"Harry, me están pidiendo los informes del último mes sobre el avance de la campaña de Greengold" Niall irrumpe en la espaciosa oficina con papeles en la mano y sin llamar a la puerta. Como siempre. "Dicen que quieren revisar unos detalles sobre el impacto del último producto a nivel nacional"
Harry, sentado en su escritorio, suspira echándose las manos a la cara para acto seguido retirarse el pelo hacia atrás, evitando que los rizos que le caían por el rostro le impidiesen observar la cara de exasperación de Niall, la cual suponía era similar a la suya.
"De acuerdo, me han comunicado esta mañana que el departamento de marketing tiene que tenerlo listo. Pregúntale a Jack, creo que es el coordinador de ese proyecto" Firmando unos informes a la vez que hablaba, levantó su mirada para hablarle a su rubio amigo. "Pero por favor, Niall" El hombre enfrente asintió para que continuase "Diles que está todo bajo control. No puedo trabajar, ni hacer que mi equipo lo haga si están todo el tiempo encima nuestra" Negando con la cabeza, guarda los informes en sus respectivas carpetas y los deja a un lado. "Llevo una semana de locos. No puedo esperar a llegar un día a casa antes de las nueve"
Niall, compadeciéndose de su mejor amigo y jefe, se sienta en la silla contraria a Harry en el escritorio y apoya sus codos y brazos en este, entrelazando sus manos. "Lo sé, amigo. Verás cómo es tan solo una racha. Suele pasar en esta época del año que hay más gente de vacaciones"
"Debería estar acostumbrado" Niega con la cabeza, mirando el reloj que señalan las siete y media de la tarde. "Pero ahora los niños tienen más tiempo libre. Tendría que dedicarles más tiempo, aunque sea por las tardes o el poco rato que están aquí por la mañana" Se restriega una mano por la cara, frustrado "Por el amor de dios, ¡ni siquiera he podido bajar a verlos en un mes!"
Y es que Harry a veces se sentía el peor padre del mundo.
Tiene que decir en su defensa que ser padre soltero y el más alto cargo directivo de una multinacional no era nada fácil.
A sus treinta y un años, la cabeza de Harry estaba ocupada únicamente por dos cosas: el trabajo y sus hijos. Si bien es cierto que eso último es su máxima prioridad, para darle a sus preciosos bebés todo lo que le pidieran y más, Harry tenía que trabajar muy duro y muchas horas.
Sus hijos son la luz de su vida y nunca permitiría que nada malo les pasase o qué les faltase nada. El tenerlos entre sus brazos cuando llega a casa después de un largo día, le cura de todos los males. Nada le gusta más que escuchar pasos corriendo por toda la casa a la vez que las risas llenan el vacío que hubo allí durante mucho tiempo.
En aquella casa convivió con su ex-mujer, Elena, desde apenas los veintitrés años. Se había graduado en Administración y Dirección de Empresas y Derecho en la UniversIdad de Oxford, lo que le valió ese chalé como regalo y recompensa de sus padres, accionistas mayoritarios de la empresa que cayó en sus manos después de la muerte de su padre y de que su madre decidiera apartarse de ese mundo refugiándose en la floristería familiar.
Le pareció de lo más lógico traer a su novia de toda la universidad a esa casa, y como un acuerdo tácito, se mudaron juntos.
Él siempre supo que no la amaba tanto como decía. Es cierto que el primer año todo parecía fantástico y un amor de película. Se enamoraron rápidamente y empezaron a salir al mes de conocerse. Después de dos años de citas y 'te amos' constantes, del fuego que comenzó una vez apenas cenizas quedaban. Sin embargo, se llevaban tan bien y se entendían tanto el uno al otro, que decidieron seguir su relación pensando que el cariño que se tenían sería suficiente. No lo fue.
Pensaron, como muchas parejas hacen aun sabiendo que no es la solución y a pesar de que su grupo de amigos se opusiera a ello, que tener un bebé traería lo que le hacía falta a la pareja. No logró unirlos más, sino alejarlos. Sin embargo, Harry sintió que fue lo que necesitaba para encontrarse a él mismo.
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Little work || l.s
Fanfiction"Hola, monstruitos". Como cada mañana desde hace un mes, dos pares de pequeños brazos le rodean el cuello, llenando de risas el vestíbulo de aquella oficina en la quinta planta situada en uno de los edificios centrales de la ciudad. "Lou" El diablil...