, idiota.

—Oye, deja ya de hacerme bullying —dramatizo. Evelyn ríe—. No es justo. No quiero que nuestro bebé crea que va a crecer en una familia disfuncional antes de nacer. —Me coloco la mano en la frente para añadir drama. Evelyn arquea las cejas.

—Solo espero que no herede tu drama —responde ella. Me cruzo de brazos.

—Yo no soy dramático —protesto—. Es verdad que no has hecho más que insultarme. Eres una mala novia. —Hago pucheritos y me cruzo de brazos. Evelyn se levanta y se acerca a mí.

—Oye, ¿seguimos de broma o de verdad te he hecho sentir mal? —cuestiona muy preocupada.

Suelto una risita y le regalo un beso corto.

—¿Quién es la dramática ahora?

—Idiota. —Evelyn me da un pequeño empujón.

Rio como respuesta. Rodeo su cintura con mis brazos y ella hace lo mismo alrededor de mi cuello. Nos acercamos para besarnos, pero en ese momento Flapjack comienza a picotear la ventana.

Ambos nos volvemos a él. Nos acercamos a la ventana y nos asomamos a la vez. Se me para el corazón. Alguien se acerca a la puerta de la casa. Entrecierro los ojos. ¿Es Philip? ¡Es Philip!

—¡No puede ser! ¡No puede ser! —Salgo de la habitación a paso rápido corriendo escaleras abajo hasta la puerta. Creo que nunca me he movido tan rápido. Evelyn me sigue por detrás con mucha menos velocidad.

Abro la puerta de par en par. Philip está allí. Sin ser capaz de frenar me lanzó a darle un abrazo. Caigo sobre él por el impacto, pero no nos importa. Nos incorporamos y nos damos un abrazo con fuerza. Entierra la cabeza en mi hombro y empieza a temblar. Puede escucharle gimotear. Yo también tengo ganas de llorar.

—Te he echado de menos —susurra.

Solo soy capaz de asentir.

—¡Philip! ¿Estás bien?

Con la pregunta de Evelyn ambos nos separamos. Nos levantamos y sacudimos nuestra ropa. Evelyn se acerca para abrazar a Philip, pero se detiene en mitad de camino. Parece que Philip lo agradece.

—Estoy bien —responde. Mi corazón late a mil—. Siento haber tardado tanto. Estaba en mitad de un estudio importante y no podía interrumpirlo. No he tenido tiempo para nada en realidad.

—Está bien, lo importante es que has vuelto —respondo. Me aguanto las ganas de volver a abrazarle. De nuevo quiero llorar. A penas puedo creerlo—. Tienes que contarme todo, bueno es que tenemos que ponernos al día, yo tengo muchas cosas que contarte a ti y seguro que tú tienes mucho que contarme a mí.

—Caleb —me interrumpe Philip apretando con fuerza su brazo. Me silencio al momento—. Tengo mucho que contarte y también quiero que me cuentes tú, pero estoy muy cansado. ¿Te importaría si me aseo un poco y me cambio?

—Claro. —Dibujo una media sonrisa. No me ha sentado muy bien, pero trato de ocultarlo lo máximo posible. Es lógico que quiera descansar. Ha sido un viaje muy largo.

—Ve a prepararte —le dice Evelyn a Philip—. Caleb y yo prepararemos la cena. Luego podréis poneros al día juntos. Yo cenaré por mi cuenta.

Philip asiente con la cabeza. Evelyn sonríe y tomándome de la mano me acompaña a casa. Cuando llegamos a la cocina empieza a sacar ingredientes para cocinar. Yo me quedo totalmente quieto.

—¿Crees que Philip está molesto conmigo? —pregunto siguiendo todos sus movimientos. Evelyn frunce el ceño—. Ya sabes, por no acompañarle.

Ella deja de trocear las verduras y pega un suspiro.

—Es algo de lo que deberíais hablar en la cena —responde echando los pequeños trozos a la olla. Asiento con la cabeza.

—La verdad es que ahora que llevamos tanto tiempo sin verle no sé qué decirle —confieso. Evelyn arquea las cejas—. Es decir, tengo que hablar de nuestro hijo y de Flapjack, pero en realidad no sé cómo contarle o cómo se lo va a tomar.

Evelyn deja la cocina. Limpia sus manos en el delantal y se acerca a mí. Apoya su mano en mi hombro antes de regalarme una sonrisa.

—Caleb, no tienes que preocuparte —dice—. Philip es tu hermano, no es ningún desconocido. Hablar con él no tiene que ser un problema. Tú sé sincero. Si él entiende que Flapjack y nuestro futuro hijo te hacen felices, lo aceptará.

Asiento con la cabeza.

—Gracias, Evelyn —digo dándole un abrazo—. De verdad, gracias por todo.

—No tienes por qué darlas —responde ella dándome un beso en la mejilla.

Un grito interrumpe nuestro abrazo. Intercambiamos una mirada de horror y me apresuro a subir las escaleras. Evelyn se queda en la cocina. Pego a la puerta de Philip varias veces con el corazón latiendo a mil. Espero que esté bien. No puedo perderlo ahora que acabo de recuperarlo.

—¿Philip? —pregunto.

—Estoy bien, estoy bien. —Al escuchar su voz relajo los hombros. Me acerco a la puerta y escucho como gimotea. Trago saliva.

—¿Puedo pasar? —cuestiono en voz baja.

—No, no —contesta con rapidez—. No puedes, es que... —oigo una queja de dolor— me estoy vistiendo.

—Vale. —Continúo frente la puerta. Los quejidos han terminado. Trago saliva. Quizás me esté preocupando demasiado. Ha pasado mucho tiempo sin verlo y quiero asegurarme de que esté bien, pero eso no significa que no lo esté.

—¿Va todo bien ahí arriba? —Oigo a Evelyn desde la cocina. Acerco mi oído a la puerta de Philip. No se oye nada.

—Sí. No te preocupes, Evelyn. Ahora vamos —respondo. Después de decirlo vuelvo a acercarme a la puerta—. ¿Te queda mucho, Philip?

Él no responde. Intento mantener la calma. Son paranoias mías, lo sé. Debo dejar de ser tan sobreprotector.

Pasan unos minutos en silencio. Decido retirarme de la puerta y volver a la cocina, pero entonces escucho algunos sollozos. Vuelvo a posar mi oreja a la puerta. Philip está llorando. Philip me necesita.

—Si de verdad te estás cambiando, más vale que te cubras, Philip, porque voy a entrar —digo muy decidido.

—¡No! ¡Espera, Caleb! ¡Por favor!

Abro la puerta al momento. Mi corazón se para durante unos segundos, acto seguido comienza a latir con rapidez. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo y mi cabeza se vuelve pesada.

¿Qué estoy viendo?

—Caleb... tengo miedo.

Nota de la autora: Hola!!! No podéis quejaros, ya hay reencuentro. ¿Aunque eso es bueno? Ya veremos...

Weno de nuevo os agradezco todo el apoyo. La verdad es que cada vez me llegan más notificaciones y algunos sois re rápidos en leer. Lo aprecio muchísimo de verdad.

Con esto me despido y nos vemos esta noche <3

Dime quién cometió traición (La historia de Caleb y Philip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora